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La ‘fake news’ del euskera como lengua amada por los vascos

En Guipúzcoa, menos del 4% de las personas que hicieron el pasado año el examen de conducir escogieron el vasco.

En Guipúzcoa, menos del 4% de las personas que hicieron el pasado año el examen de conducir escogieron el vasco.

Ya lo he escrito otras veces en Actuall. Vivimos en un país de mentiras, pero mentiras aceptadas y oficializadas, como rituales para ser aceptado y no distinguirse, para ser como los borregos de un rebaño que llevan un hierro o un crotal.

La lista es interminable y cada año los creadores de opinión elaboran nuevas mentiras: «Socialismo es honradez», «uno de cada tres niños españoles pasa hambre», «estoy contra la pena de muerte», «vienen a pagarnos las pensiones», «que los nacionalistas se sientan cómodos en España», «welcome refugees«, «salimos de la crisis», «estoy en contra de las fronteras», «el oasis catalán», «Trump es idiota», «no hay denuncias falsas de violencia de género», «ETA ha sido vencida»…

Por fortuna, el prucés está arramblando con este edificio de mentiras. Por ejemplo, sólo los ciegos o los que aspiran a una paguita de los separatistas, ahora que van volver a controlar el presupuesto, pueden negar que el nuevo presidente de la Generalidad sea un racista.

El Gobierno vasco gastó 2.100 millones de euros entre 1983 y 2014 para promocionar el euskera y convertir a la sociedad vasca en bilingüe

En el País Vasco la mayor mentira es el vehemente amor de los vascos por su ‘lengua propia’.

El Gobierno vasco, ininterrumpidamente en manos del PNV desde 1980 salvo los cuatro inanes años de Patxi Nadie, ha gastado en torno a 2.100 millones de euros entre 1983 y 2014 para promocionar el euskera. ¿Y cuál es el resultado?

La inmensa mayoría de los vascos que hacen el examen para el carné de conducir se examinan en castellano.

Esta semana conocimos unos datos objetivos y por tanto irrefutables: el idioma en que se realizaron los exámenes de conducir a solicitud de los examinandos del último año.

En Guipúzcoa, se presentaron 6.157 personas, de las que 5.869 escogieron el español, 243 el vascuence, 38 el inglés, 6 el francés y 1 el alemán. En Vizcaya, de 11.129 examinandos, 10.941 realizaron las pruebas en castellano, 124 en euskera, 37 en inglés y 27 en francés. En Álava, de 4.080, optaron por el español 4.102, por el inglés 60, por el vascuence 5 y por el francés 3.

Los vascos pueden hacer el examen de conducir en euskera y menos del 2% lo ha escogido en el último año. En Álava, fue un 0,12%

En porcentajes, la elección del euskera no llegó al 4% de las personas. En Guipúzcoa, la provincia más euskalduna, fue de un 3,95%; en Vizcaya, la provincia más poblada, de un 1,12%; y en Álava, la más pequeña y menos euskalduna, de un 0,12%.

El dato de Álava asombra cuando, según el Instituto Vasco de Estadística (Eustat), el 28,5% de los alaveses se declararon euskaldunes. ¿Dónde están los que faltan? Porque faltan muchos. Tanto más cuanto se insiste en que la euskaldunización es mayor entre los jóvenes, los que suelen sacarse el carné de conducir.

Un cartel de una academia de enseñanza de euskera.

Aunque ya sabemos, igual que Hillary Clinton, que las encuestas no son fiables, acudamos a otra. La encuesta sociolingüística sobre el uso de lenguas realizada por el Gobierno vasco en 2017 mostró que el porcentaje de uso del español en las capitales superaba el 90% en Pamplona (93,9%), Bilbao (93,6%) y Vitoria (92,5%); en San Sebastián bajaba a un 80,5%. Y en Bayona, el porcentaje de las conversaciones en francés era de un 91,4%.

En Bilbao el uso del vascuence reconocido en encuestas ha disminuido desde 2000, hasta el punto de que las lenguas no españolas son más habladas

El porcentaje del uso del euskera era minúsculo en todas, salvo San Sebastián, donde se declaraba un 15,2%. En las demás, oscilaba entre el 1,9% de Bayona y el 3,7% de Vitoria.

Además, en Bilbao se ha producido una evolución llamativa: el uso del euskera marcó su tope en 2000 y desde entonces desciende. En 1990, se registró un 2,5%, en 2000, un 4,6% y en 2016, de nuevo un 2,5%. Es decir, en Bilbao se pueden escuchar más conversaciones en inglés, rumano o hasta árabe que en la que los políticos y los filólogos consideran la «lengua propia».

Y eso que las instituciones, elegidas por los ciudadanos que muestran con sus actos y sus declaraciones el rechazo a emplear el euskera en su vida cotidiana, se vuelcan en promoverlo. Aparte de los 2.100 millones derrochados por el Gobierno vasco, es habitual que los Ayuntamientos y Diputaciones promuevan la rotulación en vascuence o, con dinero público, den premios a quienes se aprueben el examen de conducir en euskera u organicen campañas para que sus vecinos hagan la declaración del IRPF en el idioma que todos dicen amar pero casi nadie usa.

Entonces, ¿cómo es posible que los votantes de los partidos nacionalistas y los encuestados no lo practiquen cuando tienen todas las facilidades?

Apoyar el euskera de boquilla supone identificarte con la corriente dominante, vivir tranquilo y también poder participar de un inmenso negocio

Démosle la vuelta a la pregunta. ¿Cómo es posible que ciudadanos que no hablan euskera ni ganas de aprenderlo voten a partidos que quieren imponerlo y declaren su amor por un idioma que no practican?

Por un lado, por la cobardía ante la corrección política. «Digo ‘agur’ y llamo a mis hijos Urko y Aintza, voto al PNV y ya me he ganado el label vasco».

Y por otro lado, el negocio. El euskera, como las otras lenguas vernáculas, es una vía para hacer mucho dinero: ediciones de libros, fabricación de señales, cartelería, academias para euskaldunizar, subvenciones por un chorro… Y también es una barrera para que no entren competidores, locales o foráneos, en el corral.

Uno cartel de la administración que promocionanel aprendizaje del euskera.

Una prueba de que no se busca difundir el conocimiento y el uso de una lengua ‘minorizada’, sino convertirla en un estanco para los más espabilados y una prueba de ‘adhesión inquebrantable’ al nacionalismo respectivo es la creciente dureza de los exámenes para obtener las actuales pruebas de limpieza de sangre.

La dureza de los exámenes para obtener certificados con los que asegurarse un empleo administrativo están convirtiendo estas lenguas en detestadas

Desde hace años, el examen para el título de EGA, que abre las puertas de las Administraciones vascas, sólo lo aprueba en torno a un 25% de los presentados. Y en el último examen de catalán para el Servicio Balear de Salud suspendió más del 80%.

Así muchos consiguen reducir el número de competidores en las oposiciones o asegurarse un puesto fijo como profesor o examinador. Otro efecto es que hacen a su lengua tan antipática como la vieja que nos riñe por llevar la camisa fuera de los pantalones, aunque no parece importarles.

Sin embargo, más inconsecuentes son los millones de españoles que echan pestes de las discriminaciones lingüísticas que sufren y siguen votando a los partidos que las establecen y a los que las mantienen.

Por cierto, cuando concluya la campaña del IRPF, a ver si algún periodista pide los datos de las declaraciones presentadas a las Diputaciones vascas en castellano y en euskera.

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