El pasado fin de semana se despedía de la competición un grande del deporte. Al igual que Bahamontes abrió camino en el ciclismo, Ballesteros en el golf o, más recientemente, Carolina Marín en el bádminton, Javier Fernández lo hizo en el patinaje.
Se despidió en el Europeo de Minsk. Séptima vez que ganaba esta prueba, tras lograr también dos Campeonatos del Mundo y un bronce en Juegos Olímpicos.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraFernández siempre ha ido con la sencillez, la cercanía y la humildad por delante. Incluso cuando se quejaba estos días, con una sonrisa, de que los jueces le habían puntuado bajo en su programa corto. Eso ha hecho que sea querido en muchas partes del mundo, y así se lo demostraban sus seguidores en Bielorrusia.
Y así se demostró en el programa largo, su despedida. Cuando él salió a patinar, muchas banderas españolas aparecieron por todos los rincones de la pista. Y no creo que hubiera tantos españoles en Minsk viendo un Europeo de patinaje.
Pensé: muchas más banderas españolas que en España. El cámara enfocó a algunos de los que las portaban. Asiáticos y europeos muy rubios la mayoría.
Esa gente que movía la bandera española quizás había comenzado a amar un poquito a España por ese muchacho de barrio madrileño, que se ha convertido en uno de los grandes en su deporte. Por supuesto, esa gente no desprecia a su país por amar, un poquito, a otro.
Te das cuenta de que muchas veces fuera valoran lo que en España despreciamos. Y que, en otros países, sean de la ideología que sean, ondean su bandera sin desprecio y escuchan su himno con aprecio
¿Y qué pasa en España?
Pues para empezar no estamos tan orgullosos de él. Por ejemplo, en El País del domingo dedicaban un tercio de página a Fernández (¡en su despedida!), mientras que el resto de la página era para Naomi Osaka, la nueva número uno del tenis. Dejadme pensar mal, pero parece que lo políticamente correcto vuelve a pesar y que, con esto de darle “visibilidad” al deporte femenino, despreciamos hasta a uno de los nuestros, y uno de los grandes, en su retirada.
Y, para seguir, no estamos orgullosos de nuestro país. Es cierto que en deporte tenemos miles de ejemplos de grandes campeones (el famoso “Soy español, ¿a qué quieres que te gane?”). Pero muchos se quedan en reconocer a nuestro país en esta faceta, si llegan.
Porque hay gente que aún piensa que llevar la bandera de España es “facha”. Otros lo ven pasable si la agitas en un evento deportivo, pero de ahí no pases, por favor.
Es algo que ya todos sabemos. Y a todos nos han llamado alguna vez “facha” por llevarla. Pero es hasta “normal” que se caiga en este error. Yo misma, hasta los 18-19 años, pensaba así. Porque era lo que los compañeros de clase decían y eso se quedaba ahí, no lo pensabas más. Y los profesores ni entraban en esto. Nadie me había enseñado a amar la Patria. Y era colegio concertado.
Sin embargo, al salir de la “burbuja” del colegio, conocí otras realidades. Y también el viajar quita muchas tonterías de la cabeza. Te das cuenta de que muchas veces fuera valoran lo que en España despreciamos. Y que, en otros países, sean de la ideología que sean, ondean su bandera sin desprecio y escuchan su himno con aprecio.
Todo se educa. Y el patriotismo también se podría educar. Si hubiera voluntad. Y, mientras no la haya, desde la sociedad civil tendremos que trabajar lo que desde las instituciones no se hace. Una gran iniciativa es, por ejemplo, la de la Asociación Enraizados con su nuevo proyecto de “España en la Historia”.
También desde los medios de comunicación hay que recordar la grandeza de España. Javier Fernández lo hace, en el deporte, con su esfuerzo y su sonrisa. Porque si cuando él patina se ondean banderas españolas, y esa gente, que no es española, ama un poco más nuestro país, está haciendo verdadera “marca España”.