Trump y Putin se reúnen y el mundo enloquece. En su país salen políticos, responsables de agencias de inteligencia y medios acusando al presidente de Estados Unidos de ‘traición’ y animando a la desobediencia y el golpe de Estado.
¿Qué ha hecho? ¿Les ha prometido a los rusos una base militar en Florida? No. Se ha limitado a palabras amables, a decir que, aunque Rusia es evidentemente un rival, no tiene por qué ser un enemigo, y a negar, al alimón con el líder ruso, que el Kremlin y su campaña se conjuraran para darle la victoria en las presidenciales.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraEsto último está ya tan desmontado que da hasta grima traerlo a colación. Tirando del hilo, lo que ha salido es otra cosa muy distinta: una red de espías americanos decididos, primero, a que ganara Hillary y, después, a echar a Trump de la Casa Blanca a la menor brevedad.
«Un comentario leído en Facebook en un dudoso inglés procedente de una fuente desconocida, eso es lo que ha decidido el voto del tipo de Kansas»
Descartada la manipulación directa del voto, la investigación ha sacado a la luz una serie de espontáneos rusos que ponían ‘fake news’ en redes sociales. Sip, seguro que eso ha sido lo que ha decidido el voto de los norteamericanos. No la CNN, que está encendida y transmitiendo constantemente en todos los aeropuertos del mundo y atacaba ferozmente a Trump, no al New York Times, el diario más prestigioso del planeta, propiedad del millonario mexicano Carlos Slim y entusiasta partidario de Hillary Clinton, no: un comentario leído en Facebook en un dudoso inglés procedente de una fuente desconocida, eso es lo que ha decidido el voto del tipo de Kansas.
De hecho, esta demencial acusación ha sido la causa de que Trump redoblara la hostilidad oficial contra Rusia, poniéndonos a todos en riesgo de una guerra termonuclear en Siria, redoblando las sanciones contra Moscú e impidiendo que los líderes de dos superpotencias se reúnan como seres civilizados.
La principal acusación es que Trump se ha negado a estar antipático con Putin y que se ha puesto de su parte contra los propios servicios de inteligencia norteamericanos. Oh, bueno, quizá lo que debería haber hecho es reconocer que ganó fraudulentamente la presidencia gracias a las malas artes moscovitas, ¿no? En serio, ¿nos hemos vuelto locos?
¿Traición? Traición es la de unos cuerpos de inteligencia conjurados contra su legítimo presidente, y antes espiando a uno de los candidatos. ¿Injerencia rusa? Que Putin tuviera un favorito en las elecciones presidenciales americanas no solo es perfectamente legítimo, sino inevitable. Estados Unidos tiene un favorito en todas las elecciones sobre la faz de la tierra, Rusia incluida.
En cuanto a influir en las elecciones, Israel lo hace abiertamente con un lobby perfectamente respetable y muy poderoso, el AIPAC, y mucho más que Rusia ha ‘injerido’ México a través de sus ex presidentes o del empresario que controla el New York Times. Nada que objetar, si no hay manipulación de urnas, y ya nadie sostiene que la haya habido.
La verdad de todo esto es que Trump pone en peligro el dominio absoluto de un pensamiento único que, amenazado ahora, está volviéndose francamente peligroso, redoblando una agobiante propaganda, cercenando la libertad de expresión con leyes y vagas acusaciones de ‘fake news’ a quien se separe un milímetro de la ‘sana doctrina’ y, últimamente, poniendo en tela de juicio la propia democracia, desde el ‘Brexit’ hasta las últimas elecciones en Italia.
Lo he dicho alguna vez: Trump es un multimillonario hortera, soez, bocazas y narcisista. Dista tanto de un candidato que me atraiga como se pueda desear. Pero, simplemente, la alternativa es mucho peor; es, de hecho, terrorífica, como estamos viendo: un ‘establishment’ que prefiere que estalle una guerra mundial de consecuencias inimaginables antes de perder el poder sobre el planeta.