Decía Mijaíl Botvínnik que “el ajedrez es arte y cálculo”. Botvínnik, varias veces campeón mundial de ajedrez a principios del siglo XX, perfectamente podría estar hablando de la política. Especialmente si se trata de la política venezolana de estos días.
Si la política es arte y cálculo, la oposición venezolana tiene en Henry Ramos Allup a un artista y calculador a partes iguales. Y a pesar del rechazo que genera en muchos compañeros y seguidores de la Mesa de Unidad Democrática su elección como presidente de la Asamblea Nacional y su rol cada vez más relevante en el liderazgo opositor, podría ser beneficioso en los tiempos revueltos que vive Venezuela.
Mucho se comentó, como un acto de valentía, la juramentación de los tres diputados cuya elección el –politizado- máximo tribunal de Venezuela impugnó saltándose el orden jurídico. Posteriormente, algunos se escandalizaron al enterarse que la oposición había decidido desincorporar a estos tres diputados, entendiéndolo como un recule frente al chavismo. Pues bien, no hay nada más alejado de la realidad.
En el ajedrez, de vez en cuando, se debe sacrificar algún peón para salvar a la reina y dar jaque al rey
Mantener a los diputados dentro del hemiciclo suponía entrar en un impasse difícil de superar. El régimen, teniendo el resto de poderes secuestrados, se habría asegurado de convertir a la Asamblea Nacional en un ente inocuo, una especie de zombie legislativo. Esto le habría permitido evitar al único espacio de control y auditoría que han tenido en 17 años, le habría permitido seguir sin tener que dar explicaciones.
Le habría quitado a la oposición el poder obtenido y el espacio de maniobra que tiene para lograr sus objetivos. Y eso no se puede permitir. En el ajedrez, de vez en cuando, se debe sacrificar algún peón para salvar a la reina y dar jaque al rey.
Con esta desincorporación temporal, se abre de nuevo el juego y se deja la pelota en el tejado del Gobierno. Ahora Maduro comparecerá ante la Asamblea Nacional para dar su «desmemoria y cuento» [el nombre oficial de esta comparecencia es ‘Memoria y Cuenta’], acto que reconoce y legitima al nuevo parlamento. Comparecerá y deberá dar respuestas, lo mismo que sus ministros en los próximos días.
La oposición venezolana no puede darse el lujo de dar tumbos mientras el régimen chavista está cada vez más acorralado
Esta decisión también le permite a Ramos y a la oposición aprovechar el nuevo escenario consecuencia del cambio de caras dentro del Ejecutivo: la incorporación de Aristóbulo Istúriz como vicepresidente de la República. Istúriz y Ramos son viejos conocidos.
El nuevo vicepresidente inició su larga carrera política en el partido que ahora lidera Ramos Allup, Acción Democrática. Además, es de los más inteligentes (en cuanto a inteligencia política se refiere) dentro del chavismo. Es un personaje que actúa en la sombra, pero que ha sabido mantenerse activo en la truculenta vida política venezolana.
Su presencia y estilo político supondrían mayor acceso a la cúpula del régimen, lo que facilitaría una futura (quizás probable) transicion política en Venezuela. Ramos Allup ya ha dado el paso, como era de esperar y ha abierto línea directa con Istúriz.
La oposición venezolana no puede darse el lujo de dar tumbos mientras el régimen chavista está cada vez más acorralado por el descontento generalizado y la difícil situación generada por su propia ineptitud.
Ante la histeria de personajes como Diosdado Cabello y otros tantos de la élite chavista, la oposición venezolana debe mantener la cabeza fría y asegurar su estrategia.
Y, de eso, Ramos Allup, el artista y calculador, sabe de sobra.
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