La invasión de España por la frontera de Ceuta -llamemos a las cosas por su nombre- es uno de los episodios más representativos de la errática legislatura de Pedro Sánchez.
En primer lugar, por la gravedad de los hechos: 600 inmigrantes cruzan de golpe la valla (cuando en los siete primeros meses del año sólo 517 la habían cruzado); 22 guardias civiles son heridos por armas improvisadas -pero armas al fin-: sprays, cal viva, lanzallamas de fabricación casera; y el Gobierno socialista sesteando…
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraEn segundo lugar, por la responsabilidad de Pedro Sánchez con el efecto llamada que provocó su estreno con la invitación del Aquarius. Todas las mafias de la emigración han tomado nota de que el PSOE invita a los sinpapeles a entrar en España hasta la cocina, y tomar posesión de su casa. Y que además queda impune agredir a la Guardia Civil con cal viva.
«Estamos ante una vuelta de tuerca del rey corrupto Mohamed VI sobre las plazas norteafricanas»
Y en tercer lugar, porque estamos ante una vuelta de tuerca del rey corrupto Mohamed VI sobre Ceuta -y ya es un clásico veraniego: sobre Melilla-, ante la debilidad e inoperancia de las autoridades españoles. Es de justicia subrayar que la responsabilidad no es exclusiva de Sánchez, ya que los Gobiernos que le antecedieron (de derechas y de izquierdas) poco hicieron por evitar la doble presión demográfica y migratoria de Marruecos para convertir la frontera sur de la Unión Europea en un colador.
Pero Sánchez ha llegado con su buenismo de postal de UNICEF y tanto las mafias como Rabat le han tomado la medida. Según Ignacio Cembrero, especialista en el Magreb, Marruecos le ha pedido al Gobierno español vehículos, helicópteros, material antidisturbios y radares por valor de 60 millones de euros para contener la migración irregular. El cuento de nunca acabar: o pagas o relajo los controles fronterizos y te inundo de inmigrantes.
Y esto es sólo el principio. Porque las pateras están convirtiendo el Estrecho de Gibraltar en un puente y en Cádiz ya no dan abasto con la oleada de inmigrantes.
En 2018 han llegado a territorio español 20.000 inmigrantes ilegales, casi un 90% más que el año anterior. Y como dice Pablo Casado “No es posible que haya papeles para todos”.
El problema más grave no es que Sánchez no tenga una política de inmigración -que conjugue la ayuda humanitaria con la seguridad-, lo más grave es que no tiene un proyecto de España.
«Si Sánchez no cree en España ¿cómo va a defender su unidad y la integridad de sus fronteras?»
Si Sánchez no cree en España –y lo ha demostrado porque la ha definido como “nación de naciones”-, ¿cómo va a defender su unidad y la integridad de sus fronteras?. Si no cree en España no es extraño que tire de demagogia barata concediendo ayudas a los inmigrantes mientras deja tirados a más de tres millones de españoles en paro.
Llueve sobre mojado. Llevamos décadas permitiendo pequeñas invasiones, abriendo las puertas y privilegiando al extranjero, por encima del español, permitiendo que el cuco se apodere del nido, como titulaba César Vidal un famoso y polémico editorial en el que describía la ganga de ser musulmán en España: ayudas al alquiler, becas para libros y pensión sin cotizar, mientras el español autóctono es injustamente discriminado.
Los gobiernos no sólo no apuestan por defender la familia y fomentar la natalidad, sino que abren la puerta a nuevos Muza y Tarik.
El Zapatero-bis que nos gobierna se lleva la palma. De la Alianza de Civilizaciones hemos pasado al Aquarius y a la invasión por Ceuta. Una plaza que, como Melilla, está en el filo de la navaja. Así lo advertía el Instituto Elcano: «Melilla será muy pronto, si no lo es ya, una ciudad básicamente bereber y árabe, y Ceuta le seguirá los pasos más tarde«.
Adivinen cuál será el siguiente capítulo.
Post Data.– Ante la pasividad del Gobierno Sánchez, Casado y Rivera ya han anunciado que se desplazarán a Ceuta para conocer la situación y mostrar su apoyo a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Bien está, pero llegan con días de retraso. Javier Ortega Smith fue el primero en hacerlo. A Vox lo que es de Vox.