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Donald Trump, ¿año triunfal?

Ilustración de Donald Trump/ Actuall-AMB

Ilustración de Donald Trump/ Actuall-AMB

Cuando faltan tres años para las siguientes elecciones presidenciales en EEUU, puedo decir que conmigo Donald Trump ya ha cumplido.

Por un lado, nombró al jurista Neil Gorsuch, de 50 años de edad, pro-vida y contrario a las tendencias socializantes y al activismo judicial, para la vacante que había en el Tribunal Supremo desde la muerte del conservador Antonin Scalia, nombrado por Ronald Reagan  en 1986. El Supremo, que es la institución más importante del país más importante de la Tierra, sigue con una débil mayoría conservadora que puede revertir algunas de las leyes más aberrantes y liberticidas de Obama.

La desolación de los progres

Y por otro lado me ha dado horas de carcajadas por el espectáculo de los súbditos y pretorianos del Imperio Progre echando espumarajos de rabia. Gracias a él contemplamos a los progres de Europa y América defendiendo como fuente de autoridad a la CIA cuando ésta afirmaba que Rusia ayudó a Trump a ganar las elecciones. ¡La misma CIA del fiasco de las armas de destrucción masiva en Irak y que intervino en el golpe de Chile en 1973, la CIA a la que consideraban un peligro para la democracia y un nido de conspiranoicos!

“¡Mira lo que dice la CIA!”, escuchaba en el bar y el autobús, y me tapaba la sonrisa aguantándome las ganas de replicarles: “¿Esa CIA que financiaba al PSOE y que no derrocó a Franco?”.

— “¡Mira lo que dice la CIA de Trump!” —“¿La misma CIA que aseguró que en Irak había armas de destrucción masiva?”

Menuda noche la que transcurrió entre el 8 y el 9 de noviembre de 2016. Creo que me fui a la cama a las 5 de la madrugada, a pesar de que tenía un viaje (salimos a la 1 de la tarde, añado). Y me fui esperanzado, cuando el recuento en Pensilvania, Carolina del Norte y Florida se decantaba por Trump. En Ohio, predictor de presidentes, la victoria del republicano había sido abrumadora.

Por la mañana, las caras de pasmo de los tertulianos eran indescriptibles. “¡Pero si según el New York Times Hillary tenía un 93% de posibilidades de ganar!” En Antena 3, Roberto Centeno defendió a Trump y cargó contra la soberbia de los progres presentes de tal manera que me pareció que uno de éstos se iba a levantar para agarrarle de las solapas.

Las encuestas previas a la votación daba como clara ganadora a Hillary Clinton con más de un 90% de intención de voto

Por ahora, Trump no ha podido cumplir la mayoría de sus promesas más sobresalientes, como completar el muro con México y derogar el Obamacare, debido en parte al boicoteo que le hace un sector de los republicanos. Por culpa de éste grupo, tan cercano a los demócratas que apenas se distingue de ellos en los asuntos principales (George Bush padre y Colin Powell votaron por Hillary Clinton), hasta su descomunal bajada de impuestos a las empresas y las personas puede quedar anulada, retrasada o amputada.

Así, para algunos Trump es un pato cojo, un presidente atado, antes de concluir la mitad de su mandato.

Sin embargo, en la China comunista, a la que ahora se aferran los multimillonarios del Club de Davos para mantener la globalización, se le ha dado un recibimiento asombroso: el primer dignatario extranjero en cenar en la Ciudad Prohibida desde la instauración de la República Popular en 1949. Ni Richard Nixon, cuando devolvió a China al mundo.

O Trump ha engañado a los chinos como a chinos o Xi Jinping no lee los periódicos occidentales.

El caos entre los demócratas

Me voy a poner serio por un momento. Escribió Alexis de Tocqueville en La democracia en América que todos los actos de los presidentes en ejercicio estaban movidos por su deseo de ser reelegido en las siguientes elecciones.

Hay algo que me hace ser optimista con respecto a Trump: las calamidades del Partido Demócrata

¿Podemos esperar que Trump no sólo concluya su mandato, dentro de tres años, sino que tengamos cuatro años más? La respuesta la podremos intuir en dentro de un año, cuando se hayan celebrado las elecciones de mitad de mandato en el Parlamento. Pero hay algo que me hace ser optimista: las calamidades del Partido Demócrata.

Los jerarcas demócratas se niegan a pararse y pensar por qué perdieron, con Hollywood, Wall Street, los medios de comunicaciones ‘serios’ y las grandes corporaciones apoyando a su imbatible candidata.

HIllary Clinton posa con la camiseta diseñada por una humorista anti Trump y proaborto.

Para Hillary Clinton todos tienen la culpa de su derrota, salvo ella

Mientras en España no se ha traducido ninguno de los libros que analizan la derrota de Clinton, como Shattered, en EEUU siguen apareciendo más. Esta es una de las diferencias entre un imperio pujante y un país decadente: el primero quiere conocer las razones de las cosas, el segundo está contento con sus prejuicios.

Hillary Clinton ya ha publicado su exculpación, en la que atribuye su derrota a los prejuicios contra ella por su sexo, a la incompetencia del Partido Demócrata y a que numerosas mujeres optaron por Trump por la presión de sus maridos, novios y jefes. Sin duda, el libro le dejará dinero, pero terminará por hundir su escaso prestigio.

Una candidata se compra el partido

La que fue presidente del Partido Demócrata desde julio de 2016 a febrero pasado, Donna Brazile, revela en otro libro, Hacks, unos hechos sorprendentes sobre el riesgo de la partitocracia para una democracia.

Brazile confirma que Hillary Rodham Clinton jugó con ventaja frente al senador Bernie Sanders en las primarias

El Partido Demócrata había adquirido una deuda de 24 millones de dólares en la campaña de reelección de Obama, en 2012, aunque el entonces presidente había recaudado 721 millones. Y antes de que comenzasen las primarias para elegir al candidato, Clinton se ofreció a saldar el resto de la deuda a cambio de que se le concediese a su gente control sobre la estrategia, las encuestas y todo el dinero recaudado del aparato del partido, que se debía de usar también para los cientos de candidatos que se presentaban a senadores y diputados federales y a cientos de legisladores y gobernadores estatales.

Brazile confirma que Hillary Rodham Clinton jugó con ventaja frente al senador Bernie Sanders en las primarias, aunque el aparato no manipulase las votaciones.

¿De dónde sacó Clinton el dinero para pagar las deudas del Partido Demócrata?

Por otro lado, plantea preguntas incómodas: la campaña de Clinton ¿detrajo  fondos a posta a otros demócratas… que perdieron frente a los republicanos?, ¿y de dónde sacó el Fondo para la Victoria de Clinton ese dinero?

Entre los grandes donantes y recolectores de dinero para Clinton destacaban numerosos financieros y multimillonarios, y también personajes creadores de opinión y modas ahora despreciados, como el productor cinematográfico Harvey Weinstein.

El productor Harvey Weinstein / EFE.

Para escándalo de muchos españoles, progresistas y no progresistas, el profesor Stanley Payne confesó que había votado a Trump porque creía que, en caso de que uno de los dos candidatos cometiera un delito, al republicano sería más fácil destituirle en vez que a su rival, dado el poder que había acaparado el matrimonio Clinton. Y, visto el dominio que la pareja ha tenido sobre el Partido Demócrata, acertó.

El legado de los Clinton ha sido un partido desmenuzado, shattered, lo que es la mejor garantía de victoria para los republicanos… si éstos no lo estropean.

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