Luis Almagro es el protegido de la izquierda dura de Uruguay; ex-ministro de relaciones exteriores del líder guerrillero tupamaro José Mújica; acólito de la Cuba castrista y de la Venezuela chavista; y gran propulsor del aborto, la legalización de las drogas y de la agenda homosexualista.
Un curriculum a medida de la izquierda dura sudamericana
El secretario general Luis Almagro se curtió como diplomático exitoso en el Irán de Ahmedinejad en los tiempos del atentado terrorista contra la AMIA (una asociación cultural judía argentina). Durante su periodo de secretario y encargado de negocios de la embajada uruguaya en el país persa (1990-1996), Almagro formó lazos estrechos entre el régimen teocrático musulmán y su pequeño país sudamericano, negociando contratos agropecuarios y geopolíticos a cambio de importantes contratos energéticos.
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Suscríbete ahoraEstos lazos permanecerían vigentes tras su partida de Teherán, lo que se constata por sucesivas declaraciones y visitas al régimen islámico. Ya como canciller de Uruguay, en el 2011, Almagro agradeció los esfuerzos de la República Islámica para establecer la justicia social, concluyendo que si todos los gobiernos respetaran estos principios como Irán, no habría ningún problema a nivel mundial. De 2005 a 2010, Luis Almagro ejerció de embajador uruguayo en Pekín.
el ahora gran defensor de los derechos humanos en la OEA, nunca llamó la atención a los regímenes de Irán, Cuba, Venezuela o China
El hombre pragmático en el seno de la OEA
En total, durante dos décadas completas, el ahora gran defensor de los derechos humanos en la OEA, nunca llamó la atención a los regímenes de Irán, Cuba, Venezuela o China por su multitud de crímenes contra la humanidad.
Como buen diplomático, Luis Almagro es un hombre pragmático. Durante su estancia en Irán se alió en contra de Israel; como canciller de Mújica, mantuvo una estrecha relación con el régimen comunista cubano y con el chavismo venezolano; ahora, en la OEA, ha adoptado para su administración el lema “Más derechos para más personas”, en alusión clara al ‘matrimonio’ entre personas del mismo sexo y al aborto.
La forma de elección de Almagro al cargo más alto de la OEA es, en sí, un síntoma del malestar institucional de la organización, pues fue elegido por unanimidad mediante un voto secreto en el que él era el único candidato.
Uno de los candidatos que se retiró antes de la votación final, el guatemalteco Eduardo Stein, cuestionó si la OEA es una institución que se pueda rescatar, pues con sus 757 mandatos sin financiación alguna, es poco más que una carta imaginaria que se le manda a un Santa Claus en quiebra total.
Legalización del aborto, homosexualismo y drogas
Sin embargo, el plan de Almagro es ambicioso. Se plantea impulsar la legalización del aborto en Hispanoamérica apoyado por las numerosas ONG abortistas establecidas en los Estados Unidos y Europa, promover la agenda homosexual y legalizar la marihuana.
Para llevar a cabo esta revolución social cuenta con el apoyo absoluto de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), de marcada ideología abortista, sin un sólo representante provida o profamilia. Una fuente cercana a la CIDH, que solicitó mantener su anonimato, aseguró que miembros de la comisión de derechos humanos le habían recomendado a los que estuvieran en contra del aborto que mejor no se presentaran al puesto de comisionado.
Además, Almagro tiene aliados en la Corte Interamericana, que está creando unos conceptos jurídicos evolutivos por los cuales las preferencias sociales de los jueces se pueden convertir en un nuevo ordenamiento jurídico sin los estorbos legislativos nacionales.
Almagro prepara su obra magna: lograr que la Cuba de Fidel y Raúl ingrese en la OEA de forma plena
Dos ejemplos recientes bastan para ilustrar esta estrategia jurídica. En el ámbito de la familia, la Corte Interamericana falló en el caso Atala Rifo, que la orientación sexual relativista es una categoría protegida. Mientras que en el caso Atavía Murillo, la corte falló que la garantía al derecho a la vida puede excluir al nonato.
En ninguno de estos casos existe un fundamento jurídico pactado por los estados que permita justificar estas conclusiones más allá de lo que la corte denomina la interpretación evolutiva y el control de convencionalidad, conceptos que básicamente permiten eliminar la soberanía nacional y suplirla por la preferencia política de los jueces.
Acompañado por una burocracia controlada por las ONG radicales y reforzada con lugartenientes importados del Gobierno de José Mújica, Luis Almagro prepara su obra magna: lograr que la Cuba de Fidel y Raúl ingrese en la OEA de forma plena y que el aborto, el matrimonio homosexual, y la legalización de las drogas se lleve a cabo al igual que se hizo bajo el Gobierno de José Mújica.
Un estorbo fácil de saltar
Los derechos humanos en el marco de la OEA se rigen por la Convención Americana sobre Derechos Humanos CADH, que es muy clara sobre el aborto: reconoce la personalidad jurídica de todo ser humano desde la concepción como persona con derecho pleno a la vida.
Esta protección al derecho a la vida dentro del derecho internacional interamericano causó un gran debate sobre el aborto ya en el año 1969 y fue el motivo de que varios países abortistas como los Estados Unidos y Canadá se negaran a ratificar la Convención, firmada en San José de Costa Rica.
Definitivamente, cualquier interpretación lógica de la Convención negaría la posibilidad de impulsar el aborto desde el punto de vista del sistema jurídico interamericano, pero aparentemente ese no es el caso para Almagro y su equipo de derechos humanos.
Burocracia made in Uruguay
Por otra parte Almagro ha contratado a Leonel Briozzo, exministro de Salud con José Mújica que impulsó la legalización del aborto en Uruguay. Sus declaraciones sobre las cifras de abortos clandestinos, razón principal de la legalización en ese país, son famosas por el nivel de engaño, pues resultaron ser 22 veces mayores a las reales.
Su camarilla de asesores, vinculados a dictaduras comunistas, cobrarán más de diez mil dólares al mes
Pero, además de Briozzo, Luis Almagro ha contratado al exsecretario de la Presidencia, Diego Cánepa, el exsubsecretario de Economía y también exvicecanciller, Luis Porto, y al exministro de Defensa, Luis Rosadilla, (todos de la administración Mújica) para su secretaría en la OEA.
Estos personajes de la extrema izquierda sudamericana, todos con vínculos con las dictaduras comunistas, cobrarán salarios suculentos de más de diez mil dólares al mes.
Pero llama la atención su apuesta abierta por la legalización del aborto. Ya en febrero del 2015, el entonces único candidato a la secretaria general enfatizó en una reunión ante la sociedad civil en Washington DC, que buscaría la legalización del aborto y la marihuana.
A la espera de las elecciones en Estados Unidos
Mientras tanto es muy probable que el próximo presidente de los Estados Unidos, país donde se basa la OEA y que provee aproximadamente un 50% de su presupuesto operativo, sea uno de los dos candidatos republicanos hijos de exiliados de la dictadura cubana.
Tanto el senador texano Ted Cruz, como el senador de Florida Marco Rubio, han prometido, en caso de llegar a la Casa Blanca, revertir la política desastrosa de Obama de acercamiento a las dictaduras de Cuba e Irán y frenar la política agresivamente proaborto y prohomosexual de Obama.
En definitiva, todo apunta a que el futuro del plan de Luis Almagro frente a la OEA se decidirá junto con las elecciones presidenciales de los Estados Unidos en noviembre de 2016.
Entre tanto, la maquinaria abortista que forma parte permanente de las estructuras de la OEA sigue trabajando a marchas forzadas para forzar una revolución de valores en América Latina.