He tenido recientemente una brevísima charla con el profesor Contreras sobre el mediático psicólogo clínico Jordan Peterson, tan de moda ahora como Ben Shapiro en sus diatribas de pura lógica y sentido común contra la llamada «ideología de género», una forma de pensamiento -si es que llega a tal categoría- que ya el sofista Gorgias postuló cinco siglos antes de Cristo, y que Sócrates refutó con tanta brillantez que pagó la osadía de enfrentarse al relativismo con su vida.
Nadie, a derecha e izquierda, pone en duda el rigor y la honestidad intelectual y moral de Sócrates.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraLos #LGTB de la época lo asesinaron. Nada nuevo.
Pregunté, pues, a un amigo que prefiere mantener el anonimato sobre el canadiense Peterson. ¿Hay que temer por su vida? He aquí su respuesta. Y dejo abierto, si me permiten, el debate.
Lo que hay que salvar por encima de todo es el proyecto de la Ilustración, es decir, de la sustitución del ethos cristiano, del modo trascendente de concebir la polis
Lo que hay que salvar por encima de todo es el proyecto de la Ilustración, es decir, de la sustitución del ethos cristiano, del modo trascendente de concebir la polis. Ahora, la marcha elegida, la opción preferida, es la que todos tenemos delante, el descenso enloquecido y acelerado hacia el nihilismo políticamente correcto. Esta es la meta de los arquitectos de todo este asunto. Pero una buen estrategia tiene siempre un plan de contingencia, un Plan B, por si falla la ofensiva prevista. Y es claro que puede fallar y hay indicios de que podría estar fallando. Hay un límite a lo que una civilización puede soportar sin reaccionar, por muy condicionada que esté. Para ese caso, por si eso sucede, quieren ser ellos los que aporten también la solución al mismo problema que han creado, quienes nos proporcionen el antídoto a su veneno: la oposición controlada. Así, si hay una reacción demasiado fuerte a su locura, surgirán alternativas completamente opuestas a la marcha progresista pero no al progresismo en general; una reacción que, a pesar de serlo, no resulte reaccionaria y salve la sacrosanta Ilustración, de modo que pueda retomarse el proyecto por otro cauce. Eso es Jordan Peterson, y otros.