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Habemus Presidenta Trump

Donald Trump, acompañado por su esposa Melania y sus hijos Barron, Ivanka y Eri

Donald Trump, acompañado por su esposa Melania y sus hijos Barron, Ivanka y Eric /EFE

Mientras la aspiradora gigante de la crisis catalana sigue succionando la actualidad política española, en Estados Unidos suceden acontecimientos tan disparatados o más, que también bordean los límites de la legalidad y de la constitucionalidad democrática.

En un ciclo mediático donde la noticia más llamativa desbanca a las demás, el anuncio de los “Premios Fake News” de Trump ―algo así como los “Galardones a los Medios Más Mentirosos”― puede hacer olvidar el repunte económico que ha traído su rebaja fiscal, mientras el término coloquial de ‘país mierdero’ usado por el presidente estadounidense para referirse a Haití puede devorar los datos sobre la Fundación Clinton como organización que habría desviado fondos, entre ellos tres millones de dólares para financiar la carísima boda de Chelsea Clinton en Astor Courts.

Este furor mediático incluye el revuelo en torno al recién publicado Fire and Fury de Michael Wolff, cuyo título procede de una frase del propio presidente Trump este 8 de agosto, cuando aseguró en una conferencia en su finca de Bedminster, Nueva Jersey, que si el dictador norcoreano Kim Jong Un continuaba con sus amenazas recibiría un contraataque de “fuego y furia sin precedentes en nuestra historia”.

Del libro de Wolff destaca el retrato de Ivanka Trump, a quien el autor define como “la persona inteligente de la familia”

Wolff usó esas dos palabras con sonoridad faulkneriana para titular su libro sobre el día a día en la Casa Blanca que, sin haber cumplido dos semanas a la venta, está en los primeros puestos de las listas y ha vendido más de un millón de ejemplares.

Del aluvión caótico de información que contiene el libro, procedente de 200 entrevistas con personas próximas al presidente en su entorno diario laboral, destaca el retrato de Ivanka Trump, a quien Wolff define como “la persona inteligente de la familia”, en opinión de todos sus parientes.

En el libro Fire and Fury se describe su paso de chica lista y estudiosa pero algo bobalicona y obsesionada con las compras a mujerona con imagen de princesa Disney, tan invulnerable, trepa y protagonista como su madre Ivana, que habría sido de hecho la creadora del “Estilo Trump”.

Recordemos que a finales de marzo de 2017 la Casa Blanca anunció que iba a proporcionar a Ivanka Trump un “empleo federal no remunerado” como asesora presidencial. Diez meses después ella y su marido, Jared Kushner, forman un tándem laboral gratuito con sus correspondientes despachos y zonas laborales en la famosa ‘ala oeste’ de la Casa Blanca (la de ella en la planta superior).

Pese al escándalo que produjo en su momento esta noticia, el hecho de que no perciban un solo dólar de los impuestos de los contribuyentes les galvaniza a ambos ante la Ley Federal contra el Nepotismo, que prohíbe expresamente a los presidentes contratar parientes como cargos públicos.

Lo excepcional de la ‘super-hija’ de Trump no es esta vitalidad, sino el hecho de haber remodelado por completo el concepto del ‘hijo presidencial’

Como señala Wolff en su libro, Ivanka Trump es inasequible al desaliento, cosa que comparte no solo con su padre ―a quien las críticas parecen servir de combustible―, sino con su madre, una clásica superwoman de la década de 1980-90.

Pero lo excepcional de la ‘super-hija’ de Trump no es esta vitalidad, sino el hecho de haber remodelado por completo el concepto del ‘hijo presidencial’, que ha pasado de un puesto anodino cuyo principal objetivo era huir de la prensa al de un personaje oficial con una visibilidad casi mayor a la del propio presidente y, de hecho, superior al de Primera Dama que le hubiera debido corresponder a Melania.

En Fire and Fury, Wolff nos cuenta que Ivanka, siempre maquinando para afianzar su ―¿surrealista?― cargo gubernamental, se comporta como “la auténtica esposa de Trump”.

La primogénita del presidente de Estados Unidos tenía treinta y cinco años cuando su padre llegó a la Casa Blanca, por lo que había rebasado sobradamente la edad de una adolescente juerguista que se dedica a esquivar cámaras de televisión por los pasillos del instituto como hacía Chelsea Clinton.

Ivanka ha llegado a sustituir a su padre durante las reuniones del G-20 o promovido una iniciativa propia en el Banco Mundial

Cuando se convirtió en ‘hija magna’, Ivanka Trump trabajaba en la problemática inmobiliaria de su suegro ―Kushner Companies― mientras montaba su propia empresa de ropa, que ahora es un éxito desde que ella es la ‘luminaria presidencial’.

Del libro de Wolff se desprende que Ivanka trabaja incansable y poco convincentemente en su nueva faceta política, pese a una falta de experiencia evidente, habiendo llegado a sustituir a su padre durante las reuniones del G-20, participando en conversaciones telefónicas con altos dignatarios, promoviendo una iniciativa propia en el Banco Mundial, desayunando con la presidenta de la Reserva Federal y tomando decisiones nacionales en el ala oeste de la Casa Blanca.

Pero esto no se queda ahí, ni mucho menos. Ivanka Trump, según nos revela el libro Fire and Fury, se ve a sí misma como la futura presidenta de Estados Unidos. Y detrás de todo este engranaje con la inimitable ‘Marca Trump’, la posibilidad de que los hilos los mueva sigilosamente desde su propio despacho del ‘ala oeste’ un personaje que entró en la órbita Trump cuando un amigo común les montó un almuerzo ―¿con todo esto en mente?― para que se conocieran: Jared Kushner.

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