Cruda realidad / Brexit: Salir de Europa es decir «sí» a Europa

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    Reino Unido realizó el pasado jueves el referéndum del 'brexit'.

    Lo que está en manos de los votantes britanicos supera con mucho sus propios intereses. Podría decirse que votan por nosotros, que votan por todos. Una solo tiene que repasar los análisis demoscópicos para ver quién está a favor del ‘Brexit’ -la clase media-baja y la clase trabajadora- y quienes de la permanencia en la Unión -las clases ‘educadas’ y altas-, porque es evidente quién gana y quién pierde en esta votación.

    También es ilustrativo echar un vistazo a la apabullante lista de personalidades e instituciones que apoyan vociferantes la permanencia de Gran Bretaña en la Unión Europea -todos los gobiernos europeos, la Administración Obama, las organizaciones internacionales, todos los partidos convencionales (de derecha tanto como de izquierda), los bancos, las multinaciones, lo más granado de la intelectualidad y del mundo de la cultura, el Baron Jacob Rothschild, el inversor internacional George Soros, los principales medios de comunicación- para darse cuenta de que lo que nos jugamos en este referéndum va mucho más allá de lo que parece a primera vista.

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    Desde que la Comunidad Europea dio el paso de convertirse en Unión Europa su meta ha sido un mega-Estado que anule las identidades nacionales

     Lo que está en juego es la civilización cristiana occidental. ¿Les parece dramático? Lo es. Desde que la Comunidad Europea decidió dar el gran paso de convertirse en la Unión Europea con el Mercado Único, ha sido su meta -tácita a ratos, otras de forma explícita- avanzar hacia un megaestado que borre y anule las identidades nacionales.

    El sacrificio, con ser altísimo, aun podría debatirse si fuera a reemplazarse con una identidad europea, que reconociera sus raíces, celebrara sus logros y luchara por sus valores. Pero tampoco eso está en los proyectos de nuestros eurócratas.

    La élite siempre ha sido impaciente con el patriotismo. La persona muy rica o muy poderosa, la que quizá desayune en Madrid, almuerce en París, tenga una reunión de trabajo en Berlín y cene en Venecia, no se siente tan cerca de sus supuestos compatriotas como de otros personajes de su clase, de esta tribu nómada y desarraigada para la que las fronteras son una irritante molestia y los amores patrios un sentimiento incomprensible y alarmante.

    El primer ministro británico, David Cameron, durante la rueda de prensa después de alcanzar el acuerdo/Fuente:EFE.
    El primer ministro británico, David Cameron/Fuente:EFE.

    Es esta la oligarquía que nos gobierna, la misma que tiene una prisa indecente por borrar toda huella de lo que ha hecho de Europa una realidad que rebasa la geografía y que ha dado al mundo la mejor civilización de la historia: el cristianismo.

    No podemos estar de acuerdo con Hilaire Belloc en que la fe sea Europa, pero es una evidencia histórica innegable que Europa es la fe, que eso es lo que le distinguió del resto de su entorno, lo que le definió a lo largo de la historia; cuando la Cristiandad perdió las orillas sur y este del Mediterráneo a manos de la Umma, se hizo sinónimo de Europa, el último bastión.

    Nada de eso tiene peso alguno en Bruselas, de donde ha salido la legislación más ferozmente anticristiana, las medidas más enemigas de la familia. Esa Comisión que ningún ciudadano europeo ha votado jamás es la que favorece por todos los medios la islamización del Continente –un Continente que se hizo, que se creó, por oposición a la civilización islámica-, la que amenaza con sanciones a Polonia por querer mantener sus raíces y su identidad, la que le lee la cartilla a Hungría por citar a Dios en su Constitución, la que promueve el aborto, la ideología de género y, en fin, todo lo que pueda debilitar a la familia y diluir la cohesión social para tener, al fin, un rebaño dócil de súbditos sin otros lazos que la obediencia a Bruselas y otras lealtades personales que las debidas a nuestros amos.

    Si las encuestas son fiables, el resultado estará muy igualado. No confío en exceso en la limpieza del proceso, es demasiado lo que se juegan las élites mundialistas, que han demostrado lo sucio que saben jugar con sus profecías apocalípticas y su indecente explotación del asesinato de la diputada laborista ‘Jo’ Cox.

    Si Gran Bretaña sale de la UE, su marcha podría acelerar la disolución de este tenderete podrido

    Pero hay, al menos, una posibilidad. Si Gran Bretaña sale de la UE, su marcha podría acelerar la disolución de este tenderete podrido; la Unión, si no desaparecer, podría verse obligada a fijarse más en los intereses de los pueblos que gobierna, dar de lado los grandiosos proyectos federalistas, atender a la identidad de los países y respetar las raíces de las que han surgido.

    Hay una posibilidad. Probablemente, casi con certeza, la última que consentirán. Y si, contra todas las fuerzas de este mundo, ganara el ‘Brexit’, seré la primera en alzar mi copa al grito de «¡Dios salve a la Reina!».

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