
Corea del Norte dispone de misiles de largo alcance que pueden dotarse de cabezas nucleares y llegar no solo a Guam, sino también a la América continental. ¿Por qué lo sabemos? Porque nos lo dicen los periódicos y las televisiones.
Hay pocos espejismos tan eficaces como la ilusión de diversidad de fuentes. Me explico:
Si usted vive en la antigua Unión Soviética o en la Cuba actual, tenderá a recelar instintivamente de lo que lea en Pravda o Granma; por muy leal que sea al régimen, es la única fuente, depende del Gobierno -que tiene claros intereses en dar una versión de los hechos- y tiene experiencia de que le ha mentido en ocasiones anteriores.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraEn cambio, si vive en una moderna democracia occidental, dispone, o cree disponer, de muchas fuentes: en el caso americano, digamos, CNN, ABC, NBC, Wall Street Journal, New York Times, Washington Post… Y todos, además del propio presidente, coinciden en informar de forma idéntica sobre Corea del Norte. Dudar de eso sería caer en una conspiranoia, ¿no?
No, en absoluto. Todos esos medios, en realidad, tienen una misma fuente, los servicios de inteligencia, que han demostrado en el pasado ser extraordinariamente duchos en colar al público falsedades interesadas. Creo que no hace falta insistir mucho en esto.
¿Nos hemos olvidado del falso incidente del Golfo de Tonkin? ¿De las incubadoras que supuestamente Saddam estaba desconectando en las maternidades de Kuwait?
Eso no significa en absoluto que la ‘noticia’ de que la diminuta (en términos geopolíticos) Corea del Norte plantee una amenaza existencial para Estados Unidos sea irrelevante. Al contrario, significa que están justificando un ataque inminente. La ‘Armas de Destrucción Masiva’, una vez más.
Es un tanto desconcertante, porque no es exactamente como si ocurriera por primera vez. ¿Nos hemos olvidado del falso incidente del Golfo de Tonkin? ¿De las incubadoras que supuestamente Sadam estaba desconectando en las maternidades de Kuwait? ¿De la ridícula operación en Twitter de la ‘niña’ siria Bana Alabed? ¿Del desconocido vídeo que supuestamente llevó a la muerte del consul americano en Bengasi? ¿De…? Bueno, los casos podrían llenar bastante más de un artículo, se reproducen en todas las ocasiones y, sorprendentemente, funcionan siempre con la amnésica opinión pública.
El Antiguo Régimen tenía sobre las democracias una importante ventaja en esto de la guerra. El rey no necesitaba consultar a su pueblo para emprender guerras que, por otra parte, apenas implicaban a los civiles y llevaba a cabo un estamento profesional.
Esto hacía que los conflictos fueran, por lo común, limitados, breves y escasamente destructivos. El primero que veía que iba perdiendo y que el coste de la guerra era demasiado grande, se rendía. En ocasiones, antes de disparar un tiro. Quizá cambiara de manos una provincia, aunque la mayor parte de las veces, ni eso. Vencedores y vencidos seguían, tras firmarse la paz, seguros en sus tronos y sin excesivos rencores. No era nada personal, solo política.
En democracia, en cambio, hay que convencer al pueblo, lo que significa demonizar al contrario hasta el absurdo. El problema es que, cuando al fin se logra esa demonización generalizada, no hay marcha atrás: no hay lugar para una sensata negociación de paz, porque con ‘satanás’ no es posible negociar.
La cuestión es que la teoría del ‘perro loco’ norcoreano no tiene ni pies ni cabeza
Y eso obliga a una incesante propaganda que incluye necesariamente la mentira, y la mentira repetida por todos los medios de comunicación de peso.
Por ejemplo, leemos en el Washington Post que «Corea del Norte ha producido una cabeza nuclear miniaturizada que cabe en sus misiles, aseguran los analistas». Los analistas son la CIA, el Washington Post es propiedad exclusiva de Jeff Bezos, dueño de Amazon que en 2013 se aseguró un contrato de 600 millones de dólares de -¡oh, sorpresa!- la propia CIA. ¿Soy el único en ver aquí cierto conflicto de intereses?
Naturalmente, nada de eso significa que Corea del Norte no haya conseguido la dichosa miniaturización. Si hay una ley aplicable al panorama actual es que, de ser un país del Tercer Mundo, no hay locura comparable a deshacerte de tu arsenal nuclear o, si no lo tienes, no hay prudencia comparable a procurarte uno. Es el modo más seguro de que no te organicen una ‘primavera’.
No es esa la cuestión. La cuestión es que la teoría del ‘perro loco’ norcoreano no tiene ni pies ni cabeza. Nos la vendieron con Kim Jong Il, del que debíamos creer que estaba cada día a punto de lanzar un ataque nuclear contra el sur o contra Estados Unidos, y ahora nos la venden con su hijo.
La cosa sería así: cualquiera se da cuenta de que Corea del Norte es un mosquito y Estados Unidos es un elefanto, y que si el mosquito molesta al elefante, será rápida e ignominiosamente aplastado. ¿Cómo convencer, entonces, al público de que el mosquito es una amenaza? Muy sencillo: está loco.
Si usted, por ejemplo, dice en una discusión que hay cero posibilidades de que Teherán, aun teniendo la atómica, bombardee Tel Aviv porque sabe que sería inmediatamente borrado del mapa a continuación, la respuesta ‘standard’ es: «Pero es que esa gente está loca, son fanáticos». ¿Alguna prueba de que los ayatolás tengan estropeado el instinto de supervivencia? Ninguna, salvo que quieren borrar del mapa a Israel. Es lo que se llama un razonamiento circular.
No, la cosa es más sencilla: Estados Unidos, acostumbrado a patrullar por el Mar de China como si fuera su lago privado, ve con alarma cómo China empieza a hacerse fuerte militarizando un puñado de islotes y reivindicando para sí como hegemón el mar que lleva su nombre. Ceder en esto es para Washington renunciar directamente a su incontestada supremacía global, con lo que le interesa tener tropas en la misma frontera con China. Es decir, el objetivo en esta crisis no es tanto Corea del Norte como el gigante chino.
Y para tragarse toda la narrativa oficial es necesario creer que Kim Jong-un está loco. No un poco loco, sino tan loco como para querer suicidarse y perder esa vida de vino y rosas de que disfruta hasta el momento.
Eso exige ignorar realidades inconvenientes, lo que es fácil si uno no sabe chino. Porque, como informa la agencia de noticias Xinhua, China ha presentado una propuesta razonable para rebajar la tensión en el área, la doctrina de la «doble suspensión».
Lo explicaba Wang Yi, ministro chino de Exteriores: «Como primer paso, la República Popular Democrática de Corea (Corea del Norte) podría suspender sus actividades nucleares y de misiles a cambio de la suspensión de maniobras militares conjuntas a gran escala de la República de Corea (Corea del Sur) y Estados Unidos».
Corea del Norte, recordaba Wang planteó esa misma propuesta en enero de 2015. Obama la rechazó. Volvió a presentarla en abril de 2016. Obama volvió a rechazarla. Este marzo pasado se unió China a la propuesta. Tercer rechazo americano.
«La oferta, planteada y rechaza tres años seguidos, es razonable», añade Wang. «Su rechazo solo ha llevado a un aumento del arsenal nuclear y a más misiles con mayor alcance que con el tiempo permitirán llegar a Estados Unidos».
Por supuesto, si no hay razón de peso para creer las noticias norteamericanas, menos aún para tragarse las chinas, pero no es esa la cuestión. Que las propuestas se hicieron es un hecho; que se rechazaron, también. Lo fundamental para entender la realidad geopolítica es un permanente escepticismo y recelar de las unanimidades, que siempre significan una única fuente y que suelen responder al interés de justificar una intervención.