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¿Para cuándo la separación Hollywood-Estado?

Ronald Reagan fue el primer presidente que vino de Hollywood. En los años 50 y 60, la ‘fábrica de sueños’ permitía la diversidad que exige para el resto de la sociedad. Un actor o una actriz podía decir que votaba a los republicanos o que era anti-comunista sin miedo a represalias por sus opiniones. Había cierta correlación entre la pluralidad política de la sociedad de EEUU y la pluralidad de opiniones en Hollywood.

Desde los años de Bill Clinton (1993-2001), Hollywood se ha convertido en la ‘estrella de la muerte’ del Imperio Progre. La industria y sus miembros están volcados con todas las causas progresistas (aborto, gaymonio, Obamacare, calentamiento global, derrocamiento de Trump) y los candidatos demócratas que las abanderan.

Y no se permiten disidentes. A Jim Cavaziel le ha costado su carrera haber interpretado a Jesucristo en ‘La Pasión’. Es difícil que entre los productores, actores, directores y guionistas haya gentes de derechas o que declaren votar a los republicanos, salvo que estén casados con una Kennedy, como Arnold Schwazenegger, y adopten todo el catecismo progre.

Una de las reglas de Hollywood es que, pienses como pienses, debes aparentar ser un militante demócrata en público. “Te conviene, Bonasera.” La hipocresía como regla de conducta. Esta casta, mientras impone a los demás su concepto de la ‘pluralidad’ y la ‘diversidad’, quiere uniformidad y obediencia en su jardín.

HOLLYWOOD, QUE DIFUNDE LA DIVERSIDAD AL RESTO DEL MUNDO, PRACTICA LA UNIFORMIDAD Y LA OBEDIENCIA

Ya Obama fue más una creación de Hollywood que de los sindicatos obreros, un poder declinante en el Partido Demócrata, como en el resto de los partidos izquierdistas europeos.

El presidente saliente de EE.UU., Barack Obama, sale por última vez del Despacho Oval / EFE

En la campaña entre Hillary Clinton y Donald Trump, todo Hollywood se alineó con la primera. Sólo algunos consagrados, como Clint Eastwood y James Woods, rompieron la unanimidad.

Esta industria es cada vez más sectaria, ya que sus derrotas políticas aumentan el enfado de sus miembros. Como los ciudadanos no votan como las estrellas quieren, éstas les insultan y desprecian. Una conducta tan inteligente como la de los actores españoles… y con las mismas consecuencias: bajan las taquillas de las películas y las audiencias de los premios.

Una de las consignas más tópicas del progresismo es la de conseguir de una vez, dicen, la separación entre la Iglesia y el Estado. Pero no les molesta que Hollywood haya ocupado el Gobierno. En España, el socialista Zapatero nombró como ministra del ramo a una de las principales ‘lobbistas’ del gremio. Ángeles González-Sinde pasó de la Academia del Cine a dirigir el Ministerio de Cultura.

José Luis Rodríguez Zapatero

Un millón y medio de dólares para los Clinton

La repugnante conducta del productor Harvey Weinstein (por si no se ha enterado, cosa muy probable, exigía favores sexuales a actrices y empleadas) ha puesto de nuevo sobre la mesa la profunda relación que en Estados Unidos existe entre los dueños de Hollywood y la política.

En España tuvimos como embajador de EEUU a James Costos, ejecutivo de la cadena de televisión HBO y absoluto desconocedor de nuestro país, pero que contaba con dos atributos: al igual que Weinstein, recaudó fondos para Obama y, además, es activista gay. Ambas condiciones se repitieron en otros embajadores-misioneros nombrados por Obama.

Desde hace décadas, Weinstein figura entre los 100 mayores contribuyentes individuales a los demócratas. En cuanto se conoció su conducta, los receptores de sus dólares se apresuraron a comunicar que donarían una cantidad idéntica a asociaciones benéficas. Y es que si ha sido difícil para los demócratas haber apoyado a la esposa de un adúltero para la presidencia, igual de embarazoso sería, con su discurso feminista, tener como contribuyente a un maniaco sexual.

HIllary Clinton posa con la camiseta diseñada por una humorista anti Trump y proaborto.

Aparte de afirmar que desconocía las perversiones de su mecenas, la ‘preparada’ Hillary Clinton ha dicho que desconoce a cuánto ascendía la cantidad recibida y añadió que no la devolvería porque no podía, ya que ella y la Fundación volvían a donarlo a gente de confianza.

Sin embargo, un organismo federal calcula el dinero que Weinstein desembolsó para las campañas de los Clinton desde 1999 a 2016 y la Fundación Clinton en un millón y medio de dólares.

Las puertas giratorias

La importancia de Weinstein en la maquinaria demócrata no residía exclusivamente en los cheques que firmó, sino, además, en sus contactos entre las castas de Hollywood y Nueva York. El productor montó varias cenas para recaudar fondos. En 2012, cuando Obama se presentó a la reelección, ofreció una de éstas en su mansión de Connecticut con vistas al Atlántico en la que cada invitado debía pagar 35.800 dólares.

Aparte del dinero, también entregaba elogios. Para Weinstein, Obama era “el Paul Newman de los presidentes de EEUU” porque había promovido Planned Parenthood y defendido los derechos de las mujeres”.

Meryl Streep

La hija mayor de los Obama fue becaria en las oficinas de la productora de Weinstein en Nueva York. Asombra que su padre, al que durante ocho años le informaban el FBI, la CIA y otras agencias mandase, a la joven Malia a la cueva de un depredador sexual.

Más puertas giratorias entre los demócratas y Hollywood.

Anita Dunn, directiva de la campaña electoral de Obama y directora de comunicación de la Casa Blanca en 2009, ha ayudado a Weinstein a tratar con los medios en estos días.

¿Y dónde pasaron unas vacaciones los Obama después de dejar la Casa Blanca? En Tahití estuvieron en un carísimo hotel ecológico y allí subieron a uno de los yates más grandes del mundo, fletado por el cantante Bruce Springsteen , y donde coincidieron con otras dos estrellas, como Tom Hanks y Oprah Winfrey.

Se echan de menos los tiempos en que un ex presidente demócrata, Harry Truman, estaba casi arruinado.

Meryl Streep le llamó “Dios”

Cabe preguntarse cómo una persona con esa conducta ha permanecido impune durante unos 30 años (él y su hermano fundaron la productora en 1979). Entre las actrices que ahora han reconocido que Weinstein les ofreció fama a cambio de sexo, están Gwyneth Paltrow y Angelina Jolie. Meryl Streep, que le llamó “Dios”, ahora le repudia; como también hace la española Penélope Cruz. ¡Hasta la octogenaria izquierdista Jane Fonda asegura que algo sabía y que lamenta haber callado!

LOS WEINSTEIN Y LOS PEDERASTAS DE HOLLYWOOD TIENEN UN PARTIDO A SUS ÓRDENES

El escándalo estalló cuando el New York Times publicó un reportaje el 5 de octubre. ¿Por qué ahora? Una amiga que sigue la actualidad de EEUU me indica que esta exclusiva sobre uno de los hombres más influyentes del país se produce cuando el periodista James O’Kefee, cuyo Proyecto Veritas desveló el año pasado que los demócratas manejaban la manipulación de votos y actos de violencia en mítines de Trump, preparaba una serie de vídeos mostrando que la dirección del periódico manipula las noticias y las redes sociales en contra del presidente Trump y de los conservadores.

Trump firmando la prohibición de financiar a grupos pro aborto a nivel internacional / EFE.

¿Estamos ante un control de daños preventivo? “¡Cómo vamos a ser parciales si destronamos a uno de los príncipes de Hollywood! Nos ofende que duden de nuestra profesionalidad.”

Desde los años 30 ha sido frecuente en los movimientos sociales de EEUU arremeter contra un Hollywood depravado o corruptor de la moral y la juventud. Otro aspecto tan fundamental como la determinación del discurso políticamente correcto (el sacerdote hipócrita, el militar belicista, el derechista mentiroso, el salvaje bondadoso…) es esta colusión entre Hollywood y el Estado.

Porque está claro que los Weinstein y los pederastas que controlan esta industria tienen un partido político en el bolsillo.

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