Vox es el partido de las grandes contradicciones. Ha nacido para dejar en evidencia al sistema, pero lo hace desde el sistema; propone volver al Estado centralista, pero ha triunfado en unas elecciones autonómicas; lleva en las alforjas propuestas en materia de familia y vida, pero éstas se dan de tortas con leyes vigentes.
Le pasa un poco lo que -salvando abismales distancias- le pasaba a Podemos. Debutó en el ruedo político pidiendo lo imposible: un cambio de Régimen. Pero el partido que nació para ir contra la casta, se convirtió en casta, con techos con vigas de madera vista, suelos de gres y calefacción por suelo radiante de estilo neocolonial.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraEs lo que tiene el sistema: que todo lo metaboliza. Llegan unos ingenuos, con un programa cargado de idealismo, pretenden poner patas arriba apolilladas estructuras -como el correoso turnismo bipartidista-, y acaban o bien estrellados o bien abducidos.
Dispone de un arma formidable, nada menos que 400.000 votos pero el programa de PP-Cs contiene sapos ideológicos para Vox
Para Vox la prueba de fuego ha llegado ahora, cuando después de su espectacular aterrizaje en los comicios andaluces, tiene que sentarse a negociar con PP y Ciudadanos.
Dispone de un arma formidable, nada menos que 400.000 votos. Sin ellos, Moreno y Marín no pueden formar Gobierno. Pero el programa pactado por PP y Cs contiene -junto con algunas medidas regeneradoras- unos cuantos sapos ideológicos, en materia de familia y vida, que Vox no debe tragar si quiere seguir siendo Vox.
El gran dilema que tiene por delante es si va a tirar por la borda sus principios y va apoyar a las otras dos fuerzas; o si por el contrario, se va a atrincherar detrás de sus rayas rojas, y va a tensar la cuerda, aun a riesgo de provocar una repetición de elecciones.
Peliagudo envite. Si pacta cediendo parcial o totalmente en su ideario, no se distinguirá gran cosa del PP, que se frotará la manos. Sobre todo ahora que Casado ha derechizado el partido, reforzando su perfil liberal-conservador con un staff de brillantes pretorianos.
Pero si Vox no lo hace y provoca nuevos comicios, puede que el electorado le castigue, endosándole la responsabilidad de haber dejado pasar una ocasión de oro para echar al PSOE de Andalucía… aunque hay quien opina que, al revés, el electorado le puede premiar por su firmeza y entonces subiría por encima de los 400.000 votos. Se admiten apuestas.
El problema es que con un espectro abigarrado y transversal como el que le ha apoyado -que incluye incluso a votantes de Podemos- no sabemos qué porción lo ha hecho sólo por defender la familia y la vida.
Es verdad que el programa pactado por PP y Cs incluye eliminar los aforamientos de altos cargos; despolitizar el Servicio Andaluz de Salud y centralizar los negociados dispersos de la administración paralela urdida por el PSOE. Lo cual supone un notable cambio respecto a los 4 décadas ominosas; pero eso sólo no basta. Todo quedaría en retoque cosmético si PP y Cs no aceptan la propuesta de Vox de sustituir la Consejería de Igualdad por otra de Familia y Natalidad, por ejemplo; o si desarrollan el Pacto de Estado de Violencia de Género; o que siga la Ley de Memoria Histórica o si en lugar de cerrar la tele pública andaluza, como propone los de Abascal, PP y Cs se limitan a implementar cambios para garantizar su «profesionalidad, imparcialidad, pluralidad e independencia», como reza su acuerdo programático.
Decir que los nuevos gobernantes van a garantizar su “pluralidad e independencia” suena igual de creíble que el “detengan a todos los sospechosos” del jefe de Policia francesa del filme Casablanca, que se vendía por igual a aliados y nazis.
Si Vox no consigue que le compren propuestas regeneradoras en familia y vida tendremos El gatopardo en Andalucía: que todo cambie para que todo siga igual
Si Vox no consigue que le compren una serie de propuestas regeneradoras en materia de familia, vida y libertades -que ha sintetizado HazteOir.org en 30 puntos-, lo que tendremos en Andalucía será que una nueva casta habrá sustituido a otra. Un pelín más aseada que la anterior, pero casta al fin. Lo de El gatopardo: que todo cambie para que todo siga igual.
Y Vox habrá tirado por la borda el crédito arduamente logrado durante la travesía del desierto. Si apoya a populares y centristas, a cambio de poco, su papel habrá quedado reducido al de escalera de mano para auparlos al poder. Una escalera que se vuelve a plegar una vez usada y se esconde en el trastero para que no la vean las visitas.