
La oligarquía de perversos que tiene secuestrada a la población de la isla de Cuba pretende festejar el 60 aniversario de la revolución comunista mediante la celebración de un referéndum que será amañado el 24 de febrero de 2019 para hacer una operación de marketing que permita perpetuar la tiranía castrista.
Por dicho motivo, los ciudadanos serios y responsables debemos denunciar la campaña de propaganda y exigir a los gobiernos de los países desarrollados que no den cobertura política a la publicidad infame de una dictadura comunista.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraAniversario de la dictadura en Cuba
Efectivamente, el 1 de enero de 1959 se produjo triunfo de la revolución comunista en Cuba que permitió la llegada al poder político del dictador Fidel Castro, después de la huida de otro dictador Fulgencio Batista.
Ambos sátrapas secuestraron las libertades políticas del pueblo cubano mediante la violencia en forma de represión y asesinato de los disidentes y opositores políticos, para lograr la imposición de una férrea dictadura que convierte la isla en una gran cárcel y permite gobernar Cuba como si fuese el latifundio de una familia.
Desde 1933 y 1940, con los golpes de Estado de Fulgencio Batista y, desde el año 1959, con el triunfo de la violenta revolución comunista de Fidel Castro, la población de la isla caribeña quedó secuestrada por una oligarquía de perversos que vivían y viven como millonarios mientras el pueblo padece pobreza, miseria, desabastecimiento, hambre, represión y cárceles.
Falso Referéndum: el lavado de cara de una tiranía
Con el referéndum, la tiranía comunista pretende realizar un lavado de cara del régimen, reconociendo tibiamente el papel del mercado y la propiedad privada, y ofreciendo cierta seguridad jurídica a las inversiones y negocios privados, para satisfacer los intereses de los empresarios que se enriquecen a costa de comprar los favores de los prebostes del país.
El artículo 21 de la nueva Constitución de cuba introduce diversas formas de propiedad: “a) socialista de todo el pueblo, b) cooperativa, c) mixta, d) de las organizaciones políticas, de masas y sociales, e) privada y f) personal”
Lamentablemente, se mantendrá el férreo control “colectivista” de los trabajos, los precios, las producciones y los intercambios comerciales que seguirán orientados en favor de una oligarquía de perversos que detenta en exclusiva el poder político en la isla de Cuba; como una dramática versión real de la Granja, de la explotación cerrada e inmisericorde, que describió George Orwell, aplicada sobre un territorio como Cuba con 109.884 kilómetros cuadrados y 11,5 millones de personas secuestradas por una tiranía.
Tal y como declara el diario Gramma con fecha 29 de febrero de 2019: “La Constitución es hija de la revolución” y, de hecho, el texto final del proyecto de Constitución fue aprobado con fecha 22 de diciembre de 2018 por la Asamblea Nacional del Poder Popular constituida por miembros de un partido único: el Partido Comunista de Cuba.
El artículo 21 introduce diversas formas de propiedad: “a) socialista de todo el pueblo, b) cooperativa, c) mixta, d) de las organizaciones políticas, de masas y sociales, e) privada y f) personal”.
Sin embargo, el artículo 20 de la nueva Constitución señala que: “En la República de Cuba, rige el sistema económico basado en la propiedad socialista de todo el pueblo sobre los medios fundamentales de producción, como forma de propiedad principal, y la dirección planificada de la economía, que considera y regula el mercado, en función de los intereses de la sociedad”.
El pobre pueblo cubano es ‘guiado‘ como si se tratase de modernos esclavos: sin tener la libertad de decidir, reunirse, asociarse; sin poder actuar por sí mismos; sin tener la libertad de elegir dónde y cómo trabajar
Esta redacción permite que los dirigentes del Partido Comunista de Cuba sigan manteniendo secuestrados los destinos vitales de los millones de personas que malviven en la isla de Cuba, aumentando la capacidad para atraer inversiones controladas por la oligarquía, lo que les permitirá nutrir bien sus cuentas en paraísos fiscales, perpetuarse en el poder e intentar extender su modelo de negocio a otros países como Venezuela, Nicaragua, Colombia o México.
Mientras tanto, el pobre pueblo cubano es ‘guiado’ como si se tratase de modernos esclavos: sin tener la libertad de decidir, reunirse, asociarse; sin poder actuar por sí mismos; sin tener la libertad de elegir dónde y cómo trabajar, producir e intercambiar lo que les venga en gana y lo que crean más conveniente para buscar la felicidad de sus familias.
Estado Policía
La vigilancia permanente de un Estado Policía, el control absoluto del ‘Gran Hermano’ orwelliano por medio de los agentes, la policía y el ejército, han conformado un Estado Leviatán en los países comunistas como Cuba, Venezuela o Corea del Norte, donde los derechos civiles de los ciudadanos son aplastados en favor de los intereses de una oligarquía de perversos.
De hecho, la palabra democracia se menciona una única vez entre los 224 artículos de la nueva Constitución de Cuba. El artículo 96 indica que los órganos del Estado se integran y desarrollan su actividad sobre la base de los principios de la «democracia socialista» que es equivalente a la «no-democracia«, puesto que gira en torno a la elección de cargos públicos que, previamente, han seleccionado y designado los dirigentes de un único partido que controla las vidas del país.
A partir de 1991, Venezuela fue el país elegido por los dirigentes cubanos para lograr el petróleo a bajo coste a cambio de su asesoramiento sanitario, educativo, político y militar
La dictadura comunista de Cuba, pretende mostrar el referéndum sobre la nueva Constitución como un ejercicio de garantía de «democracia participativa», en lugar de la «democracia multipartidista» que es donde los ciudadanos puedan elegir entre opciones diferentes y libres.
Nada más lejos de la realidad, el referéndum en las dictaduras comunistas se trata de un ejercicio de marketing político puesto que los procesos electorales son controlados férreamente por el único partido existente y, como vamos a explicar, son adulterados.
Adulteración de los referéndums y procesos electorales “democráticos”
Cuba ha sido el país que ha pilotado el proceso de involución institucional de Venezuela desde una democracia multipartidista hacia una tiranía comunista con elecciones adulteradas. Desde la caída del muro de Berlín en 1989, fue perdiendo paulatinamente el apoyo de la antigua URSS y tuvo que buscar opciones geopolíticas para conseguir los recursos energéticos que Rusia le proveía a muy bajo precio.
A partir de 1991, Venezuela fue el país elegido por los dirigentes cubanos para lograr el petróleo a bajo coste a cambio de su asesoramiento sanitario, educativo, político y militar. Fue a partir de 1999, con la llegada de Hugo Chavez al poder en Venezuela, cuando Cuba logró la influencia que buscaba. Desde el año 2004, según señala la ex directora general del Consejo Nacional Electoral, Ana Mercedes Díaz, comenzaron a producirse las adulteraciones en los procesos electorales de Venezuela. Últimamente, han sido informados los fraudes por los medios de comunicación como El Confidencial, El Mundo, Libertad Digital, ABC y Actuall.
Recientemente, el investigador y disidente venezolano Guillermo Salas ha explicado en una entrevista la implicación del régimen comunista de Cuba en los fraudes electorales de Venezuela:
“El mismo día de la llegada de Chávez bloquea todas las vías para que nadie lo pueda sacar del poder. Por supuesto, una de las primeras que bloquea, en 2003, es la vía electoral. Encarga al régimen cubano reorganizarle el sistema electoral. Estos envían a Venezuela al vicerrector de la Universidad de Ciencias Tecnológicas de Cuba, José Lavandero García. Lavandero convierte al organismo electoral venezolano, en una fábrica de hacer fraudes, que tiene como centros la adulteración del registro de electores y al voto electrónico.”
Estos antecedentes auguran que el referéndum del próximo 24 de febrero en Cuba será igualmente una pantomima, un acto de mero marketing político, por parte de una dictadura comunista que quiere lavar su imagen internacional para intentar perpetuarse en el poder.