El buenismo hipócrita de Carmena en acción. La regidora le tiene puesta una vela al Papa y otra al diablo y esta vez toca implorarle a Bergoglio su intercesión «para solucionar el desastre de la política de acogida de refugiados en Europa», se lamenta. Nada peor que un lobo con piel de cordero.
La alcaldesa de Madrid ha emprendido su periplo vaticano bajo el lema: “Los refugiados son nuestros hermanos” junto a otros líderes españoles de Podemos y movimientos del ‘cambio’ como Ada Colau (Barcelona), Pedro Santisteve (Zaragoza) y Joan Ribó (Valencia) y no ha dudado en posar orgullosa para las fotos en la plaza de San Pedro, en el Vaticano.
Todos los dirigentes sonreían orgullosos ante las cámaras al tiempo que presumían de ejercer la defensa de los débiles.
Buscan la varita mágica que les permita “acoger y regularizar” a emigrantes o refugiados en España. Pero si hay algo que ni la más mágica de las varitas podría borrar es el cinismo de la alcaldesa progre.
La regidora madrileña dice abanderar la causa de la defensa de los débiles pero veta la participación de 800 ninos en la cabalgata de Reyes. Ellos no son débiles para Carmena, no.
La misma mujer que contrató a unos títeres para adoctrinar a los ninos que acabaron en prisión por ensalzar a ETA durante el espectáculo infantil ahora pide «comprensión».
La alcaldesa que pretendía eliminar las subvenciones y aplicar el el Impuesto sobre Bienes e Inmuebles (IBI) a los bienes de la Iglesia.
Aquella que hace tan sólo unas semanas colocaba en el Palacio de Cibeles una exposición sacrílega y pornográfica contra la Iglesia en la que, entre otras perlas, los visitantes pueden ver a un obispo violando una monja en el altar de una Iglesia, ahora se queja de «leyes antinaturales».
Ésa que decidió no destinar ni un sólo euro a las asociaciones de víctimas del terrorismo en los Presupuestos municipales de 2016 y que llegó a un acuerdo en secreto con los socialistas para retirar a las familias numerosas el descuento que tenían en el IBI, ahora acusa a los líderes europeos de «olvidar la realidad de muchísimas personas».
La verdadera naturaleza de Manuela Carmena queda desenmascarada con echar tan solo una ojeada a su trayectoria: una ex juez politizada y que desprecia a los trabajadores, a las familias y a todo aquello que huela a Iglesia.
Las dos caras de Carmena. En su año y medio de gobierno el desastre en la capital es absoluto, pero ella sigue instalada en su mundo ideal en el que lo único importante es ayudar al forastero mientras se obvian los graves problemas que sufren los locales por su dejadez y buenismo hipócrita.
Su homónima barcelonesa en el cargo y compañera de ataques contra los cristianos, Ada Colau, -Carmena-Colau, tanto monta, monta tanto-, tampoco se queda atrás.
Su colega podemita con la que entre otras cosas tiene en común el haber llegado al cargo anunciando que se bajarían el sueldo -y unos meses después haberse coronado como las regidoras mejor pagadas de toda España-, comparte con ella el desprecio y la purga de todo aquello que huela a cristianismo.
Colau dejó el pasado mes de septiembre sin celebraciones religiosas a las fiestas de la Virgen de la Merced y ha ido reduciendo la presencia de los cristianos en todos los actos públicos.
La misma Colau que se hace ahora la foto con el Papa, permitió la lectura de un Padrenuestro blasfemo
La misma que permitió durante los premios Ciutat de Barcelona la lectura pública de la vergonzosa ‘adaptación’ del Padrenuestro católico: «Madre nuestra que estás en celo, santificado sea vuestro cono» y aplaudió orgullosa tan ‘graciosa’ ocurrencia, ahora le pide al máximo dirigente de la Iglesia católica que le otorgue las competencias necesarias para que Madrid y Barcelona puedan acoger a más refugiados.
Carmena y Colau dicen compartir con el Papa Francisco que no hay excusas para luchar por la defensa de la vida humana y los derechos humanos. ¿De la vida humana? ¿Carmena? ¿La misma persona que dijo que los fetos en el vientre materno pueden ser sacrificados por no son personas?
¿La vida? Cuando las cifras de aborto son de más de 16.500 en Madrid y de más de 14.200 en Barcelona, los municipios regidos por Carmena y Colau.
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