Estamos peor que ayer

    PSOE puede gobernar con Podemos; PP obtiene el peor resultado de su historia, Ciudadanos y los nacionalistas crecen y Vox obtiene menos de lo esperado. ¿Qué ha pasado? En mi opinión, la fuerte movilización de Vox ha provocado la movilización paralela de la izquierda, más absentista.

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    Imagen de la sala de información oficial de las elecciones generales de 2019. /EFE
    Imagen de la sala de información oficial de las elecciones generales de 2019. /EFE

    El 28A se salda con el peor resultado posible. El PSOE afianza su hegemonía de la izquierda con 123 escaños, el 28,7% del electorado. Los comunistas de Podemos pierde 29 pero mantiene 42, “suficientes” para pactar un gobierno de coalición de izquierdas. No suman los 176 requeridos, pero basta con que en segunda vuelta obtengan más síes que noes.

    Otra alternativa sería el pacto con Ciudadanos, sumando 180 diputados de mayoría absoluta. El PSOE no lo descarta. “Sin cordones sanitarios”, dice Sánchez. Pero su gente, la que se congregaba frente a su sede de Ferraz lo tiene claro: “Con Rivera, no”. ¿El resultado final? Tras las autonómicas y locales del mes que viene y los intercambios correspondientes. Paciencia.

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    Además, los nacionalistas catalanes pasan de 17 a 23 escaños. ERC sube de 9 a 15, pero Junts per Catalunya también aguanta con 7. El victimismo de la cárcel y el juicio al ‘procés’ tiene réditos. Tampoco les ha ido mal a los nacionalistas vascos. Los proetarras de Bildu pasan de 2 a 4 y los ‘moderados’ del PNV ganan uno y se sitúan en 6.

    Enfrente, el derrumbe. El PP se desinfla hasta 66 diputados, “muy mal resultado”, reconoce Pablo Casado. El peor de la historia popular. En Barcelona sólo consigue un diputado, el de Cayetana Álvarez de Toledo. En el País Vasco desaparece. Javier Maroto, jefe de campaña, pierde su escaño… El PP sólo gana en Ávila, Salamanca, Lugo y Orense.

    Vox, que esperaba alcanzar un mínimo de 15% se queda en el 10,26% lo que le da 24 diputados. La ‘fiesta’ de Colón se convirtió en funeral. Caras tristes y banderas sin ondear. El resultado siempre es igual al resultado real menos las expectativas y estas últimas estaban infladísimas.

    Su secretario general, Javier Ortega Smith quiso animar el ambiente con slogans de campaña. Lo consiguió. Posteriormente, Abascal lanzó varios mensajes: “Hoy estamos peor que ayer, pero por eso somos más necesarios que ayer”. Advertencia al PP: “La única responsabilidad la tienen los que tuvieron 186 escaños y no fueron capaces de oponerse a la izquierda”. No. No parece que haya integración PP-Vox. Lo que parece más seguro es una ‘guerra civil’ en el PP y un desinfle de las expectativas de Vox en las locales, autonómicas y europeas.

    Y una tercera advertencia: “Ninguna mayoría habilita para una reforma constitucional que permita un referéndum”. Una venda antes de una herida probable tras el crecimiento de los nacionalistas y la irresponsabilidad de las izquierdas.

    ¿Qué ha pasado? En mi opinión, la fuerte movilización de Vox ha provocado la movilización paralela de la izquierda, tradicionalmente más absentista. Un crecimiento del 9% en la participación ha beneficiado más a las izquierdas que a las derechas. La polarización del voto ha forzado el tablero a la izquierda. “Que vienen los fachas” de Sánchez ha sido mucho más eficaz que el “que vienen los rojos” de Rajoy.

    Pero además, vivimos en una sociedad ‘izquierdizada’ durante 40 años por un sistema hegemónico político y mediático. Una sociedad ‘fofa’ que ‘premia’ el discurso de Rivera de que la eutanasia y los vientres de alquiler son “modernos”. Los ‘viernes sociales’ han encantado a una sociedad socialdemocratizada ajena al peso de la deuda y su financiación.

    Vencer a los socialdemócratas de todos los partidos y a las fuerzas segregadoras exige de una enorme pedagogía: participación en tertulias, creación de series, impulso de medios, etc. Una batalla cultural de medio plazo que exige coraje, dedicación, inteligencia y audacia. Zamora no se ganó en una hora.

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    Soy economista de profesión y periodista de vocación. Como decía José Ignacio Rivero, director del Diario de la Marina, decano de la prensa de Cuba (otros tiempos), "el periodismo es en lo externo una profesión y en lo interno un sacerdocio". Colaboro en diversos medios y soy editor de campañas de CitizenGO.