Pedro Sánchez contra las fronteras

    En España, como de costumbre, es VOX el partido que propone soluciones concretas e inmediatas: autorización de uso de material antidisturbios para las fuerzas de orden público en Ceuta y Melilla .

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    Pedro Sánchez sonríe durante el acto de toma de posesión de los ministros de su gobierno /EFE
    Pedro Sánchez sonríe durante el acto de toma de posesión de los ministros de su gobierno /EFE

    En el «pensamiento Alicia» de la corrección política no rigen ni el principio de causa y efecto ni lo que Max Weber llamó «ética de la responsabilidad». Pedro Sánchez tenía mucha prisa por demostrar que es más multicultural, antirracista y humanitario que nadie: acogió, pues, a los tripulantes del «Aquarius», anunció la retirada de las concertinas de la valla de Ceuta y restableció la asistencia sanitaria gratuita de los inmigrantes irregulares. Los que pronosticaron un incontenible «efecto llamada» no podían ser sino repugnantes xenófobos.

    Los racistas insolidarios odiamos tener razón. La avalancha de inmigrantes ilegales en Ceuta y playas andaluzas confirma que España ha pasado muy pronto a ser percibida en media Africa como el eslabón débil y penetrable del bajo vientre de Europa. Lo de Ceuta, además, ha sido un asalto en toda regla. Como explicó Javier Ortega Smith –secretario general de VOX y primer político español en desplazarse a Ceuta y Algeciras- se trató de una auténtica operación de comando: los atacantes, perfectamente organizados, iban pertrechados con ácido, cizallas y radiales para cortar acero. Agredieron a los guardias civiles -que eran sólo 22, contra una tropa de 700- con piedras, cal viva y grandes ganchos usados en la pesca del atún. El Gobierno español ha expresado inquietud por los asaltantes contusionados, pero no por los agentes heridos. Ortega explicó también el modus operandi de las mafias inmigratorias: dejan a su mercancía humana a la deriva en esquifes precarios, sabiendo que los barcos de Salvamento Marítimo españoles acudirán a rescatarles. A veces se les rescata a menos de un kilómetro de la costa africana. Y saben que, una vez puesto el pie en suelo español, su expulsión es muy improbable. De hecho, apenas son retenidos brevemente en los centros de acogida. Unos días después, quedan en libertad.

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    La corrección política progre-socialdemócrata ha decidido, sin embargo, que el de “frontera” es un concepto reaccionario

    La defensa de las fronteras es –junto a la preservación de la ley y el orden público- la más vieja y emblemática de lo que en Francia llaman «funciones regalianas» (o sea, clásicas, originarias, definitorias) del Estado. La corrección política progre-socialdemócrata ha decidido, sin embargo, que el de “frontera” es un concepto reaccionario: se concibe ahora al Estado, no como un defensor del territorio, sino como un inagotable proveedor de servicios de bienestar «gratuitos». Combinando ambos principios, el resultado es que España promete sanidad, educación y subsidios de desempleo a cualquiera que ponga el pie aquí. Los beneficiarios potenciales son 1.300 millones de africanos. Más los hispanoamericanos. Más los asiáticos.

    Pedro Sánchez, durante su única comparecencia en sus primeros 15 días en La Moncloa. /Twitter @desdelamoncloa
    Pedro Sánchez, durante su única comparecencia en sus primeros 15 días en La Moncloa. /Twitter @desdelamoncloa

    La política de Pedro Sánchez es emblemática, no sólo en su postureo ideológico imprevisor («fiat multiculturalismus, pereat mundus»), sino también en su disolución de la responsabilidad nacional en el nivel supranacional-europeo. En efecto, cuando sus medidas demagógicas han producido la previsible avalancha de balseros, al Gobierno no se le ocurre nada mejor que… pedir ayuda a la Unión Europea. Juncker nos salvará, si tiene el día sobrio.

    En Bruselas y en los mainstream media se les llama nacionalistas populistas, cuando no fascistas xenófobos. Pero sus cotas de popularidad ante sus propios ciudadanos son excelentes

    ¡La inmigración irregular es un problema europeo que debe ser resuelto a nivel europeo! Así reza la cantinela. Pero llevamos décadas aguardando la “solución europea”, y ésta no llega. No puede extrañar que cada vez más países -los del Grupo de Visegrado, ahora engrosados de facto por Austria e Italia- se hayan cansado de esperar y hayan comenzado a ejercer la soberanía nacional en el control de fronteras. En Bruselas y en los mainstream media se les llama nacionalistas populistas, cuando no fascistas xenófobos. Pero sus cotas de popularidad ante sus propios ciudadanos son excelentes. Viktor Orban fue reelegido abrumadoramente por los húngaros hace unos meses.

    Dirigentes de VOX (Santiago Abascal, Javier Ortega y Rocio Monasterio) siguiendo el escrutinio con ciudadanos franceses votantes de Marine Le Pen en la sede de VOX.

    En España, como de costumbre, es VOX el partido que propone soluciones concretas e inmediatas: autorización de uso de material antidisturbios para las fuerzas de orden público en Ceuta y Melilla (en la actualidad tienen que intentar contener los asaltos con poco más que buenas palabras, no vaya a ser que las tomen por racistas); y sustitución de la vulnerable valla metálica por un verdadero muro de hormigón, de la altura que sea necesaria.

    El tiempo dirá si va a ser esa la tónica de los próximos años: un PP que copia genéricamente el discurso de VOX, pero sin descender a los detalles de ejecución práctica

    En cuanto a Pablo Casado, es cierto que ha declarado que «en España no podemos dar papeles a millones de africanos». Pero no ha especificado cómo piensa impedirlo. El tiempo dirá si va a ser esa la tónica de los próximos años: un PP que copia genéricamente el discurso de VOX, pero sin descender a los detalles de ejecución práctica (que es donde espera «el diablo», pero también la sinceridad).

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    Francisco J. Contreras Peláez (Sevilla, 1964) es catedrático de Filosofía del Derecho en la Universidad de Sevilla. Autor de los libros: Derechos sociales: teoría e ideología (1994), Defensa del Estado social (1996), La filosofía de la historia de Johann G. Herder (2004), Savigny y el historicismo jurídico (2004), Tribunal de la razón: El pensamiento jurídico de Kant (2004), Kant y la guerra (2007), Nueva izquierda y cristianismo (2011, con Diego Poole), Liberalismo, catolicismo y ley natural (2013) y La filosofía del Derecho en la historia (2014). Editor de siete libros colectivos; entre ellos, The Threads of Natural Law (2013), Debate sobre el concepto de familia (2013) y ¿Democracia sin religión? (2014, con Martin Kugler). Ha recibido los premios Legaz Lacambra (1999), Diego de Covarrubias (2013) y Hazte Oír (2014). Diputado de Vox por Sevilla en la XIV Legislatura.