La mano que mece la cuna de Trump

    En Washington DC se susurra que la mano que mece la cuna mientras Trump duerme agarrado a su iPhone es la de su yerno Jared Kushner.

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    El asesor superior de la Casa Blanca, Jared Kushner
    El asesor superior de la Casa Blanca, Jared Kushner / EFE

    Mientras la crisis catalana parece confirmar que al desenterrar a Dalí España se ha vuelto surrealista, en Estados Unidos también suceden cosas inauditas a velocidades vertiginosas.

    Si los fans estadounidenses de “House of Cards” estaban preocupados por el futuro de la serie puntera de Netflix ―caída en desgracia por los escándalos sexuales de su protagonista y productor Kevin Spacey―, les basta con encender la televisión a la hora del telediario para darse un chute de surrealismo político.

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    Como decía Twain, a realidad supera a la ficción, porque la ficción al menos tiene unas normas. La investigación judicial de la presunta interferencia rusa en las elecciones de 2016 salta a la palestra de nuevo con la confesión del general Michael Flynn, ex consejero de seguridad nacional de Trump, que dice ahora haber mentido al FBI sobre sus contactos con el Kremlin.

    Al ser la primera confesión de un acto delictivo por parte de un alto cargo de Trump, destaca nítidamente en la tupida telaraña de contradicciones que rodean al polémico presidente republicano.

    Trump: “Tuve que despedir al general Flynn porque mintió al vicepresidente y al FBI, como acaba de confesar él mismo.”

    Aparentemente impávido ante el frenético devenir de los acontecimientos, Trump salió al paso como suele, poniendo el sábado 2 de diciembre un tuit que ha generado decenas de comentarios en los medios estadounidenses: “Tuve que despedir al general Flynn porque mintió al vicepresidente y al FBI, como acaba de confesar él mismo.”

    En el polémico tuit el presidente apostilla que la actividad de Flynn durante la transición ―periodo entre la victoria electoral de Trump el 8 de noviembre de 2016 y su toma de posesión del 20 de enero de 2017― fue honesta y que “¡No había nada que ocultar!”, cosa difícil de creer dado el torrente de declaraciones y desmentidos que emite la Casa Blanca del cuadragésimo quinto presidente de Estados Unidos.

    Si Trump sabía el 13 de febrero, cuando despidió a Flynn, que este había mentido al FBI ―cosa que constituye un delito―, entonces la investigación de la trama rusa no sería tan innecesaria como él mantiene. Tras haberse deshecho de Flynn a mediados de febrero, Trump pidió al entonces director del FBI James Comey que cesara su investigación de la supuesta manipulación rusa de la campaña electoral de 2016. Al negarse Comey a hacerlo, Trump le despidió también.

    Desde que el abogado republicano y ex director del FBI Robert Mueller fuera nombrado en mayo de este año fiscal especial al frente de la investigación judicial de la llamada “trama rusa”, el silencio de Michael Flynn había hecho correr rumores de que pudiera estar colaborando en secreto con Mueller.

    El día de Acción de Gracias, Trump dio en la sede de Riviera Beach de la Guardia Costera de Florida un deslavazado discurso cuyas crípticas alusiones a la deslealtad se han intentado relacionar con el caso Flynn. Tras alardear del caza supersónico F-35 recién estrenado, un avión indetectable, capaz de volar a 1.950 kilómetros por hora y de aterrizar en vertical, Trump se explayó sobre la ventaja principal del reactor, su invisibilidad, que impide a los enemigos verlo durante un conflicto armado.

    “Nuestro material siempre es un poco mejor que el del resto de los países”, aseguraba Trump. “Así que tenemos que tener cuidado al vender este avión a nuestros aliados, porque un aliado se te puede volver en contra de repente, cuando menos te lo esperas”.

    Trump se ha apuntado dos importantes éxitos con la sentencia contra la inmigración del Tribunal Supremo y con la aprobación de la reforma fiscal en el Senado.

    Efectivamente, es lo que parece estarle sucediendo al propio Trump con quienes fueran sus mejores aliados en el equipo de gobierno. Como decíamos, este viernes el general Michael Flynn admitía en la vista de la investigación judicial dirigida por Mueller haber hecho “afirmaciones falsas, ficticias y fraudulentas” ante el FBI sobre sus conversaciones con el embajador ruso en Estados Unidos, Serguéi Kisliak.

    Flynn aseguró que habría sido un “muy alto cargo” del equipo de transición de Trump quien le habría encomendado entrar en contacto con la diplomacia rusa. Según varios medios estadounidenses, ese personaje próximo a Trump sería su yerno, Jared Kushner, el marido de su hija Ivanka, a quien también han relacionado con el despido del super-asesor Steve Bannon.

    Entre tanto, Trump se ha apuntado dos importantes éxitos con la sentencia contra la inmigración del Tribunal Supremo y con la aprobación de la reforma fiscal en el Senado. En Washington DC se susurra que la mano que mece la cuna mientras Trump duerme agarrado a su iPhone es la de su yerno Jared Kushner.

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    Periodista, escritora y traductora de inglés de literatura, ensayo y cine. Pasó su infancia entre París y Washington DC. Licenciada en Filología Inglesa, trabajó durante una década el sector cultural, en empresas como Microsoft Encarta y Warner Music. Tiene tres novelas publicadas. Ha traducido al español a clásicos como Dickens, Kipling, Wilde, Poe y Twain. Colabora desde hace décadas en prensa española y latinoamericana. Tras una década colaborando en revistas femeninas como Vogue, Gala y Telva, se inició como columnista en La Razón, labor que continuó en La Gaceta.