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Los médicos son los nuevos judíos expulsados de Cataluña por no convertirse al nacionalismo

El concejal de la CUP en Barcelona, Josep Garganté quema una foto de Felipe VI. / EFE

El concejal de la CUP en Barcelona, Josep Garganté quema una foto de Felipe VI. / EFE

Siempre me ha parecido un tanto sobrevalorada la Transición. Aún estamos pagando la factura del ruinoso pufo autonómico, juzgo exagerado cambiar el nombre del aeropuerto de Barajas (ni que Suárez fuera Cánovas del Castillo) y cada vez hay más pruebas de que el 23-F no era lo que parecía…

Ahora bien, los que hicieron la Transición tuvieron una virtud envidiable: querían entenderse. E hicieron lo posible y lo imposible por llegar a acuerdos, restañar heridas…

Siempre es mejor el blablabla que el bangbangbang. Como decía el Rey emérito, «hablando se entiende la gente».

Y ése es justamente el papel de la lengua, en todo el mundo. Bueno en todo no.

¿Para qué sirve la lengua en la Cataluña secuestrada por los nacionalistas?, ¿para qué ha servido durante todos estos años?

Recapitulemos…

Sirvió para resucitar la policía lingüística.- Se multa al que no rotulaba en catalán. ¿Qué es eso sino Policía Lingüística?. En pleno siglo XXI.

Para pisotear el derecho de los padres a elegir la educación de los hijos.- Los castellanohablantes de Cataluña se ven obligados a mendigar horas de español pleiteando en los tribunales.  

Para reírse de la Constitución.- La inmersión lingüística supone una vulneración de la Constitución, que señala que «el castellano es la lengua española oficial del Estado. Todos los españoles tienen el deber de conocerla y el derecho a usarla» (art. 31)

Para reírse del Tribunal Supremo.- Al incumplir sistemáticamente durante años sus sentencias que instaban a la Generalitat a introducir el castellano también como lengua vehicular.

El nacionalismo catequizaba a los escolares con el mismo celo con el que los docentes del III Reich hablaban de las raíces arias de ¡Jesucristo!

Para fabricar su propia posverdad: que Santa Teresa era catalana.- Junto con la inmersión lingüística, la inmersión histórica: el nacionalismo reescribió el pasado sacándose de la manga la catalanización de personajes con Teresa de Ávila, Cervantes o Fernando el Católico. Y catequizando con ello a los escolares, con el mismo celo con el que los docentes del III Reich hablaban de las raíces arias de Jesucristo.

Para tirar a la basura un catálogo de Ikea porque no estaba en catalán.- Hace unos años se tiró a la basura un catálogo de Ikea, una de las grandes multinacionales de Europa. Estaba en 25 idiomas: incluido el español. Pero como faltaba el catalán… al vertedero. Por orden de la Generalitat.

Para gastarse 40 millones de euros anuales en embajadas.- La Generalitat se gasta 40 millones anuales en diez embajadas (Bélgica, Reino Unido, EE.UU., Austria etc.) y cada embajadorcito gana 80.000 euros. Hasta que, aplicación del 155 mediante, el Gobierno central ha cerrado todos esos chiringuitos, excepto el de Bruselas. Que les quiten lo gastao.

Para ganar money, moneyLa Generalitat y los ayuntamientos de Cataluña ya han recibido más de 70.000 millones de euros del Gobierno en medidas de liquidez durante los años más calientes del desafío secesionista (2012-2017).

Gracias al chantaje nacionalista, Cataluña se lleva casi el 30% del total desembolsado por el Estado en el Fondo de Liquidez Autonómica (FLA), siendo, con diferencia, la comunidad más beneficiada de España.

Para financiar el golpe de Estado.- Con ese dinero no se ha mejorado el nivel de los catalanes, sino el de la casta gobernante y… ¡lo han adivinado! para financiar el golpe de Estado. No lo decimos nosotros, sino el juez.

El magistrado de Barcelona que investiga la organización del referéndum del 1-O cree que la Generalitat utilizó dinero procedente del Fondo de Liquidez para sufragar los gastos del procés. Argumenta que, dado que la Generalitat ha recibido 53.609 millones entre 2012 y 2017, parte de ese dinero debe haberlo destinado forzosamente a la celebración de la consulta ilegal.

Para derrochar 18.535 millones de euros, durante la tormenta perfecta de la crisis y el paro.– Cuando sus nietos les pregunten ¿qué hicisteis para capear la tormenta perfecta de la crisis y el paro?, ¿qué hicisteis por Cataluña? ¿y por las futuras generaciones? no tendrán más remedio que confesar: dilapidar la pasta… Mientras España sufría la mayor crisis económica, el procés se chupó 827’9 millones de euros sólo en el año del referéndum (2017), pero si nos retrotraemos a 2004, que con el Estatut se enciende la mecha secesionista, la cifra asciende a los 18.535 millones de euros. 

Para dejar tocada la economía de la propia Cataluña.- La primera dañada por la aventura secesionista ha sido la propia comunidad autónoma. Han abandonado Cataluña más de 3.000 empresas, que se han trasladado a otros lugares de España; el turismo ha quedado seriamente tocado y el empleo ha crecido 1’5 puntos menos que en el resto del país.

¿Y aún así el Estado sigue soltando pasta?, ¿incluso después del golpe?.– Claro. Para que un chantaje sea eficaz, la exhibición de fuerza debe ser creíble… de ahí el golpe del 1-O y la proclamación de la República Catalana.

De hecho, Cataluña es la comunidad de toda España que más fondos recibirá en el segundo trimestre del año 2018 (2.415,43 millones), procedente del obsequioso FLA. El Estado sigue en manos del chantajista.

Los indepes convocaron un quema de fotos del Rey para celebrar la sentencia de Estrasburgo, con el lema «Borbó i Constitució al fogueró»

Para quemar fotos del Rey y que Estrasburgo les anime a seguir haciéndolo.- El catalán también ha servido para quemar -simbólicamente, se entiende-, al Rey para que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos les dé la razón, alegando que «no problem», que adelante. La prueba es que acto seguido los indepes convocaron una quema de fotos de Felipe VI y de la Constitución para celebrar el fallo del Tribunal, con el siguiente lema: «Borbó i Constitució al fogueró»

Para expulsar a los nuevos judíos.- Finalmente, la noble lengua de Salvador Espriu y Serrat, que unía pueblos de Algeciras a Estambul, sirve ahora en manos de los dictadores nacionalistas (y los colaboracionistas del PSOE) para expulsar a quien no quiera abrazar la fe soberanista.

Médicos de Cataluña y Baleares (el lebensraum insular) se ven obligados a abandonar sus trabajos porque no hablan catalán. La última, una neuropediatra de Ibiza que se queja de que no la valoren por sus preparación médica. La isla se ha quedado sin médicos de esa especialidad, porque ella era la única. Lo que demuestra lo mucho que le importa a las autoridades la salud del ciudadano.

La lengua está para lo que está: para tender puentes, comunicarse, crear… Pero deviene Babel cuando los políticos tratan de instrumentalizarla para sus fines.

El problema no es el catalán, sino el uso bastardo que de la lengua de Mosén Cinto y Lluís Llach han hecho los gobernantes nacionalistas (con la complicidad de ese Jano de dos caras que es el PPSOE).

El catalán era la lengua de los poetas, los navegantes, los comerciantes, los almogávares… un preciado tesoro del que todos, catalanes y castellanoparlantes, estamos orgullosos.

Y, sobre todo, la lengua que ha dado a España una palabra cuyo significado ha caracterizado siempre a sus gentes: «Seny». Pero todo eso se lo ha cargado el clan mafioso Pujol-Mas, los Tripartitos colaboracionistas de Maragall y Montilla, y los golpistas del 1-O, al convertirla en patio de Manipodio, instrumento de división y espoleta del odio.

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