Desde su nacimiento como organización terrorista, ISIS ha usado las redes sociales como elemento central de su estrategia, que le ha permitido superar rápidamente a los competidores veteranos como Al Qaeda. Las redes sociales sirven para coordinar la organización y, por supuesto, para infiltrarse en el “territorio enemigo”, es decir, Occidente.
Lo que empezó en 2012 con el vídeo del asesinato coreografiado de James Foley, distribuido por el mundo en cuestión de segundos por un ejército de cuentas de Twitter, se ha convertido en una red terrorista mundial casi imposible de combatir.
En lugar de adiestrar a sus reclutas en campos de entrenamiento locales, ISIS emplea su ciber-estrategia para manipular a sus adeptos en Europa, Estados Unidos, África y Asia. Cuando lo decide, puede activarlos en modo tropa de asalto, como hizo en el atentado de la sala Bataclan de París, o en la matanza de San Bernardino, California, cuando convenció a un ciudadano estadounidense y a su esposa de asesinar a 14 compañeros de trabajo en una fiesta.
Hace una década era impensable que un terrorista islamista pudiera convertirse desde Siria en “cibercolega” de un adolescente europeo o estadounidense. Mientras escribo centenares de reclutadores del Estado Islámico están usando las redes para captar nuevos adeptos en el mundo entero.
En las plataformas como Facebook y Twitter, empleadas como medio de comunicación casi exclusivo por las generaciones audiovisuales, se mezclan los formatos de ficción –encabezados por el cine– con la información que difunden los medios informativos.
Las generaciones jovenes del mundo entero tienen una creciente dificultad para distinguir la realidad de la ficción
Debido a esta interacción frenética de formatos en las redes sociales, las generaciones jovenes del mundo entero tienen una creciente dificultad para distinguir la realidad de la ficción, que clasifican indistintamente según les parezca más o menos cool, más o menos “glamurosa”.
ISIS emplea esto a su favor, creando vídeos con un fuerte componente cinematográfico, para atraer a los jovenes. El Estado Islámico ha logrado en pocos años labrarse una imagen de élite poderosa que emplea un proceso de “auto-radicalización” con sus víctimas occidentales.
El adolescente europeo con un iPhone –o con acceso al de un amigo o pariente– está expuesto a todo tipo de impactos externos, desde la publicidad hasta a la captación por parte de un grupo terrorista.
Conviene tener presente que muchos jovenes occidentales de familias musulmanas de segunda y tercera generación sufren lo que podríamos llamar el “síndrome del refugiado occidental”, que vive en un mundo opulento con la frustrante sensación de no formar parte de él y condenado a ser un outsider de por vida.
ISIS representa la mano tendida de una élite poderosa que ofrece a los adolescentes una meta idealizada y una redención
En este contexto, ISIS representa la mano tendida de una élite poderosa que ofrece a estos adolescentes una meta idealizada y una redención. En el caso de las mujeres jovenes conviene destacar la presión mediática que se ejerce sobre ellas –constante en redes sociales visuales como Facebook, Pinterest e Instagram– para que cumplan con los exigentes estándares de belleza occidentales, apoyados en el consumo de prendas y productos asociados con la moda y con un estilo de vida inasequible en estos tiempos de crisis.
La posibilidad de huir de esta presión y cubrirse de la cabeza a los pies con una vestimenta islámica puede ser para muchas mujeres jovenes una solución instantánea para la frustración y el estrés social del mundo occidental.
Los factores centrales de la campaña de captación de ISIS son: la alienación resultante de la globalización, la frustración de los jovenes occidentales nacidos en familias musulmanas de segunda y tercera generación, la estrategia del miedo, el poder de las redes sociales, la manipulación política y religiosa, las nuevas élites, la crisis de valores y la inestabilidad económica.
El Islam seguirá siendo un mundo paralelo caracterizado por una injusticia y una rigidez comparables a las del Medievo
Mientras la poblacion musulmana femenina permanezca aislada del mundo civilizado, el Islam seguirá siendo un mundo paralelo caracterizado por una injusticia y una rigidez comparables a las del Medievo. De todo ello hablamos el miércoles 2 de marzo en el Parlamento Europeo, en la jornada “Contra la radicalización de las jovenes occidentales”, organizada por Beatriz Becerra, europarlamentaria de UPyD.
Los medios de comunicación tienen el deber moral de informar adecuadamente sobre ISIS, al tiempo que desde Occidente se debe tender la mano a quienes luchan contra el Estado Islámico en los países donde está asentado.
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