50 años de historia de esta rosquilla me llevan hoy a pensar contigo, al olor del café que acompaña nuestro dulce, que no te voy a descubrir que el mundo es redondo, redondo como el donuts, redondo como….
Veamos. A este pensamiento que hoy nos acompaña me ha llevado Teresa García de Noblejas.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahora— Rosana —me dijo— ¿Sabes la penúltima moda que se han inventado las consultorías para decirle a las empresas cómo tienen que contar lo que hacen para que parezca que hacen más y mejor que otros y así puedan aumentar sus clientes y obtener más beneficios?”
— No. ¿Cuál sería?
— ¿Recuerdas que hace unas décadas el sello imprescindible de la compañía ‘guay’ era la ecología?
— Recuerdo -asentí-.
— Después, en los años 90, la creciente corrupción obligó a ‘vender’ ética. Y proliferaron decálogos, logotipos, buenas prácticas, anuncios, declaraciones grandilocuentes, cursos, seminarios, jornadas, publicaciones, artículos especializados… Un sinfín de herramientas para decir, con lenguaje políticamente correcto y abundantes anglicismos, obviedades. Es decir, lo que nuestros abuelos y padres nos enseñaban con refranes o consejos sencillos en castellano puro: ‘Niño, no ensucies’, fundamento esencial de las políticas ‘verdes’. O aquello de ‘quien roba un sello, roba un camello’, la guía más breve de buenas prácticas contra la corrupción empresarial y general.
La agenda LGTBI en la empresa es una ridiculez que se intenta vestir con sentido
Puesto que todo lo que me dice Teresa me resulta del mayor interés, seguía su conversación con la paciencia y la curiosidad que me caracterizan…
— Otro mantra de principios de este siglo fue la ‘conciliación’. Las empresas tenían que ayudar a conciliar. Y otra vez jornadas, cursos, seminarios para mostrar (‘dime de qué presumes’…) que las empresas contribuyen a que las personas tengan una vida fuera del horario laboral. Y se hicieron gimnasios y guarderías en los parques empresariales para superar los exámenes de conciliación empresarial y obtener la calificación de ‘excelente’. Mientras, las madres con hijos pequeños siguieron haciendo malabarismos para llegar a todo. Pero formaban parte, eso sí, de una empresa “familiarmente responsable” que les obligaba a trabajar catorce horas diarias o en las que el jefe -o la jefa- les ponía mala cara si tenían que ausentarse de una reunión para llevar a un niño al médico.
— Teresa, por favor, ¿dónde quieres llegar?
— A que a principios del siglo XXI algún avispado se ha inventado que lo que se tiene que imponer en cualquier organización es la ‘diversidad’.
— ¿Sabes qué, querida compañera? Escribe, por favor, escribe para Actuall y me lo cuentas, nos lo cuentas a todos.
Y así, gracias a su inestimable ayuda he tenido conocimiento acerca de qué va el tema trans, homo, lesbi… -eso que llamamos LGTBI- en la empresa.
Y hoy lo comparto contigo con este desayuno redondo, redondo como un donut, esférico como la tierra que algunos vieron plana. Teresa y yo navegaremos hoy como Magallanes y Elcano para demostrar de una manera práctica una obviedad: la agenda LGTBI en la empresa es una ridiculez que se intenta vestir con sentido. ¿Te sumas a la aventura, ‘actualler’? ‘Aunque la mona se vista de seda…..’ La excusa de la discriminación cansa. Las empresas pliegan velas para favorecer a grupos minoritarios. ¡Más de lo mismo!
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PD: Deconozco si Donuts® tiene esta política de empresa.