A la hora que los periodistas llegábamos a la noche electoral que organiza la embajada americana en Madrid, nuestra política nacional se entretenía en uno de sus debates de altura: el PP quiere prohibir los memes de los políticos en las redes sociales. El impacto de la noticia fue tal que a punto estuvieron de cerrar los colegios electorales en Oklahoma y Dakota del norte.
A las 9 de la noche un grupo de música llamado «The Honest» subió al escenario y tocó «Losing my religion». Si lo hacen queriendo no les sale. La noche, mucho más austera que la de hace cuatro años, se prolongó por los caminos del pop -nada de country, claro- incluso con temas españoles como «La chica de ayer”, que bien se la podrían haber dedicado a Hillary Clinton.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraTodo muy extraño, casi tanto como que estas elecciones hayan derribado uno de los mitos más ibéricos: el de la España cainita. Porque todos los partidos con representación parlamentaria en la carrera de San Jerónimo se han inclinado por Clinton. Hasta Pedro Sánchez viajó a Estados Unidos para arropar a Hillary. No es no, Donald.
Han sido unas elecciones tan diferentes a todas las demás que en España hemos visto en el mismo barco -y sin riesgo de motín- a Rajoy, la gestora socialista, Rivera e Iglesias
Han sido unas elecciones tan diferentes a todas las demás que en España hemos visto en el mismo barco -y sin riesgo de motín- a Rajoy, la gestora socialista, Rivera e Iglesias. Desde la Transición no se entonaba un prietas las filas con tanto descaro.
Y aquí hay que detenerse en Podemos. El mismo Pablo Iglesias que en España clama contra los bancos, los poderes financieros y la casta, ha apoyado a la candidata del establishment en Washington y Nueva York. Una noche a la cama con Goldman Sachs y a la mañana siguiente de vuelta con las emergencias sociales, que ya hemos visto que abarcan desde un desahucio a la venta de un piso protegido.
La bellísima Melania
Será que al final, a la hora de la verdad, los cuatro grandes partidos españoles están en la misma trinchera, más allá de las aparentes rencillas de cada día. Es la globalización, el signo de nuestro tiempo, que todo lo absorbe y deja poco margen para alternativas.
Precisamente una de ellas es Donald Trump, que más que a Hillary se ha enfrentado al sistema y al grueso de la prensa. De la capacidad del magnate de ocupar la centralidad -es decir, la atención mediática- nos dimos cuenta en la fiesta cuando la aplastante mayoría de los invitados (120 de ellos votaron a la demócrata y 13 al republicano en las elecciones ficticias organizadas por la embajada) pasó de Hillary y prefirió fotografiarse junto a la figura de cartón de Donald. Y eso que al lado no tenía a la bellísima Melania.
Del PP, por cierto, desfiló por la fiesta Pablo Casado, dicen que el futuro del partido, y se mojó tanto como suele hacerlo su jefe, o sea, nada: gane quien gane, las relaciones con Estados Unidos seguirán iguales, aseguró. Trajo la lección bien aprendida de casa.
Que el Partido Popular sólo haya enviado delegados a la convención del Partido Demócrata cuando tradicionalmente lo había hecho en ambos quizá también sea una pista de todo lo que ha rodeado el duelo Hillary-Trump.
La irrupción del embajador James Costos («Jaime Ostos», le dio a mi corrector ortográfico por escribir) en la fiesta fue tan diplomática como su cargo. ¿Empeorarían las relaciones con España con Trump en la presidencia? Larga cambiada: «Esperamos que siga habiendo buenas relaciones en los próximos años». Y de poner en duda la imparcialidad y transparencia de las elecciones en Estados Unidos, nada de nada. «Nuestras elecciones son libres e imparciales, así ha sido durante más de 200 años de democracia».