Nuestras democracias, las que nos hemos dados a nosotros mismos y son envidia del resto del mundo según el relato oficial, se están convirtiendo en regímenes cada vez más despóticos, en los que crece el catálogo de conductas ¡y hasta pensamientos! perseguidos por el Poder. La pérdida de libertad es tanto más evidente y exasperante cuanto se ve la doble vara de medir del Imperio Progre.
La ultra-izquierda no permite que Alicia Rubio hable en ateneos o aulas de cultura, pero puede boicotear sus actos privados. Cantar el Cara al Sol u oponerse al adoctrinamiento LGTBI en los colegios se convierte el delito de odio, pero cantar La Internacional es libertad de expresión y honrar (con dinero público) a chekistas o golpistas como Companys y Largo Caballero es justicia democrática.
La asociación Covite (Colectivo de Víctimas del Terrorismo), dirigida por Consuelo Ordóñez, colocó hace un año docenas de placas en Bilbao y San Sebastián en homenaje a los cientos de asesinados por los etarras. Como si se tratase de placas a Franco o a los requetés, los dos alcaldes las hicieron retirar inmediatamente.
El de Bilbao, Jon Aburto (PNV), añadió que había sido un acto provocador. Los mismos que obligan a los bilbaínos a vivir en calles que honran a Jesús Galíndez, espía de la CIA y delator de comunistas españoles, y a Juan de Ajuariaguerra, que negoció la traición del PNV a la República en Santoña con los fascistas italianos.
Mientras se castigan ciertas opiniones desagradables para el Imperio Progre, los violentos pueden anunciar que van a arrasar barrios de ciudades sin sufrir consecuencias
Ahí demostró Aburto que la calle era suya y que en ella no se podía hacer nada sin permiso del sheriff. Implacable con los pacíficos.
Sin embargo, por miedo a disturbios en el partido de fútbol entre el Athletic y el Spartak de Moscú, el alcalde aconsejó a los comercios que cerrasen antes de su hora, a los bares que no sirviesen bebidas en recipientes de cristal y a los restaurantes que retirasen las terrazas (por las que pagan tasas) para no proporcionar munición a los violentos. Blando con los fuertes.
Un ertzaina ha muerto de un infarto mientras estaba desplegado en medio de una pelea entre gamberros del Spartak y del Athletic, agrupados en Herri Norte. A éstos, que al parecer empezaron la bronca, la Policía vasca ya había confiscado objetos tan adecuados para ir a un partido de fútbol como puños americanos, porras extensibles y barras metálicas.
El alcalde de Bilbao retiró unas placas en recuerdo a víctimas de ETA, pero ha permitido que en su ciudad se den de palos bandas de supuestos hinchas de fútbol
Desde hace años, los radicales del Spartak se mueven por Europa usando los partidos de su equipo para hacer un turismo de borrachera y puñetazos. Y se mueven impunemente.
Las ciudades a donde se dirigen se limitan a esperar su llegada con parecida resignación como las urbes del Imperio Romano aguardaban la aparición de las hordas bárbaras.
El Gobierno español no creyó necesario detener autobuses en la frontera o devolver a los hinchas identificados en los aeropuertos. El Tratado de Schengen se suspende cuando hay una cumbre del G-8 o una boda real; no cuando la seguridad y la propiedad de los ciudadanos de a pie está en riesgo. ¡Que somos europeos y la libre circulación de personas es uno de nuestros principios!
El Gobierno vasco y el Ayuntamiento desplegaron 600 policías autonómicos y municipales. El Athletic añadió 200 guardias de seguridad. Me pregunto quién corre con los gastos y los destrozos. ¿No debería ser el club español… o el ruso?
¿No se puede expulsar de las competiciones europeas a un equipo cuyos hinchas se comportan como matones? ¿Es por la libertad, esa idea en cuyo nombre se cometen tantos crímenes y tantas estupideces, o es por el negocio? ¿O es para mantener asustada a la gente y hacerle creer que necesita a los Gobiernos?
Después de la tangana, el alcalde de Bilbao, Jon Aburto (PNV) dijo las mismas sinsorgadas que pronunciaban los ministros de Interior de UCD cuando los etarras cometían un atentado: “¡El que la hace la paga! ¡Sobráis en Bilbao!”. ¿Se refería a los rusos del Spartak o también a los vascos del Athletic? Claro, sólo a los primeros; los otros llevan décadas de impunidad.
Se han suspendido partidos de fútbol por insultos a jugadores o árbitros negros. Nunca porque se gritase “¡ETA, mátalos!”
En la Liga española se han suspendido partidos y expulsado a espectadores por gritar insultos racistas, lo que apruebo. Pero no se ha suspendido nunca un partido en un estadio vasco o navarro por gritar “¡ETA, mátalos!”. Las esvásticas están prohibidas en los estadios (bien), no las efigies del Che Guevara (mal). ¡Otra vez la irritante doble vara de medir! Unos tienen derecho a todo; otros, la mayoría, cargan, con el peso de la ley, cada vez mayor.
El Poder está reconociendo que ante los violentos se achanta, mientras que despliega su dureza ante los pacíficos, como los que se manifiestan ante clínicas abortistas o rodean una cruz que recordaba a sus parientes asesinados por las izquierdas. ¿Cuál es la conclusión que van a sacar muchos? Que para obtener lo que pides o deseas, hay que recurrir a la violencia.
En Cataluña, las invocaciones a la desobediencia hechas por la Generalidad legitiman las protestas anti-separatistas y el movimiento de Tabarnia
Como en el caso de Cataluña. El catalanismo, en todas sus formas políticas y sociales, lleva un lustro predicando la desobediencia al Gobierno español (tan Estado es el Consejo de Ministros como la Generalidad, por cierto). Ese discurso legitima no sólo a los perroflautas sino, también, a la de orden y duchados que hasta ahora soportaban a la Generalidad, como a las hemorroides, en silencio.
Las manifestaciones más claras de esta desobediencia a lo oficial en Cataluña son el movimiento de Tabarnia, las docenas de manifestaciones antiseparatistas que se suceden por toda la región y la huida de cientos de empresas. El paso siguiente, puede ser una rebelión fiscal, un tancament de caixes (cierre de cajas), inventado por el catalanismo en 1899 para no pagar impuestos a Madrit.
El feudalismo nace en la época en que colapsan las autoridades oficiales, del imperio romano o de los reinos germánicos que le suceden. Ante los impuestos confiscatorios y las invasiones, los pueblos buscaron protección en los caciques locales. Hace años, el neofeudalismo y la nueva Edad Media fueron dos de las ideas que más me atraían; si los Gobiernos siguen fracasando de esta manera, seguramente las recupere.
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