Las élites deben rebelarse de una vez contra la tiranía de las masas ignorantes para impedir que frenen con sus estúpidas decisiones –Trump, Brexit– el proyecto globalista, ha defendido en la prestigiosa Foreign Policy Magazine James Traube, miembro del Consejo de Relaciones Exteriores británico y heredero de la cadena Bloomingdale.
Decía Chesterton que al final de nuestras luchas ideológicas quedará una sola ideología: la de los ricos dispuestos a que nadie les amargue la diversión, y es esta una profecía que, como tantas del autor británico, parece estar cumpliéndose al pie de la letra.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraSi es fama que la política hace extraños compañeros de cama, la ideología de este fin de ciclo parece haber enloquecido en un magma de confusión, haciendo aliados a los anarquistas perroflautas de los magnates y reyes de las finanzas como el Barón Rothschild o el financiero internacional George Soros.
También vemos a los teócratas musulmanes avanzar de la mano de feministas y activistas gay, así que no podemos sorprendernos
Ha sido todo un espectáculo contemplar, tras el resultado del pasado referéndum sobre la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea, a riquísimos como Richard Branson pataleando al unísono de la progresía más joven y alternativa de Europa.
Pero, bueno, también vemos a los teócratas musulmanes avanzar de la mano de feministas y activistas gay, así que no podemos sorprendernos mucho más. Sí podemos, en cambio, sacar una terrible conclusión: la progresía se ha acabado convirtiendo en el arma ideológica de los más ricos para lograr sus objetivos.
El enemigo a batir es la gente normal, y si esa etiqueta parece insultante para el resto, la cambiaré por la mayoría, la clase media en su sentido más amplio, los que vivimos de un sueldo y no acabamos de salir de la facultad. Aquí incluyo a la clase obrera, que hace ya tiempo abandonó la miseria para incorporarse a la burguesía a poco que mantenga un empleo.
Jóvenes quemando las calles
Absolutamente ajeno, suponemos, a lo sangrantes que suenan sus palabras, Traub se muestra alarmado ante lo que denomina «revuelta ciudadana» -los villanos opinando, para entendernos-, denomina al ‘brexit’ un «rechazo total a banqueros y economistas» (escandaloso, ¿no les parece?) y un ejemplo de cómo el extremismo se está convirtiendo en la norma.
Pobres ricos, ellos tan a gusto construyendo su Estado mundial libre de trabas para acumular riqueza y nosotros, los simples mortales, arruinándoles la fiesta con nuestro estúpido apego a tradiciones, identidades nacionales, formas de vida y conceptos troglodíticos como fe y familia.
No es, por supuesto, que tengamos mucho que hacer. Ellos tienen el dinero, los grandes medios de comunicación, las ONGs, los organismos internacionales, la cultura, las universidades, los gobiernos y, oh maravilla, incluso las masas de jovenes que queman dóciles las calles creyendo oponerse a esa élite financiera que les financia y jalea.
El levantamiento de los ricos podría calificarse como «revuelta contra la familia», ese lugar donde uno está por ser él mismo
El levantamiento de los ricos podría calificarse como «revuelta contra la familia», ese lugar donde uno está por ser él mismo, sin que se exijan más requisitos ni depender de una función, opinión o actitud concretas. Y es, por eso mismo, un irritante obstáculo, al igual que las lealtades nacionales.
Si algo ha fallado en el cálculo de nuestros amos ha sido la impaciencia. Todo iba como la seda, la revolución sexual y sus derivados -aborto, divorcio express, descenso de la nupcialidad, baja en picado de la natalidad, feminismo, ideología de género- habían ya deteriorado la lealtad natural entre hombres y mujeres en el marco de la familia, el laicismo agresivo unido a un consumismo desatado había debilitado la fidelidad religiosa y la propia dinámica de la globalización estaba arrinconando el sentimiento nacional a un vago entusiasmo futbolero.
Pero han querido acelerar el proceso, ir demasiado deprisa, subir demasiado la temperatura de la olla, y la rana ha empezado a darse cuenta de que se estaba cociendo.