La imagen internacional de Albert Rivera

    Bustelo repasa la imagen internacional del líder de Ciudadanos, el político que según las últimas encuestas se ha convertido en la mayor amenaza para Mariano Rajoy.

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    Ilustración Albert Rivera/ Actuall-AMB
    Ilustración Albert Rivera/ Actuall-AMB

    Con el mismo entusiasmo que viene reservando para Emmanuel Macron, el prestigioso semanario británico The Economist ―desesperado con Theresa May, a quien califica de “intolerable”― ha publicado el 10 de febrero una encendida loa de Albert Rivera, a quien califica como el político de moda en España y la opción electoral más sensata.

    De manera similar el digital sueco The Local ―que publica en inglés y tiene ediciones locales en Alemania, Francia, España, Italia, Suiza, Noruega, Dinamarca y Austria― sacaba el mismo día un artículo titulado “Albert Rivera, el líder anti-independentista que quiere ser el próximo primer ministro español”, explicando que el líder de Ciudadanos es un ex abogado corporativo que fue campeón de natación y que hoy es admirador de Macron y de Trudeau. [El referente de Macron es una constante en las crónicas internacionales sobre Ciudadanos, como demuestra el texto de diciembre de 2017 que firmaban Julien Toyer y Angus Berwick para Reuters, un artículo que retrataba a Inés Arrimadas, como una joven política española de 36 años cuyo meteórico ascenso puede compararse con el de Emmanuel Macron.]

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    La prensa internacional ha dejado de señalar, como hacía Stephen Brown en Politico hace dos años, que a Rivera “le falta el encanto antisistema de sus rivales de la extrema izquierda”, en alusión a Podemos. Las comparaciones ya no son con Pablo Iglesias (ampliamente rebasado según las últimas encuestas de intención de voto), sino con un Mariano Rajoy minado por la corrupción y por la crisis catalana, pero que es todavía el presidente del gobierno.

    The Economist: El Partido Popular parece de pronto un partido viejo y exhausto, con una base electoral que en general supera los 55 años

    Mientras el desafío de Puigdemont desgasta al Partido Popular, Ciudadanos se revaloriza con cada dislate secesionista. Cuando Junqueras ha propuesto nombrar un presidente catalán auténtico en España y otro presidente simbólico en Bruselas, Rivera traslucía su hastío ante el surrealismo de la situación catalana al responder: “Es como si yo me declaro Napoleón: será muy simbólico, pero no lo soy”. Cuanto más se enroca el secesionismo, más sensato parece Ciudadanos por contraste.

    El Economist explica en el mencionado artículo del 10 de febrero ―titulado “El centrismo de Ciudadano siguen avanzando en España”― que una serie de militantes del PP y del PSOE están llamando a las puertas del Partido Naranja. “No se acepta a todos”, apostilla el semanario británico, añadiendo que el Partido Popular parece de pronto un partido viejo y exhausto, con una base electoral que en general supera los 55 años.

    El presidente del Gobierno y del PP, Mariano Rajoy , posa junto a la secretaria general, María Dolores de Cospedal, el nuevo coordinador general, Fernando Martínez-Maillo, los vicesecretarios Pablo Casado, Javier Maroto, y Andrea Levy, y la presidenta de este congreso y de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes / EFE
    El presidente del Gobierno y del PP, Mariano Rajoy , posa junto a la secretaria general, María Dolores de Cospedal, el nuevo coordinador general, Fernando Martínez-Maillo, los vicesecretarios Pablo Casado, Javier Maroto, y Andrea Levy, y la presidenta de este congreso y de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes / EFE

    En cuanto a la corrupción del PP, el Economist no le concede demasiada importancia, asegurando que la mayoría de los casos son relativamente pequeños y ocurrieron hace años. Pero la corrupción es un corrosivo que “como una fina lluvia podría erosionar la capacidad del PP para resistir”, avisa Sandra León, politóloga española de la Universidad de York a la que cita el semanario.

    Frente a este partido avejentado y rancio, el Economist plantea una alternativa joven y enérgica: Ciudadanos. “El señor Rivera tiene 38 años, es un abogado de verbo ágil que ya tiene una docena de años de experiencia en política”, explica el semanario británico dirigido por Zanny Minton Beddoes (la primera mujer al frente del Economist desde que se fundó en Londres hace 174 años).

    El partido de Rivera estaba formado por socialistas catalanes desilusionados que se negaban a contemporizar con los nacionalistas, pero el año pasado Rivera lo reubicó como un partido liberal centrista y progresista, explica la revista a su millón largo de lectores en formato papel. En el artículo Rivera reitera su intención de alejarse del antiguo eje izquierda-derecha, añadiendo que la gran batalla del siglo XXI es entre la sociedad abierta del liberalismo y la sociedad cerrada del populismo-nacionalismo.

    El texto británico describe a Ciudadanos como un partido ferozmente proeuropeo, pero con grandes objetivos nacionales: reformas laborales al estilo escandinavo para reincorporar a los desempleados y actualización de las instituciones, de los sistemas electorales y de los modelos educativos. El mismo medio que resaltaba hace un par de años la gran admiración del líder laborista Jeremy Corbyn por Pablo Iglesias, cita ahora a Rivera asegurando que su partido es parte de un movimiento mundial que incluye a Macron, Renzi y Trudeau, con los correspondientes partidos liberales occidentales como almas gemelas. Cuesta encontrar, en estos momentos, a un político español con una mejor imagen internacional.

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    Periodista, escritora y traductora de inglés de literatura, ensayo y cine. Pasó su infancia entre París y Washington DC. Licenciada en Filología Inglesa, trabajó durante una década el sector cultural, en empresas como Microsoft Encarta y Warner Music. Tiene tres novelas publicadas. Ha traducido al español a clásicos como Dickens, Kipling, Wilde, Poe y Twain. Colabora desde hace décadas en prensa española y latinoamericana. Tras una década colaborando en revistas femeninas como Vogue, Gala y Telva, se inició como columnista en La Razón, labor que continuó en La Gaceta.