Establece el tópico que el español es un ser individualista acérrimo, indómito, opuesto a toda orden exterior y por tanto negado para proyectos colectivos. No sé cuánta verdad hay –o hubo- en esa idea. En el gozne de los siglos XVII y XVIII otros tópicos describían a los ingleses como levantiscos y rebeldes, hasta el punto de que el primer rey europeo decapitado por unos republicanos lo fue casi siglo y medio antes que Luis XVI, y a los franceses como dóciles a sus autoridades, poco antes de que Francia abriera la era de las revoluciones.
De lo que estoy convencido es que desde hace unas décadas los españoles son los ciudadanos europeos más obedientes a la corrección política. Cuando a un español le llaman a casa o le paran en la calle para hacerle preguntas para una encuesta política, se pone a pensar a toda velocidad en que tiene que contestar lo más progre y lo más ‘in’, que es lo que ha escuchado en una televisión, a su cuñado progre o a los compañeros de trabajo en el bar.
Así sale que los españoles son los más progresistas, los más antitrumpistas, los más europeístas, los más ‘gayfriendly’… Seguimos siendo más papistas que el papa, sólo que hemos cambiado de predicador: en vez del papa de Roma, el tertuliano de La Sexta. Si no me cree a mí, amigo lector, crea a sus compatriotas.
Más estatistas que los suecos y los franceses
Con motivo del referéndum del Brexit, un 64% de los españoles era partidario de que los britanicos permanecieran en la Unión Europea; y todavía más, un 74%, votaría a favor de que España siguiera en la UE, en un porcentaje diez puntos superior al de los alemanes y veinte al de los franceses.
El porcentaje de españoles partidarios de que el Estado tenga la principal responsabilidad a la hora de garantizar que todos los ciudadanos gocen de un nivel de vida digno (encuesta de la Fundacion BBVA) es el 74%, sólo superado por Italia, pero muy por encima de la opinión en Francia y Suecia, que no alcanza el 60%.
Otra encuesta de Ipsos-Mori a nivel mundial revelaba que el 84% de los españoles está convencido de que aquel será un mal presidente
En las elecciones presidenciales de EEUU, Donald Trump sólo habría obtenido un 3,1% de los votos de los españoles, según el barómetro de laSexta Noticias. Ya después de que Trump tomase posesión de su cargo, otra encuesta de Ipsos-Mori a nivel mundial revelaba que el 84% de los españoles está convencido de que aquel será un mal presidente. ¡El porcentaje más alto de los encuestados, casi de congreso del partido comunista búlgaro… o del PP! Y semejante convicción nace en un país en el que el partido más votado es tradicional aliado del Partido Republicano.
Y la encuesta más divertida, hecha por Amnistía Internacional: un 97% de los españoles está dispuesto a acoger “personas refugiadas” “en su casa, barrio o país”. Hay encuestas que si se descuidan al tabularse los datos dan un apoyo al mandamiento políticamente correcto por encima del 100%.
Me dirá usted, querido lector, que las encuestas, sobre todo después de lo que hemos vivido en 2016, más que para conocer la opinión pública, están para dirigirla, y que son tan fiables como las célebres escopetas de feria o las mulas que vendían los gitanos en las ferias de ganado.
En 2008, cuando el rey Juan Carlos I cumplió 70 años, una encuesta de Sigma Dos aseguró que los españoles valoraban con una nota de 7,89 el papel del monarca
Y tiene usted razón. Pero déjeme que me defienda: la veneración de los españoles por los mandamientos del Imperio Progre viene de muy atrás. En 2008, cuando el rey Juan Carlos I cumplió 70 años, una encuesta de Sigma Dos aseguró que los españoles valoraban con una nota de 7,89 el papel del monarca; además, el 82,9% creía que la Monarquía estaba asentada en España y sólo un 12,8% se sentía republicano. En esos momentos, los principales partidos (PP, PSOE y CiU) y los medios de comunicación dominantes (El País, ABC, El Mundo, la SER…) martilleaban a los ciudadanos con el mensaje de que la Corona era lo mejor que nos había pasado nunca, casi mejor que la reconquista de Granada.
Sólo seis años después, la misma Sigma Dos entregó una encuesta en la que el 65% de los españoles reclamaba la abdicación de Juan Carlos I y ésta, oh casualidad, se produjo seis meses más tarde.
En 2003, según el barómetro del CIS, un 91% de los españoles declaró que estaba en contra de la invasión militar de Irak. Sin embargo, unos meses después, hubo elecciones municipales y los candidatos del Gobierno del PP, que había respaldado en la ONU la intervención, obtuvieron casi un 35% de los votos y empataron con el PSOE. Como dijo la lenguaraz Maruja Torres (y voy a suprimir las palabrotas): “Por cada millón de personas que se manifestaba existían cuatro millones que callaban sabiendo que iban a votar a Aznar”.
El encuestado miente por miedo al “qué dirán”
Al comparar la realidad con los pronósticos vemos que éstos son mentira, pero no porque las empresas las manipulen (o no únicamente), sino porque los españoles mienten al contestarlas.
¿Conoce usted a algún vecino, familiar, compañero de trabajo o político en ejercicio que haya metido a un refugiado en su casa?
Supongo que Pedro Sánchez debió de creerse las encuestas que decían que los españoles querían sentar a un mocetón sirio o iraquí en su casa y afirmó en el Congreso en abril pasado que “la solidaridad nos obliga a ir a buscar a los refugiados” a Turquía. En las elecciones de dos meses después, Sánchez perdió otros 100.000 votos y cinco diputados, y ahora anda buscando por España militantes que le voten en vez de refugiados.
¿Conoce usted a algún vecino, familiar, compañero de trabajo o político en ejercicio que haya metido a un refugiado en su casa? No, ¿verdad? ¿Pero a que sí conoce muchos que gimen por la suerte de los pakistaníes que escapan de una guerra que no hay en su país e insultan a Trump porque no deja entrar en EEUU a los somalíes y quiere construir un muro en la frontera con México?
Otra encuesta de 2016 aseguraba que el 94% de los españoles está a favor de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero… pero cada vez circulan más coches por las carreteras y ciudades.
Para definir esta conducta más que hipocresía yo empleo el término ‘hipogresía’: haz como yo te digo, no como yo hago.
Por ello, pronostico que las encuestas que se hagan sobre los vientres de alquiler y la eutanasia, los nuevos objetivos del Imperio Progre para ‘empoderarnos’ (y reducir el déficit de la Seguridad Social), darán porcentajes abrumadores a favor de su legalización.
Y será no porque los españoles aprueben esas conductas, sino porque saben que éstas son políticamente correctas y, además, porque los españoles, que hace siglos se indignaban si se ponía en duda su honra o su limpieza de sangre, hoy temen, como las viejas a los ratones, ser llamados fachas.
¡Qué triste! Un pueblo aplastado por el miedo al “qué dirán” cuatro progres viejos y sus becarios.
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