En la medida en que la revolución informática y la globalización transforman el mundo, asistimos a una epidemia de palabras que comienzan por el prefijo ‘post’ (‘pos’ cuando va antepuesto a una palabra que empieza por consonante).
Poco imaginábamos en la década de 1980 que el formato de la grotesca palabra ‘posmodernidad’ ―abusada como comodín cultural precisamente por su imprecisión semántica― triunfaría hasta el punto de llegarse a definir hoy la transversalidad política como ‘post-partidismo’.
El polémico prefijo puede aplicarse a prácticamente todo lo perteneciente a la etapa anterior a la revolución informática de mediados del siglo XX
Lo cierto es que leemos decenas de artículos sobre la ‘posverdad’ y los médicos nos hablan con seriedad del ‘Trastorno de estrés postraumático’. Sin embargo, en esta corriente milenial de ‘postización’ generalizada conviene distinguir entre el oportunismo lingüístico y los términos históricos, sociológicos o políticos que marcan un antes y un después comparable al ‘a.C.’ y ‘d.C.’ relativos al comienzo de la era cristiana.
Dado que asistimos al inicio de una nueva era, el polémico prefijo puede aplicarse a prácticamente todo lo perteneciente a la etapa anterior a la revolución informática de mediados del siglo XX.
En 2008, hace casi una década, el periodista indo-estadounidense Fareed Zakaria publicó un libro titulado Un mundo post-americano donde, en un lenguaje comprensible para todos los públicos, anunciaba una etapa en que Estados Unidos tendría que competir duramente con otros países del mundo que habrían logrado imitar su modelo de democracia liberal hasta el punto de llegar a plantear una amenaza para su hegemonía.
Zakaria es uno de los cientos de miles de profesionales procedentes de todos los países del mundo que han hecho carrera en Estados Unidos, país que se define como “la tierra de las oportunidades”. Tras haber pasado por Yale y Harvard, dirige y presenta desde hace un lustro el programa de actualidad política “GPS” y escribe una columna semanal en el Washington Post.
Desde comienzos del siglo XXI Zakaria veía que otros países iban superando a Estados Unidos
Su ideología heterodoxa le ha permitido defender el anticomunismo de Reagan y ser un entusiasta del liberalismo financiero de Bill Clinton ―que al derogar la ley Glass-Steagall Act potenció el crash de 2008―, mientras se planteaba con preocupación el papel de Estados Unidos en el mundo.
Desde el comienzo del siglo XXI, conforme el exitoso modelo socioeconómico estadounidense se iba implantando en el mundo, Zakaria veía que otros países iban superando a Estados Unidos con empresas más potentes, industrias más productivas y millonarios más ricos (faltaba una década para que el español Amancio Ortega se alzara al primer puesto de la lista mundial, que hoy le disputan los estadounidenses Bill Gates, Warren Buffett y Jeff Bezos).
En Un mundo post-americano, Fareed Zakaria pronosticaba hace una década un orden mundial en el que Estados Unidos seguiría siendo la nación más poderosa, pero su poder relativo quedaría tocado para siempre. En el mundo ha habido ―nos cuenta en su libro― tres grandes apropiaciones del poder mundial en los últimos 500 años: Occidente lo obtuvo durante el Renacimiento, Estados Unidos lo alcanzó a finales del siglo XIX y en el siglo XXI se lo reparten una serie de países emergentes, sobre todo China e India, que lo comparten con las organizaciones supranacionales más poderosas.
Según Zakaria, las grandes instituciones occidentales e internacionales no afrontan con eficacia los desafíos del nuevo milenio, que atribuyen mecánicamente a las crisis económicas o sociológicas (como el terrorismo) sin detectar los efectos negativos del progreso (como la destrucción medioambiental o la subida de precio de los productos básicos).
Como también avisaba el sociólogo estadounidense Neil Postman en 1985 (Amusing Ourselves to Death), Fareed Zakaria cree que la civilización occidental estaría sustituyendo la ira por la indiferencia. En nuestro apático mundo global, el antiamericanismo del siglo XX se habría convertido en el post-americanismo del siglo XXI.
En este mundo post-estadounidense el poder se reparte de manera fraccionada entre un mosaico de organismos nacionales y supranacionales donde lograr objetivos comunes es una tarea cada vez más compleja. A comienzos de noviembre Zakaria recordaba su texto publicado hace casi una década: “En 2008, escribí un libro sobre un mundo post-americano que, dadas la ineptitud y el caos de la presidencia de Trump, se está perfilando mucho más deprisa de lo que yo esperaba. Bajo Trump, Estados Unidos se está convirtiendo en algo mucho peor que un país temido o un país ridiculizado. Se está convirtiendo en un país irrelevante”.
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