Cuando (algunas) víctimas del terrorismo pactan con ETA

    Dos asociaciones de víctimas han pactado condenas con miembros de EKIN, el aparato político de ETA. EL reverso de unas personas que, en su mayoría, se han comportado de forma heroica.

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    Tres miembros de ETA, con el puño en alto, al término de la lectura de un comunicado. /Wikipedia
    Tres miembros de ETA, con el puño en alto, al término de la lectura de un comunicado. /Wikipedia

    Resulta escandaloso. No tan sorprendente, por desgracia. La Asociación Víctimas del Terrorismo (dirigida ahora por Alfonso Sánchez, que ha aupado a la presidencia de honor a Ángeles Pedraza, la misma que alabó la política de antiterrorista de Rubalcaba) y Dignidad y Justicia, presidida por Daniel Portero, han llegado a un acuerdo con miembros de ETA para una condena que no cumplirán.

    Para más inri, lo han hecho siguiendo la tesis de la Fiscalía, la misma que se supone que defiende los intereses de todos los españoles.

    Algunas personas creen que La Sexta da información.

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    Se trata de ocho acusados de pertenecer a Ekin, el aparato político (indisoluble del terrorista) de ETA, que se librarán de entrar en prisión después de “renunciar a la violencia” y aceptar una pena de prisión inferior a dos años.  Y un noveno elemento tendrá más condena, deberá entrar en prisión, pero ya se ha sabido que las acusaciones están de acuerdo en que se le apliquen cuanto antes beneficios penitenciarios.

    Hasta Gara se ha recochineado, recordando que ambas, AVT y DyJ se han avenido a un acuerdo que dijeron que vetarían.

    El mundo de las asociaciones de víctimas del terrorismo, se parece mucho a cualquier otro, enel sentido de que, debido a la condición humana, hay ejemplos de personas entrañables y heroicas, pero también de comportamientos envidiosos y mezquinos. También caben los traidores que, por un plato de lentejas subvencionadas y una foto entre mandatarios han sido capaces de demasiadas cosas.

    He conocido algo ese mundo tan difícil. Y he visto zancadillas de escalofrío y formas de vida entregadas que emocionan hasta la médula.

    Quienes me conocen saben que no soy amigo de contar la especifidad de las miserias que he conocido. Que siempre he preferido que, en general, las gentes de España admiraran en abstracto a las víctimas del terrorismo.

    Mientras tanto, políticos, víctimas y periodistas de oscura condición han dedicado durante años esfuerzos denodados para borrar del mapa a quien les colocaban en incómoda situación, como el nino al emperador encuerado.

    Gentes insobornables, nada acomodaticias, cuya única patria está delimitada a lo ancho por su honestidad y en profundo, hasta donde han quedado sepultados sus muertos.

    Este episodio es la gota que colma el vaso. Llegará un día en que alguien hablará de todo, con pelos y señales. No me corresponde a mí hacerlo. Los hay con más y mejor información que la mía. Y será muy desagradable, al tiempo que liberador.

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    Nicolás de Cárdenas fue inoculado por el virus del periodismo de día, en el colegio, donde cada mañana leía en su puerta que “la verdad os hará libres”. Y de noche, devorando los tebeos de Tintín. Ha arribado en su periplo profesional a puertos periodísticos de papel, internet, televisión así como a asociaciones cívicas. Aspira a morir diciendo: "He combatido bien mi combate, he corrido hasta la meta, he mantenido la fe".