Las ¿extintas? Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) han presentado su partido político como resultado de los acuerdos con el Gobierno de Juan Manuel Santos que contó con el rechazo explícito de la mayoría de los colombianos.
Lo han hecho manteniendo las siglas FARC, pero modificando su significado. Ahora se hacen llamar Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común. Mismos perros con distinto collar.
Según Luciano Marín, conocido en la selva como ‘Iván Márquez’ y número dos de las FARC, la decisión de mantener las siglas responde a la determinación de «continuar con el conflicto, pero en otro terreno, en la vía de la política legal».
«Se quedan con el pecado y sin las armas. Hay siglas que no venden ni un tamal en un desastre»
La elección de maquillar las siglas no ha sido unánime aunque sí mayoritaria. Según se ha reportado, de los 1.200 miembros de la reciente criptoguerrilla-narcoterrorista, 628 respaldaron la nueva definición. Otros, como el excomandante Timoleón Jiménez, apostaron por el nombre Nueva Colombia.
Y, desde luego, mantener FARC desde el punto de vista de la mercadotecnia política no parece la mejor opción, a juicio de distintos expertos que ha dejado su opinión en la prensa: «Va a ser mayor el factor de rechazo»; «se comete un grave error»; «se quedan con el pecado y sin las armas. Hay siglas que no venden ni un tamal en un desastre».
Si tiene dudas, pueden preguntar a sus colegas de Bildu-ETA.
Si bien ha triunfado el inmovilismo respecto al nombre, no así respecto al logo. Las ¿nuevas? FARC se suman a la rosa que representa al socialismo. Muy parecida a la usada por el PSOE o del Partido Socialista francés.
«En esas cuatro décadas de violencia fanática narcocomunista se han producido decenas de miles de asesinatos, secuestros, reclutamientos forzosos de menores, torturas, violencia sexual, etc»
Sea cual sea el nombre y el logo que hayan escogido, las FARC, ahora la FARC, tiene asegurado su sitio en el Congreso y el Senado, pues en la negociación con el presidente Juan Manuel Santos tutelada por la dictadura castrista, lograron arrancar cinco escaños en el Congreso y otros tantos en el Senado aunqe no saquen ni un solo escaño y a pesar de su pasado.
Resulte como resulte la representación parlamentaria de la FARC, el hecho cierto es que se está dejando participar en un proceso democrático a una organización que ha generado una espiral de terror durante 40 años.
En esas cuatro décadas de violencia fanática narcocomunista se han producido decenas de miles de asesinatos, secuestros, reclutamientos forzosos de menores, torturas, violencia sexual, etc.
Y si alguno es encontrado culpable, de acuerdo a lo pactado, los terroristas no pagarán sus culpas con penas de cárcel si lo reconocen y colaboran con la justicia.
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