El mariscal Ney fue pasado por las armas en París el 7 de diciembre de 1815…supuestamente. Su cuerpo recibiría sepultura en el famoso cementerio de Père-Lachaise, en una fugaz ceremonia a la que ni su propia esposa pudo asistir. Casi al mismo tiempo, comenzaron a circular extraños rumores. Se decía que Michel Ney, si bien fusilado, sobrevivió, y que todo era un montaje para simular su muerte. Así, el pelotón de ejecución habría empleado balas de fogueo, y la sangre que manchaba la guerrera del antiguo mariscal de Napoleón provenía de una bolsa con un líquido rojo que el propio Ney vertió sobre sí. Fue la masonería quien presuntamente le ayudó; hay quien sugiere incluso vínculos con el duque de Wellington, vencedor en Waterloo -donde, por cierto, Ney mandaba el flanco izquierdo-. Más aún, existe el testimonio de un empleado del camposanto parisino que al abrir su ataúd no halló más que piedras en su interior.
Pero, ¿quién fue Ney en realidad? De orígenes humildes -su padre era un comerciante de licores alemán-, pronto se destacó como un soldado intrépido e impulsivo en el 5º Regimiento de Húsares. Pero amen de su probado valor, Ney era un hombre sumamente inteligente, cuyas aptitudes eran muy apreciadas por el mismísimo Napoleón. De hecho, participó con notable éxito en infinidad de combates, pero fue en la retirada de la Grande Armée -o lo que quedaba de ella- hacia Francia lo que le valió el reconocimiento definitivo.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraAcosado a diario por los regimientos cosacos del Ejército Ruso, Ney se erigió en el auténtico bastión de la retaguardia gala, dando así ejemplo a sus hombres, que comenzaban a desertar. Fue el último de los soldados franceses en pisar suelo ruso. El Emperador afirmaría entonces que “Francia está llena de hombres valientes, pero ciertamente, Ney es el más valiente de entre los valientes”.
Aún se conserva la lápida de un tal “Peter Stewart Ney, soldado de la Revolución Francesa que sirvió bajo el mando de Napoleón Bonaparte”
Años después, en 1819, a la localidad norteamericana de Cheraw -South Carolina- llegaría un europeo llamado Peter Stewart Ney. Hombre culto y refinado, hablaba alemán y latín, y aunque en teoría no dominaba el francés, sí era frecuente verle consultando libros en ese idioma, sobre todo referidos a las campañas napoleónicas. Amante de la esgrima, era un consumado tirador de sable, y su forma de montar dejaba bien claro que aquel extranjero había recibido instrucción militar. En alguna ocasión, fruto del exceso de alcohol, dicen que llego a revelar quién era realmente, y que tal confesión la repetiría en su lecho de muerte. Allí fue donde el médico que certificó su fallecimiento descubriría una vieja herida en el brazo, igual que la que se produjo el Mariscal Ney en Maguncia.
Posteriormente, grafólogos que tuvieron ocasión de comparar las escrituras de “ambos hombres” vieron asombrosas coincidencias entre ellas. ¿Verdad o leyenda? Lo cierto es que el fusilamiento de Ney tuvo bastantes visos de realidad, y lo más probable es que muriese comandando su propio pelotón de ejecución. No obstante, en el cementerio de la Iglesia de Third Creek, en Cheraw, aún se conserva la lápida de un tal “Peter Stewart Ney, soldado de la Revolución Francesa que sirvió bajo el mando de Napoleón Bonaparte”. Curioso.