En pleno verano la campaña electoral estadounidense ha dado un giro que muchos consideran definitivo, con una caída en picado de la intención de voto favorable a Trump. Pero tal vez el golpe más serio que haya recibido el candidato republicano sea el de una sucesión de políticos conservadores que han hecho pública su intención de votar por primera vez en la vida a Hillary Clinton.
El Partido Republicano, fundado en 1854, hace 162 años, atraviesa la que muchos consideran la mayor crisis de su historia. El grupo “Republicans for Hillary” parece resumir bien el sentimiento de cientos de miles de republicanos que se proclaman abochornados por un partido capaz de presentar a la presidencia de Estados Unidos a un candidato como Donald Trump.
Recuperando el espíritu de tolerancia de Theodore Roosevelt –uno de los presidentes republicanos más admirado en Estados Unidos, junto con Abraham Lincoln–, hacen suya la frase “Amigos, renegaré y repudiaré a todo hombre de mi partido que ataque con injurias y abusos a un adversario de cualquier otro partido”.
Mientras la prensa estadounidense se pregunta abiertamente si Trump podría ser “el asesino de la derecha”, las redes sociales echan humo con mensajes sobre las ratas que abandonan el barco republicano.
Susan Collins, senadora republicana por Maine, se acaba de sumar al grupo de renegados de Trump, simbolizando lo que parece ser ya un abismo entre las mujeres estadounidenses y el candidato republicano (contrario a que las “señoras” trabajen fuera de casa, según ha dicho públicamente).
En una durísima columna de opinión publicada el lunes 8 de agosto en The Washington Post y titulada “Por qué no puedo apoyar a Trump”, la senadora Collins explica que el completo desprecio a la decencia no puede justificarse como una batalla contra la corrección política.
Collins asegura estar espantada ante el interminable chorreo de comentarios crueles que hace Trump, en especial sus ataques a personas incapaces de defenderse, por no tener poder ni estatus, o porque hacerlo supondría jugarse el empleo. Esta humillación de sus congéneres, en opinión de la senadora, le incapacita para tener una carrera política.
El procedimiento democrático para impedir que Donald Trump llegue a la Casa Blanca es votar por primera vez en su vida al partido adversario, es decir, votar a Hillary Clinton
El procedimiento democrático para impedir que Donald Trump llegue a la Casa Blanca es votar por primera vez en su vida al partido adversario, es decir, votar a Hillary Clinton en las elecciones generales del 8 de noviembre. Se suma así otro político conservador a lo que ya parece ser el germen de un tercer partido político: el de los republicanos demócratas.
La voz de alarma de Susan Collins se une a la de cincuenta ex altos cargos republicanos que han firmado una carta expresando su pánico ante la posibilidad de que Trump llegue a ser presidente, pues pondría en peligro la seguridad y el bienestar nacional.
Cabe esperar que este panorama surrealista –más propio de una parodia política al estilo “Sopa de ganso” que del Estados Unidos de siglo XXI– se vaya enrareciendo conforme se aproxime la fecha de las elecciones generales.
Resurgen ahora las teorías sobre la posibilidad de que Donald Trump sea en realidad un “agente doble” del Partido Demócrata, a quien Bill Clinton habría convencido para hacer la pantomima de una campaña política aparentemente disparatada, pero de hecho planificada con cuidado para llevar a la primera mujer estadounidense a la Casa Blanca.
Existe abundante documentación gráfica y escrita de un Donald Trump anterior, un Trump sensato y respetuoso, un Trump sonriente y atento, que por aquel entonces decía sentirse mucho más próximo al Partido Demócrata que al Republicano.
Bill y Hillary fueron a su tercera boda (con la actual esposa) y han recibido generosas donaciones de Trump para la Fundacion Clinton y para las campañas de Hillary al Senado
La amistad entre el candidato republicano y el matrimonio Clinton no es ningún secreto. Bill y Hillary fueron a su tercera boda (con la actual esposa) y han recibido generosas donaciones de Trump para la Fundacion Clinton y para las campañas de Hillary al Senado.
¿Es posible que Bill Clinton tramara toda esta estrategia y convenciera a Donald Trump –tal vez durante una de sus frecuentes partidas de golf– de prestarse a esta barrabasada con el triple objetivo de 1) llevar a Hillary a la presidencia 2) dinamitar el Partido Republicano y 3) asegurarse el apoyo del Partido Demócrata en sus planes urbanísticos? De ser así, al fin cobra sentido todo lo que está sucediendo hoy en Estados Unidos.
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