Cataluña: el día que pase algo, por Gádor Joya

    Esta semana han sido las cruces, otra serán los lazos, otra será un llavero, y otra una mala mirada y un día se prenderá la mecha de la violencia y nadie podrá pararla. Ojalá los españoles podamos, con nuestros escasos medios, prevenir antes que curar.

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    Algunas playas catalanas han amanecido estos días con cruces amarillas.
    Algunas playas catalanas han amanecido estos días con cruces amarillas.

    “Manteneos lejos de toda forma de nacionalismo exasperado, de racismo y de intolerancia. Testimoniad con vuestra vida que las ideas no se imponen, sino que se proponen…”Esto fue lo que nos dijo Juan Pablo II en el aeródromo de Cuatro Vientos en su última visita a España. Vale para todos, católicos o no, como tantas de las cosas que dijo a lo largo de su riquísimo pontificado. Deberíamos grabarnos a fuego estas palabras para evitar que algún día pase algo, porque entonces será tarde para dar marcha atrás.

    Lo ocurrido en la playa de Calella esta semana me ha dado mucho miedo: discusiones, peleas, agresiones, encapuchados… Ya hemos vivido eso en España: los ciudadanos enfrentándose y dejándose manipular por los que se pasean sonrientes protegidos por guardaespaldas para que no les pase nada mientras azuzan a las huestes dándoles carnaza para que den el espectáculo que ellos están deseando ver.

    Algunas personas creen que La Sexta da información.

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    No sé si los que huyen con la excusa de que trabajan mejor por la causa desde el exilio son conscientes de que están jugando con fuego, yo creo que sí. Es más, creo que después de volver de cenar en los restaurantes de lujo extranjeros se repanchingan en el sofá con las palomitas a ver cómo se enzarzan entre ellos los catalanes de uno y otro bando, orgullosos de los que se pegan por unos ideales en los que ellos ni creen.

    «Siempre son los mismos los que ponen la otra mejilla, quizás así deba seguir siendo, pero detrás de todo esto hay unos irresponsables que se pondrán a salvo después de haberse forrado sembrando la semilla del odio»

    Lo reitero. Un día va a pasar algo, y entonces no habrá marcha atrás. Ya están sucediendo muchas cosas que nunca creímos que llegarían, como las peleas y los tortazos en las calles y en las playas por los lazos, por las cruces. Son el siguiente escalón, el que viene detrás de las peleas en el seno de las familias, por las que todo empieza. Se sigue con las peleas y las divisiones entre los amigos, para pasar a las calles y se va subiendo al siguiente peldaño sin que nos demos cuenta.

    Las guerras no surgen de un día para otro. Se va creando un caldo de cultivo que engendra odio y resentimiento de generación en generación y parece que no aprendemos. Siempre son los mismos los que ponen la otra mejilla, quizás así deba seguir siendo, pero detrás de todo esto hay unos irresponsables que se pondrán a salvo después de haberse forrado sembrando la semilla del odio, y que saldrán por patas por la frontera en cuanto vean lo suyo peligrar, ya sea su vida o su fortuna. Y nadie les podrá nunca juzgar por haber provocado que en un mismo país se odien los hermanos.

    Ojalá esto quede sólo en palabras y en un mero presentimiento, pero creo que algún día va a pasar algo, y ya me sé lo que dirán los políticos, los que han provocado esto por acción y los que lo han permitido por omisión. Hace poco murió un hombre asesinado por llevar unos tirantes de la bandera de España, ojalá no lleguen a ser dos. Esta semana han sido las cruces, otra serán los lazos, otra será un llavero, y otra una mala mirada y un día se prenderá la mecha de la violencia y nadie podrá pararla.

    Ojalá los españoles podamos, con nuestros escasos medios, prevenir antes que curar. Aunque los de allende nuestras fronteras algunas sigan intentando que algún día pase algo para seguir viviendo del cuento.

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    Doctora en Medicina especialista en Pediatría. He trabajado en proyectos de cooperación al desarrollo en Sudamérica y África. Exportavoz de Derecho a Vivir y diputada regional en Madrid por Vox desde 2019. Tengo la gran suerte de conocer una gran verdad científica: aquel que aparece en el mismo momento de la concepción es un ser vivo de la especie humana. Nuevo, diferente, único. No habrá otro igual a él sobre la faz de la Tierra. He dedicado parte de mi vida a proclamar esta verdad y a defender el derecho a la vida de cada uno de estos seres humanos.Es fácil. Me asiste la verdad y la certeza de que esta causa triunfará. Por eso estoy aquí.