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Lo que el Brexit se llevó, según Luis del Pino

Los britanicos han votado este jueves su salida de la UE mediante un referéndum.

Tras conocerse este viernes los resultados del referéndum en Reino Unido sobre el Brexit, el periodista Luis del Pino analiza en su blog ‘Los enigmas del 11-M’ lo que supone la salida del país británico de la Unión Europea.

Estas son sus diez pinceladas sobre el asunto. A continuación reproducimos su artículo.

PRIMERA: Lo más obvio que se puede decir es que David Cameron pasará a la Historia como aquel que nos metió a todos en un lío. Ante los problemas internos de su partido, y animado porque el referéndum escocés le salió bien, Cameron ha embarcado a su país en una votación que ha terminado dividiendo a su partido, a su país y a Europa entera. Y lo peor de todo es que no tenía ninguna necesidad de hacerlo. Ha jugado a ser aprendiz de brujo y la realidad le ha dado una sonora patada en las posaderas de todos nosotros.

SEGUNDA: El Brexit constituye un ejemplo precioso de la diferencia entre legalidad y legitimidad. Técnicamente hablando, el referéndum celebrado el jueves es solo consultivo; el Parlamento británico no está obligado a hacer caso del resultado. Pero si el Parlamento desoyese a los votantes y decidiera no iniciar el proceso de desconexión, quedaría ilegitimado a ojos de su propio pueblo. No queda otra, por tanto, que salir de la Unión Europea, aunque no haya obligación legal de hacerlo.

TERCERA: Las consecuencias económicas no serán dramáticas. Habrá una época de turbulencias financieras en los mercados; los presupuestos de la Unión tendrán que readaptarse; se levantarán nuevas barreras administrativas, que afectarán especialmente a la propia Gran Bretaña…Pero nada de eso es especialmente catastrófico. Al final, se firmará algún tipo de acuerdo que seguirá garantizando el libre comercio entre Gran Bretaña y la Unión Europea, porque ambas partes se benefician de que ese acuerdo exista.

Los britanicos han votado para dejar claro que no admiten la cesión de soberanía a Bruselas

CUARTA: La verdadera crisis es de carácter político, no económico. Lo que ha muerto es el concepto de unión política europea, tal como lo conocíamos hasta ahora. Si el Reino Unido se va, no es por cuestiones monetarias, sino fundamentalmente políticas: los britanicos han votado para dejar claro que no admiten la cesión de soberanía a Bruselas; para dejar claro que una manada de burócratas no va a regular desde Bruselas la vida de los britanicos con una montaña de directivas, ni va a imponer a los britanicos cuántos refugiados aceptar, o como regular su sistema penitenciario.

QUINTA: En este sentido, el responsable último del Brexit no es Cameron, sino la propia Unión Europea. Cameron ha oficiado de enterrador, pero es la Unión Europea quien se ha suicidado sola. Y se suicidó el día en que los políticos europeos decidieron sustituir la unión económica por una unión política artificial, creada al margen de la ciudadanía e impuesta desde arriba. Se suicidó el día en que se elaboró una Constitución europea sin un previo proceso de debate democrático. Se suicidó el día en que alguien decidió sustituir la soberanía de los estados nación por un despotismo burocrático centralizado, carente de cualquier tipo de legitimidad a ojos de la ciudadanía.

Las élites políticas y burocráticas de Bruselas han pecado de soberbia: pensaron que podían obligar a los ciudadanos europeos a aceptar de la noche a la mañana la muerte de los estados nación

SEXTA: Lo más triste es que el concepto de unión política ha fracasado de momento por una simple cuestión de tiempos: por querer ir demasiado deprisa. Viendo el desglose por edades de la votación del Brexit, se observa que los jovenes britanicos han optado de forma abrumadora por continuar en la Unión Europea. Si los políticos europeos hubieran dejado que las cosas siguieran su curso, habría bastado una generación para que la unión política fuera una realidad natural, aceptada de forma voluntaria por las nuevas hornadas de ciudadanos europeos, educadas en los Erasmus y en el Interrail y en las redes sociales. Pero las élites políticas y burocráticas de Bruselas han pecado de soberbia: pensaron que podían obligar a los ciudadanos europeos a aceptar de la noche a la mañana la muerte de los estados nación, aplicando una política de hechos consumados. Y se equivocaron.

SÉPTIMA: Y lo peor es que pueden volver a equivocarse. Ayer, García Margallo, Pedro Sánchez y Albert Rivera parecieron conjurarse para lanzar el mensaje de que, ante el Brexit, lo que toca es «más Europa». No han entendido nada. En lugar de pararse a meditar sobre por qué ha pasado lo que ha pasado, piden profundizar en los errores. De hecho, ya se han alzado voces en Francia y en Holanda pidiendo un referéndum como el británico, y el ministro de finanzas alemán ha alertado de que Finlandia, Austria y Hungría podrían elegir el mismo camino. En lugar de más Europa, lo que toca ahora es menos Europa y recuperar el concepto de estados-nación soberanos. Si nuestros políticos caen en la tentación de huir hacia adelante, darán aún más alas a los populismos anti-europeos y lo que queda de la Unión Europea saltará por los aires. Para que la unión política tenga viabilidad a medio plazo, toca tomarse un respiro en los intentos de profundizar en ella, antes de que la cuerda se rompa.

Ya se han alzado voces en Escocia y en Irlanda del Norte pidiendo un referéndum de independencia, para poder reincorporarse esas regiones a la Unión Europea por su cuenta

OCTAVA: En el frente interno, a Gran Bretaña se le abre un conflicto político de primer orden. Ya se han alzado voces en Escocia y en Irlanda del Norte pidiendo un referéndum de independencia, para poder reincorporarse esas regiones a la Unión Europea por su cuenta. Lo de menos es si quieren reincorporarse de verdad: lo que importa es que el Brexit ha proporcionado a los separatistas de ambas regiones la excusa perfecta para volver a la carga. Con el agravante de que, iniciada la dinámica de la desunión, el gobierno inglés carece ahora de argumentos para que Escocia e Irlanda del Norte permanezcan en Gran Bretaña.

NOVENA: Los dos partidos tradicionales britanicos han entrado en crisis. Cameron ha presentado su dimisión y los conservadores tendrán que elegir nuevo primer ministro en tres meses. El candidato obvio es Boris Johnson, ex-alcalde de Londres, enemigo de Cameron y principal adalid de la campaña del Brexit. Pero esa campaña ha generado odios auténticamente africanos en el partido conservador y está por ver que las heridas puedan restañarse. En el campo contrario, los laboristas no están menos divididos, y ya se han alzado las primeras voces reclamando que el líder del partido, Jeremy Corbin, se someta a una cuestión de confianza. En el tema del referéndum, tanto las bases del partido conservador como las del laborista, han votado divididas. Solo el tiempo dirá si ambos partidos consiguen sobreponerse, o si ha llegado la hora de que otras formaciones tomen el relevo.

DÉCIMA: Como apunte final, la política es el arte de lo posible. No tiene ningún sentido llorar por la leche derramada: el Brexit es un hecho y lo que toca ahora es preguntarse cómo podemos, desde España, aprovecharlo. Y está claro que el referéndum en Gran Bretaña nos ha puesto en bandeja las herramientas para solucionar de una vez por todas el problema de Gibraltar. Como ayer se encargó de recordar el ministro García Margallo, el resultado del referéndum británico implica que Gibraltar será, en el futuro, una frontera externa de la Unión Europea, con lo que los gibraltareños verán recortada su capacidad de movimiento y su posición económica. Si España juega bien sus cartas durante las negociaciones derivadas del Brexit, serán los mismos gibraltareños los que soliciten, por su propio interés, la soberanía española sobre el Peñón. ¿Serán capaces nuestros políticos de estar a la altura? ¿O se dedicarán, como siempre, a decir chorradas y generalidades, como lo de «hace falta más Europa», en vez de defender 24 horas al día nuestros propios intereses nacionales?

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