Pablo Echenique es uno de esos podemitas argentinos o peruanos que se lo debe todo a España, en su caso hasta la vida, y se lo devuelve con insultos y planes para convertir nuestro país en un suburbio de Caracas. Hace unos días, escribió el siguiente tuiteo:
“Este verano estuve unos días descansando en Berlín. En el mismo centro de la ciudad hay un monumento triste e inmenso para recordar el holocausto. Los turistas aprenden sobre el terror del nazismo en decenas de museos por toda la ciudad. Ojalá un día en España consigamos lo mismo”.
https://twitter.com/pnique/status/1033389627288248320
Vaya, vaya, vaya. Así que para el diputado de las Cortes de Aragón por Podemos en Berlín no hay más que nazismo (recordad niños: está prohibido decir ‘nacional-socialismo’).
Si en España se construye un memorial sobre el Holocausto, habría que reconocer a Franco como salvador de 46.000 judíos
¿Encontró tiempo Echenique para visitar el Museo de la Stasi, la terrible policía política de la Alemania comunista, que tuvo un confidente o agente por cada 63 personas, una proporción mucho más alta que la Gestapo, que disponía de un policía por cada 2.000 ciudadanos, o el Memorial del Muro de Berlín, construido, vulnerando los acuerdos entre los vencedores de la guerra, para impedir que las masas hambrientas del mundo capitalista cruzasen al paraíso socialista, según la versión de los comunistas?
La extrema izquierda ha convertido el anti-nazismo o anti-fascismo (¡qué más da!), en uno de sus reclamos, hasta el punto de afirmar que el Día de Europa, el 9 de mayo, celebra la derrota del III Reich, cuando en realidad conmemora la llamada Declaración Schuman. Otra manera, por burda que sea, de convertir a quienes critiquen el comunismo, o Bruselas en ‘neonazis’.
Sin embargo, dudo de que en España se levante un memorial a las víctimas del Holocausto, porque, ¿en qué lugar se colocaría a Franco?
“Recordad niños que nunca debéis decir ‘nacional-sococialismo’, sino nazismo, so pena de quedaros sin recreo”
El argumentario que repite toda la izquierda para justificar la ‘memoria histórica’ es que: “Franco era un dictador (¡lo dicen sin que les tiemble el un músculo de la cara los admiradores de Lenin, Stalin, Fidel o Maduro!) que se encaramó al poder con la ayuda de Hitler y luego fue aliado del alemán en la Segunda Guerra Mundial”.
La frase tiene la ventaja de que se puede espetar sin tener que tomar aire en un programa de radio o una tertulia de bar, pero prácticamente no contiene ni una verdad. El más útil aliado que tuvo Hitler para desencadenar su guerra fue Stalin, con el que se repartió Europa Oriental en el Pacto Nazi-Soviético, firmado en agosto de 1939, que dio origen al Día Europeo de Conmemoración de las Víctimas del Estalinismo y el Nazismo, aprobado por el Parlamento Europeo.
Stalin invadió parte de Polonia, se anexionó Lituania, Letonia, Estonia y una región rumana, atacó Finlandia, intercambió prisioneros con Hitler y suministró petróleo y hasta caucho comprado en la India a los británicos a Alemania. Mientras tanto, el soviético se preparaba para caer sobre Europa, pero Hitler se le adelantó en el verano de 1941.
El aliado más útil que tuvo Hitler fue Stalin, no Mussolini, que le causó muchos problemas, ni Franco, que se negó a entrar en la guerra
¿Colaboró Franco con Hitler de manera similar a como lo hizo Stalin? Basta leer a uno de los historiadores que mejor han estudiado esos años de sangre, Fernando Paz, para concluir que no. Franco puso la economía española en manos de los británicos ya en 1940, antes de la ofensiva triunfal del Reich en Noruega, Francia y Bélgica y, además, rechazó todas las promesas y las amenazas de los alemanes e italianos para que introdujese a España en la guerra.
Puesto que la historia se está reduciendo a una interminable lista de víctimas y agravios, permítame, amigo lector, que en esta ocasión recurra a ella. Si Franco era aliado, admirador y deudor de Hitler, al menos colaboraría con él en el exterminio de los judíos, ¿verdad?
Pues el franquismo hizo lo posible por salvar a 46.000 judíos de los campos de exterminio y las cámaras de gas. Para ello invocó el decreto aprobado por otro dictador, Miguel Primo de Rivera, que concedía la nacionalidad española a los descendientes de los sefardíes y, aunque había caducado, lo extendió a otros judíos. Naturalmente, semejante heroicidad no habría podido realizarse sin la labor de muchos diplomáticos españoles, de los que el más conocido es Ángel Sanz Briz, que en ocasiones pusieron en riesgo sus vidas.
La izquierda nos conduce a un mundo donde siempre será 14 de abril de 1931 por la tarde
Como escribió Max Mazin en una cita que recojo en mi libro Eternamente Franco: “Sé que España salvó las vidas de docenas de millares de hermanos nuestros por diversos procedimientos y hubiera salvado muchas más de haber tenido oportunidad de nacerlo. El nombre de España es una de las poquísimas luces que brillan en la larga y oscura noche que vivió el pueblo judío durante los trágicos años del nazismo”.
¿Franco enfrentado a Hitler para salvar judíos? No sólo imposible, sino ofensivo, tan ofensivo como las mujeres negras que votan a Donald Trump.
No a fumar. No a beber. No a las corridas de toros. No al circo. No a las fronteras…. Y no a los hechos
Por esta razón, yo creo que Echenique se quedará con las ganas de que tengamos en España un museo sobre el Holocausto. Al menos hasta que la izquierda no haya completado su plan de reeducación general, de prohibición de los discrepantes y de expurgación de bibliotecas y hemerotecas.
No a fumar. No a beber. No a las corridas de toros. No al circo. No a las fronteras. No a la Iglesia. No a los chistes. No a los piropos. No a la monarquía. No a la prisión permanente revisable. No a la urbanidad. No a los suspensos. No a la Navidad. No a España. No a la Formación Profesional. No a los planes de pensiones. No a Franco…. Y por supuesto no a los hechos.
La izquierda nos lleva (en taxi o en Uber, que tampoco importa) a un mundo donde el calendario nunca avanzará. Siempre será 14 abril de 1931.
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