Cruda realidad / Menuda animalada

    Los simpáticos animalistas, que trajeron el Proyecto Gran Simio, los mismos que desean regularmente la muerte a toreros proponen sustituir la Ideología de Género por la Ideología de Especie. Ya no podrás decir “perra” sin ofender a las canes.

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    Nano Noruega Trans-especies
    Nano hace visibles a los trans-especies en la cultura de la diversidad y los nuevos derechos. (Fotografía: Canal de televisión P· NRK)

    Una hace tiempo que dejó de preguntarse dónde está el límite del disparate progre, pero la pasada semana quedé finalmente convencida de algo que sospecho desde hace años: no hay.

    Límite, quiero decir. No van a parar, nunca, hasta que se les pare, hasta que dejen de tener poder sobre la psique política y social, hasta que nos dé a todos la risa floja, hasta que deje de dar miedo decirle al emperador que va en pelota picada.

    Algunas personas creen que La Sexta da información.

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    Si decir que un varón es un varón y una mujer, una mujer, es no ya controvertido, sino ilegal, con la oposición de tipos tan moderados y conservadores como Paco Marhuenda, el fondo que hay que tocar para volver a la superficie de la sensatez no puede quedar muy lejos.

    Porque una vez que el último absurdo se consolida, ya no hay pausa e inmediatamente salta el siguiente. Leo en El Español que la próxima frontera es acabar con el ‘especismo’, es decir, la discriminación de las otras especies. ¿Se cree usted superior por ser Homo sapiens sapiens?

    En una concepción estrictamente materialista no hay razón para hacer distingos, para considerar que usted tiene más derechos que su perro

    Son los simpáticos animalistas, los que nos trajeron el Proyecto Gran Simio para dar derechos a determinados monos -discriminando vergonzosamente a macacos y otros- y los mismos que desean regularmente la muerte a toreros y honrados matarifes.

    La respuesta a todo esto desemboca en lo que constituye el núcleo duro de la progresía, su centro, su base, y que después de buscarla en tantas noches en vela la leí recientemente en el comentario de un o una tuitero/a: «La biología no existe».

    ¡Eureka! Esa es la Piedra Filosofal de la izquierda -en sentido amplio-, su fundamento intelectual: la naturaleza no existe, no hay una realidad inamovible, lo único real es el poder y desde el poder puede cambiarse cualquier cosa.

    De ahí que llamen a todo ‘constructo cultural’, desde la raza al sexo, pasando por lo que usted quiera. También, naturalmente, las distinciones entre especies, ¿por qué no?

    En una concepción estrictamente materialista no hay razón para hacer distingos, para considerar que usted tiene más derechos que su perro.

    Pero usted tiene raciocinio, me dirá. Bueno, quitando que es cuestionable que los perros no tengan algún tipo de racionalidad elemental, ¿por qué iba a ser ese el criterio para conceder derechos? ¿Acaso una persona el doble de inteligente que otra tiene el doble de derechos?

    Hay, sin embargo, dos problemas.

    El primero es que el razonamiento para justificar que un mono o una vaca tienen derechos puede seguir ampliándose hasta despertar el sentido del ridículo del animalista más fanático. Si la frontera entre los seres humanos y el resto del Reino Animal es artificial y arbitraria, cualquier línea que se intente trazar más allá también lo será.

    ¿Qué tienen de especial los mamíferos? ¿Por qué habrían de tener más privilegios que los reptiles, los anfibios o los peces? ¿Y de verdad un renacuajo es ontológicamente superior a una araña? ¿Según qué criterio, el tamaño?

    ¿Quién dice que haya que pararse aquí? Hay insectos pequeñísimos, no mucho mayores que una bacteria, otra forma de vida que sería especista discriminar. Y así, sin reconocer soluciones de continuidad -y cualquier biólogo le confirmará que no las hay, eso es la evolución-, llegamos a que un enfermo de sida no tendría necesariamente más derechos que el virus que le enferma.

    Si consideramos a los animales jurídicamente nuestros iguales, ¿habría que condenar a prisión mayor al león que devore una gacela?

    Por supuesto, ningún animalista defiende esto, porque trazan una línea, pero no es más artificial que la que ahora separa a seres humanos del resto de los animales. Es solo que no son muy coherentes y sí bastante sentimentales.

    Y el segundo problema es que considerar a los animales jurídicamente nuestros iguales llevaría a una de estas dos cosas: a aplicarles la ley, condenando a penas de prisión mayor al león que devore una gacela, o concluir que, puesto que no somos otra cosa que animales, debemos comportarnos como tales.

    En este segundo caso, naturalmente, podremos, sin sanción legal y con la conciencia muy tranquila, devorar un buen filete de ternera.

    Que es exactamente lo que me propongo hacer. Si me disculpan…

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