La cárcel reinserta, al menos a los separatistas catalanes

    El dogma progre asegura que la cárcel debe estar orientada a la reinserción social de los delincuentes, a fin de cuentas pobres víctimas de la sociedad capitalista. Pocos éxitos ha conseguido el sistema penal, salvo con los golpistas catalanes, que ahora se han vuelto pacíficos y constitucionalistas.

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    Cuxart, Sánchez, Forcadell y Mondó han renegado del 1-O para mejorar su situación penitenciaria y legal.
    Cuxart, Sánchez, Forcadell y Mondó han renegado del 1-O para mejorar su situación penitenciaria y legal.

    ¿La cárcel reinserta a los delincuentes? Pues en el caso de los más conocidos, no. Los etarras liberados vuelven a sus pueblos sin un solo gramo de arrepentimiento y los violadores, una vez sueltos, repiten su conducta.

    El que fue el preso español más antiguo, Miguel Montes Neiro, pasó 36 años en las cárceles españolas. Una campaña sentimentaloide, basada en que nunca había cometido ‘delitos de sangre’ (concepto que no existe en el derecho penal español) consiguió en 2012 que el Gobierno de Rajoy le indultase. Al año siguiente se le detuvo por robo.

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    Sin embargo, la cárcel, la aplicación de la ley y los tribunales (bueno, y las demandas presentadas por VOX) están demostrando una asombrosa capacidad de reinserción de los líderes del separatismo catalán.

    Los ‘Jordis’, Oriol Junqueras, Joaquim Forn, Chiarello, Carme Forcadell, Carles Mundó dicen, desde la cárcel o las ruedas de prensa, que ellos son muy buenos, muy pacíficos y muy cumplidores a la Constitución.

    La desesperación de los encarcelados por obtener la libertad les conduce a hacer de chivatos y cargar las culpas en otros camaradas del golpe, como Trapero

    Uno de ellos, Forn (el que separó a los asesinados en el atentado yihadista de las Ramblas entre víctimas catalanas y españolas), no sólo lloriqueó ante el juez, el fiscal y el abogado de VOX, sino que hizo de chivato: culpó de la colaboración de los Mossos con la organización del referéndum ilegal del 1 de octubre al jefe directo de los uniformados, Josep Lluís Trapero.

    El exconsejero de Interior de la Generalitat de Cataluña, Joaquim Forn y el exmayor de los Mozos de Escuadra, Josep Lluis Trapero.
    El exconsejero de Interior de la Generalitat de Cataluña, Joaquim Forn y el exmayor de los Mozos de Escuadra, Josep Lluis Trapero.

    Visto el comportamiento de los nacionalistas catalanes de alcurnia con los criados que les sirven, me parece que Trapero, hijo de un taxista de Valladolid y nacido en Santa Coloma, acabará ‘comiéndose el marrón’, como le ocurrió a Josep Dencàs, consejero de Gobernación en 1934 que huyó por las alcantarillas después de la proclamación del ‘Estat Catalá’.

    ¡Qué papelón están haciendo los ‘emancipadores’ catalanes!

    Si planeas destrozar una de las naciones más antiguas de Europa, deberías estar dispuesto a sudar, sufrir y sangrar

    Si quieres romper uno de los Estados-nación más antiguos del mundo, que sobrevivió a una invasión de Napoleón, que se libró de las guerras de religión y de las dos guerras mundiales y que ha sido la octava potencia industrial del mundo; si quieres imponer un nuevo régimen político a la mitad de los catalanes; si quieres que la comunidad internacional te acepte como reconoció a Eslovenia, Lituania y Croacia… tienes que estar dispuesto a sudar, a sufrir y a sangrar.

    George Washington, El Empecinado y José de San Martín se jugaron la vida. Y los irlandeses y polacos que se alzaron en 1916 y 1944 contra los británicos y alemanes, respectivamente, la perdieron.

    Los tiempos han cambiado y ya no hace falta luchar con espada o fusil de chispa para derrotar al enemigo, pero queda feo dar órdenes a la carne de cañón por medio de un iPhone y luego cruzar la frontera en un coche.

    Ni Junqueras ni Puigdemont ni Pujol (¡no nos olvidemos del ‘capo di tutti capi!’) podrían repetir las palabras de San Pablo a los corintios:

    “¿No sabéis que en el estadio todos corren, pero uno solo gana el premio? Corred, entonces, de manera que lo ganen. Los atletas se privan de todo, y lo hacen para obtener una corona que se marchita; nosotros, en cambio, por una corona incorruptible.”

    ¡Dispuestos a someterse a las leyes españolas para no seguir comiendo hamburguesas quemadas! ¡Qué ejemplo para las generaciones futuras! En la república de Catadisney habría que encargar un relato oficial, como en la URSS se ocultó que Lenin y sus camaradas habían vuelto a Rusia con billetes de tren pagados por el káiser Guillermo.

    Las mentiras y la cobardía de los ‘libertadores’ no parecen haber moderado el entusiasmo de la tropa catalanista por sus generales

    Una tras otra se han demostrado falsas las promesas de los ‘libertadores’ a sus masas: los bancos no se iban a marchar, la Unión Europea reconocería la república de Catadisney, todos los catalanes sueñan con lo mismo…

    Y ahora los miembros del futuro panteón de héroes de la independencia dicen ante los jueces ‘extranjeros’ que ellos acatan la Constitución Española y que la proclamación de la república fue un acto sin trascendencia jurídica ni política.

    ¿Qué pensarán los supuestos apaleados por la Policía en la jornada memorable del 1 de octubre, Día del Caudillo?, ¿que sus ‘queridos líderes’ están aplicando una genial estrategia para salir a la calle y volver a sublevar a las masas?

    Me temo que la cobardía de los generales no causará la desbandada de la tropa, porque el mundo catalanista se ha convertido ya en una secta, inmune a cualquier dato o hecho de la realidad.

    Dos pruebas. Una encuesta de El País según la cual sólo el 24% de los catalanes quería proseguir con el ‘prucés’, pero que hasta el 46% estaba dispuesto a votar a los partidos que lo habían puesto en marcha y lo apoyaban (el 21-D ese porcentaje fue del 47%).

    Es decir, un 22% de los catalanes reconocía que el gran y único proyecto de los separatistas desde hacía cinco años había fracasado, pero iba a premiar con su voto a esos partidos. Como si los godos derrotados por los musulmanes estuvieran dispuestos a volver a llamar a éstos.

    Los catalanistas han premiado con sus votos a un político que huyó al extranjero, en vez de a otro que está en la cárcel por proclamar la independencia

    Y la segunda prueba es que en las pasadas elecciones del 21-D los creyentes del catalanismo han premiado con sus votos antes a un huido a Bruselas que a un encarcelado por aplicar el ‘mandato democrático’: la lista de Puigdemont superó a la Junqueras.

    “Me arrepiento de lo que hice, señor juez”; “yo no fui, señoría, fue Trapero”, “yo no voté la independencia en el Parlamento, se lo juro”… Fidel Castro tuvo más dignidad ante el tribunal que le juzgó.

    Semejante ridículo podría ser el comienzo del fin del separatismo, o al menos de la pérdida de su hegemonía en la sociedad catalana; pero sólo si hubiese verdadera voluntad en ‘Madrit’, tanto en el Gobierno nacional como en la partitocracia, de oponerse a un movimiento golpista que pretende la destrucción de España.

    Aunque los políticos sólo se mueven por poder, ya sea por conseguirlo o ya sea por mantenerlo, no olvidemos que hay mucho de pantomima en esta crisis. Todos ellos, en Barcelona y Madrid (y Bruselas), quieren mantener en marcha las bicicletas en las que van, porque si se paran se caen.

    Visto el efecto regenerador de la cárcel, convendría mantener más tiempo en ella a los golpistas y, también, a los corruptos, al menos hasta que éstos devolvieran lo robado. ¿No le llama la atención, querido lector, que ni Podemos haya propuesto reformar el Código Penal para supeditar la libertad de los corruptos a la entrega del dinero del que se apropiaron?

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    Cuando me digo por las mañanas que el periodismo es lo más importante, me entra la risa. Trato de tomarme la vida con buen humor y con ironía, porque tengo motivos para estar muy agradecido. Por eso he escrito un par de libros con mucha guasa: Bokabulario para hablar con nazionalistas baskos, que provocó una interpelación en el Congreso por parte del PNV, y Diccionario para entender a Rodríguez el Progre. Mi último libro es 'Eternamente Franco' (Homo Legens).