El cine nos recuerda el paso del tiempo. Y no lo digo sólo por las nuevas películas de la Guerra de las Galaxias (cada una, peor que la anterior, y todas ellas inferiores a las tres primeras).
¿Dónde había miseria y división social en EEUU? Los que hemos visto varias veces El calor de la noche, Arde Mississippi, El mayordomo o Criadas y Señoras diremos que en Alamaba, Lousiana, Virginia Occidental y el citado Mississippi.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraEn cambio, el cine y la televisión presentaban a California ajustada a su lema del Estado Dorado: limusinas, Apple, ayudantes del fiscal que son rubias de 1’90 metros, mansiones en Malibú, Beach Boys, Silicon Valley, Terminator como gobernador… Un lugar tan guay que en él suelen aterrizar los extraterrestres.
Esos retratos han quedado superado por la marcha de la historia. La pobreza se ha mudado a Beverly Hills.
Los californianos presumen de que, de ser independientes, su estado sería la sexta mayor economía del mundo, por delante de Francia, India y Brasil, pero ocultan que tendría a más de un 20% de su población viviendo en la pobreza.
La tasa nacional de pobreza en EEUU es de un 15,1%. En California está cinco puntos por encima y afecta a ocho millones de personas.
La Oficina del Censo de EEUU difundió hace unos días el Índice de Pobreza en el país y, debido a la inclusión del coste de la vivienda, California, que ya tenía a un 14,5% de los 44 millones de su población en situación de pobreza en la media del trienio 2014-2016, se ha convertido en el primer estado del país en esta clasificación.
La tasa se ha colocado en un 20,6%. Lo que supone 8 millones de personas de unos 40 millones. Y no se cuenta la población ilegal. Los siguientes estados en este índice son Florida (19%) y Nueva York y Lousiana (17,9%). La tasa nacional es de un 15,1%.
Otra característica de California, aunque ésta ya conocida, es su condición de feudo del Partido Demócrata, tal que los republicanos casi tienen que pedir perdón por serlo.
Las de 1988 fueron las últimas elecciones presidenciales en que un candidato republicano ganó en el estado. Los más enloquecidos progresistas que han propuesto la secesión de California, el ‘Calexit’, para separarse del presidente Trump parecen no darse cuenta de que entonces condenarían a los demócratas a derrotas permanentes en EEUU.
Desde 1999, el estado más poblado de la Unión ha tenido tres gobernadores, dos de los cuales han sido demócratas; el republicano fue Arnold Schwarzenegger (2003-2011).
Jerry Brown fue elegido en 2010 con un 53,8% de los votos (participación de un 45,5%) y aunque en 2014 perdió más de un millón de votos fue reelegido, gracias a que la participación cayó al 31%.
California es abanderada en todas las luchas progresistas: el calentamiento global, la causa LGTB, la debilidad con el delincuente, la oposición a Trump…
La mayor ciudad del estado, Los Angeles (4 millones de habitantes), ha tenido alcaldes demócratas desde 1961, salvo un republicano que gobernó ocho años (1993-2001).
La hegemonía demócrata y la condición de sede de ese muladar llamado Hollywood y de algunas de las universidades más izquierdistas del país convierten a California en un laboratorio político.
Los documentos emitidos por el estado ya permiten la inclusión de un tercer sexo, se ha debilitado el código penal por racista (sic) y se está tramitando un proyecto de ley para multar y encarcelar a quien se equivoque al usar los pronombres.
El gobernador Brown, apoyado por el parlamento, se opone a los controles migratorios y las deportaciones anunciadas por el presidente Trump. Como buen progresista, es un creyente en la religión del calentamiento global y para reducir el uso de carbón y las emisiones de CO2 en junio pasado firmó un acuerdo con el Gobierno del país más contaminante del planeta: la China comunista.
¿Hay relación entre el progresismo y la pobreza? ¿Tiene consecuencias económicas y sociales este comportamiento que limpia los espíritus y salva las ballenas?
La obsesión de los californianos por el medio ambiente y la eliminación del carbón han hecho que estén pagando una electricidad un 50% por encima de la media nacional y sufran, periódicamente, cortes de suministro.
Las Administraciones del estado han gastado casi un billón de dólares desde 1992 en cientos de programas de asistencia, sin éxito.
Por otro lado, las instituciones públicas californianas han desembolsado casi un billón de dólares (958.000 millones) entre 1992 y 2015 en numerosos programas de beneficencia y asistencia, según la Oficina del Censo.
Una de las razones de la ineficacia de semejante dineral es que California se ha opuesto –también- a vincular la percepción de estas ayudas a la aceptación de empleos. A finales de los 80, varios estados (Wisconsin, Michigan y Virginia) reformaron sus programas de asistencia para desanimar la vagancia.
El presidente Bill Clinton (1993-2001), forzado por el Congreso republicano, trasladó estas experiencias a los programas federales, lo que provocó el escándalo de los progres, tanto en EEUU como en Europa.
Y un dato más que hay que tener presente. El 55% de las familias inmigrantes recibe algún tipo de subsidio, en comparación con el 30% de las nativas. No se trata sólo discriminación; sino de encerrar en la dependencia a los recién llegados.
Así los progres tienen más pobres con los que ejercer su compasión y ensanchar su corazón. Total, pagan otros.