A este paso España se nos limpia sola. Esta semana se ha escapado a Bélgica, ese cubo de basura europeo, el rapero Valtònyc la víspera de entrar en prisión.
Con él, se acrecienta la colonia de delincuentes españoles huidos, desde el etarra Josu Ternera a los golpistas catalanes.
¡Qué tiempos vivimos en que en vez de líderes duros y sacrificados tenemos otros blandos y suaves como Mimosín, que, cuando el aire empieza a zumbar con el sonido del brazo que se mueve para dar una bofetada, se desmayan!
Las causas que defienden los Puigdemont y los Valtònyc merecen las vidas ajenas, pero nunca la propia. Se les puede aplicar lo que dice Charlton Heston de Richards Harris en Mayor Dundee: “Su palabra vale tanto como su causa”.
Antes de seguir quiero recordar que Valtònyc, al que según sus hinchas se le ha condenado a tres años y medio de cárcel por cantar, lo ha sido en realidad por enaltecimiento del terrorismo y humillación a sus víctimas, por calumnias e injurias graves al rey, y por amenazas no condicionales a un ciudadano particular. Y así lo han entendido dos tribunales españoles: la Audiencia Nacional y el Supremo.
A los Valtònyc, Puigdemont, Rovira, Gabriel y demás fugados se les puede aplicar la frase de Charlton Heston en ‘Mayor Dundee’: “Su palabra vale tanto como su causa”
Entre las atrocidades pronunciadas por este supuesto cantante están las siguientes:
«Para todos aquellos que tienen miedo cuando arrancan su coche, que sepan que cuando revienten sus costillas, brindaremos con champán.”
“Jorge Campos merece una bomba de destrucción nuclear.”
“Quiero a Gallardón en silla de ruedas, así podría chupármela a todas horas.”
Si esto es arte, yo soy archimandrita. Curiosamente, quienes defienden la libertad de expresión del condenado, se la niegan a Alicia Rubio y a todos los que se oponen a la ideología de género.
Otra frase de sus canciones es la siguiente: “Elijo el camino que me lleva a las cadenas, porque antes como trena que vender a la clase obrera”. Pues cuando le tocó “comer trena”, Valtònyc puso pies en polvorosa. En los bares, los tajos y las paradas de taxis a esta conducta se le llama canguelo.
Te haces famoso porque hablas de matar, de vengarte, de hacer la revolución, de empuñar un kalashnikovs, y, cuando te toca pringar, huyes pegándote en el trasero con los talones.
Es cierto que Lenin tampoco era un valiente. Cuando había indicios de que podían detenerle, también se escondía hasta que pasase el peligro. Su vida era invaluable para la revolución. En cambio, Trotsky era un echado para adelante, que no vacilaba en meterse en peleas o jugarse la vida.
Mientras los nacionalistas incitaban a sus partidarios a echarse a la calle, ellos cerraban las maletas que iban a llevarse en su fuga
A Valtònyc le precedieron en su particular viaje a Ítaca los golpistas catalanes. A éstos, el asombro y el miedo ante la certeza de que iban a pagar por sus actos sediciosos, después de décadas de impunidad y de cobrar el 4%, les pusieron alas en los pies.
Mientras Carles Puigdemont y Marta Rovira incitaban a sus masas a resistir en la calle a las fuerzas represoras, como los polacos a los rusos o los irlandeses a los ingleses, ellos repasaban el contenido de las maletas que iban a llevarse al extranjero.
La esposa de Joaquim Torra le dijo a una amiga que ellos no estaban dispuestos a ir a la cárcel, que antes escapaban a Suiza. Igual que unos monarcas depuestos.
Éste es el tipo humano que quiere parir una nueva nación. ¿No saben que todo parto supone sangre? Pues sí, pero que sea ajena. Uno de los ideólogos del separatismo ya declaró hace dos años que “toda transformación constitucional profunda pide muertos”.
Cuando están entre los suyos, se ponen en pose modo Moisés o Churchill, pero cuando les llama un juez necesitan cambiarse la ropa interior.
Si los patriotas españoles que se rebelaron contra Napoleón en 1808 hubieran pensado en sus hijos, su patrimonio y sus negocios, en España reinarían los Bonaporte
Una de las mayores incendiarias de Cataluña, la mega-subvencionada Carmen Forcadell, recurrió a la lágrima fácil para escapar de la prisión provisional. Delante del juez del Estado represor gimoteó: “Soy abuela y quiero estar con mis nietas, por favor no quiero ir a prisión, acato la Constitución…”. Un valor que ni el de los mártires cristianos delante del césar, ¿verdad?
Marta Rovira, que afirmó que el Estado les había amenazado con muertos en las calles para que detuvieran el referéndum ilegal, causó la prisión de varios de sus camaradas de lucha al fugarse a Suiza.
Desde ese país que tanto corrupto español frecuenta porque ha entregado el dinero robado a su banca, como los Pujol, Rovira justificó haber abandonado a los demás ‘libertadores’:
“Cada uno ha tomado sus decisiones de manera personal. Yo no podía arriesgarme a entre 20 y 30 años de prisión por delitos que jamás he cometido cuando mi hija tiene apenas siete años.”
Si Washington, Espoz y Mina, Pilsudski, o De Gaulle hubieran pensado en sus hijos ante que en sus pueblos, EEUU seguiría siendo una colonia británica, en España reinarían los Bonaparte, Polonia sería una provincia rusa y Hitler habría pasado las vacaciones en París.
Los catalanes separatistas prefirieron en las elecciones de diciembre votar a un fugado a un chalé en Bruselas antes que a un camarada encarcelado por los opresores
Pero estos cobardicas llorones encima son héroes para un millón largo de catalanes. En las elecciones de diciembre pasado, los separatistas pudieron escoger entre una lista encabezada por un fugado y otra encabezada por un preso por esa fantasmagoría de ‘Catalunya nou estat d’europa’, y la mayoría prefirió al cínico Puigdemont en vez de al consecuente Junqueras.
Al final, resulta que Luis Bárcenas tiene más bemoles que tanto revolucionario y tanto republicano, porque se pasó nueves meses a la sombra sin llorar en público.
¿Y teniendo semejantes monigotes de pastaflora delante cómo se explica usted, amigo lector, que el Estado español, dirigido por Mariano Rajoy, se rebaje a pactar con ellos?
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