El establishment se unirá para que Macron venza a Le Pen en la segunda vuelta

    El apoyo al ex ministro de Economía de Hollande tanto de Bruselas como de las oligarquías financieras ha surtido efecto: Emmanuel Macron se jugará la presidencia frente a Marine Le Pen en la segunda vuelta de las elecciones galas. El establishment da su victoria por segura.

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    El líder de En Marcha, Emmanuel Macron, y la líder del Frente Nacional, Marine Le Pen / Actuall
    El líder de En Marcha, Emmanuel Macron, y la líder del Frente Nacional, Marine Le Pen / Actuall

    En «La caída de Francia” Chaves Nogales retrata a una sociedad cobarde y pusilánime -auspiciada por las élites- que se negó a luchar y que dista mucho del país ganador de la Segunda Guerra Mundial que dibujaron interesadamente los aliados tras la ocupación alemana. «Las masas lo soportan todo menos la incomodidad material, física», escribió el periodista.

    Casi 80 años después pareciera que las masas siguen tragando con todo excepto con lo de comer, con eso no se juega. La estabilidad, el quedarnos igual aunque a veces duela, ese discurso que también ha triunfado en España, es el que, salvo sorpresa mayúscula, llevará a Emmanuel Macron (23,75%) al Elíseo dentro de dos semanas.

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    Macron, ese Albert Rivera a la francesa, es el candidato bendecido por Bruselas y por las oligarquías políticas y financieras francesas. El nino bonito del establishment que promete continuidad y continuismo a la V República. Se dice liberal pero al mismo tiempo elogia las bondades de la socialdemocracia, todo ello bajo el crisol del europeísmo más obediente. ¿Nos suena?

    De todos los posibles rivales en la segunda vuelta, el líder de En Marcha es el más difícil para Marine Le Pen (21,53% de los votos). La razón es simple: los votantes conservadores de Fillon siempre preferirán de presidente a un socialista -Macron fue ministro de Economía de Hollande- antes que al Frente Nacional, el verdadero enemigo del sistema.

    La prueba del algodón ha sido ver a François Fillon (19,91%) y Benoit Hamon (6,35%) pidiendo el voto para Macron el 7 de mayo cuando los resultados aún no eran oficiales. Un gesto que en realidad ha sido el día a día de la campaña electoral. Cualquier resultado era más o menos aceptable siempre que no ganara el Frente Nacional.

    Que la verdadera antisistema es Le Pen no hay duda. Basta comprobar el trato mediático ofrecido al Frente Nacional, al que se etiqueta de forma sospechosamente unánime de ultraderechista

    Hace tiempo que la prensa decidió señalar como enemigo a Le Pen antes que a los que aprietan el gatillo al grito de Alá es grande («Dios es grande», titulan ahora los periodistas más obedientes a la tiranía de lo políticamente correcto).

    Cualquier cosa vale con tal de generar confusión e identificar al verdadero peligro, por eso ya es habitual oír después de cada atentado la siguiente reflexión: «Lo malo de esto -repiten de forma nada espontánea- es que le da oxígeno al Frente Nacional». Miren ustedes, ¿qué importancia tiene que hayan muerto más de 230 personas en atentados yihadistas en suelo francés los dos últimos años comparado con la posibilidad de un país presidido por Le Pen?

    Conservadores, ¿de qué?

    Que la verdadera antisistema es Le Pen no hay duda. Basta comprobar el trato mediático -muy especialmente en España- ofrecido al Frente Nacional, partido al que se etiqueta de forma sospechosamente unánime de ultraderechista. Ultras. Apelativo que aquí jamás veremos emplear contra Podemos, Otegui o cualquiera de los representantes de los terroristas que hoy ocupan los parlamentos con normalidad democrática.

    Hay quienes comparan a Marine Le Pen con el general De Gaulle, pero los partidarios de la esperanza rubia prefieren evocar a Juana de Arco como último bastión de resistencia de un país que se niega a tolerar la tiranía. Ni la islámica ni la de Bruselas.

    En dos semanas sabremos si la Unión Europea salta por los aires o si por el contrario respira aliviada al frustrarse la promesa de Le Pen de convocar un referéndum si llega al Elíseo

    Otro capítulo merece el hundimiento de la izquierda clásica allende los Pirineos. Más allá de que la izquierda podemita de Melenchon haya obtenido el 18%, el candidato socialista, Hamon, obtuvo un 6%, una cifra muy lejana para pelear por la segunda vuelta. «Asumo la responsabilidad, es un castigo histórico y legítimo. Es una derrota moral para la izquierda», una reflexión cargada de humildad y realismo, un abismo comparado con las ‘victorias morales’ de Pedro Sánchez en las últimas elecciones.

    Otra de las grandes diferencias con los comicios españoles es que nuestro vecino galo muestra la bandera tricolor -y canta el himno- más allá del candidato que tenga ante sus narices.

    En dos semanas sabremos si la Unión Europea salta por los aires o si por el contrario respira aliviada al frustrarse la promesa de Le Pen de convocar un referéndum si llega al Elíseo. Lo normal es que ocurra lo segundo, que la mayoría de socialistas y conservadores -¿de qué?, cabría preguntarse- se decanten por Macron.

    En ese caso el apocalipsis anunciado tras el Brexit y la victoria de Trump seguirá estando por llegar.

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    Licenciado en periodismo por la Universidad CEU San Pablo de Madrid. Tomó la alternativa en Intereconomía -semanario Alba, La Gaceta, Los Últimos de Filipinas, Dando Caña, 12 Hombres sin vergüenza- de la mano de Gonzalo Altozano y Kiko Méndez-Monasterio, de los que aprendió incluso algo de periodismo. Más tarde escribió para los digitales La Información y Periodista Digital. Viajó a Irak antes que a Roma, le apasionan la Historia y la tauromaquia. Nazareno de Sevilla.