La retórica de la prensa progre ha superado el límite de la libertad de expresión para caer en la amenaza de muerte. En el artículo de publicó hace una semana Jason Fuller en Huffington Post, ya está borrado, pedía la ejecución de Donald Trump y sus colaboradores por traición a EEUU.
No se sabe si la idea surgió de la imagen de la presentadora y humorista de la CNN Kathy Griffin que se fotografió con la cabeza de un Trump decapitado. Ella fue despedida, veremos que pasa con este colaborador.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraEl artículo en sí es un cúmulo de despropósitos. Dice el señor Fuller que el presidente de EEUU, quien lleva seis meses en el cargo, ha cometido un doble delito de traición a la patria y ya no vale solo con destituirle, sino que debe acabar frente a la Justicia, donde sin duda alguna será condenado -si no a muerte por lo menos a cadena perpetúa, insiste.-
¿En qué se basa? Bueno, reconoce que esperaba una mala gestión de Trump, pero que nadie podía prever que iba a ser tan letal para Norteamérica. Y no solo por salir del acuerdo de París, aislar al país del resto del mundo o su relación con Rusia.
Pero los dos delitos que debería suponer la inyección letal para el presidente son la obstrucción a la Justicia que ha cometido al destituir al exdirector del FBI James Comey e intentar -ni siquiera lo ha conseguido- establecer un veto a seis países de mayoría musulmana.
Al querer imponer un veto a seis países de mayoría musulmana Trump fortalece al ISIS, y eso es un delito de traición
Y es que, argumenta el colaborador del Huffington Post, al destituir al hombre que investigaba la supuesta intromisión electoral de Rusia -declaración de guerra según él- Trump comete un acto de traición.
Y al querer imponer ese veto a seis países ha provocado el fortalecimiento del ISIS, lo que suponer otro acto de traición. Por tanto, dice, su EEUU quiere recuperar su brújula moral no le queda más remedio que condenar a Trump a muerte o cadena perpetúa. No hay más.
Pero no solo eso. Sus colaboradores más cercanos también deben pagar con la misma pena, no vaya a ser que a pesar de matar a Trump el Gobierno mantenga sus políticas.
Por lo tanto, Steve Bannon, Mike Pence, Paul Ryan, Kellyanne Conway y Mitch McConnell también tendrían que pudrirse en la cárcel o morir.
Lo triste que no cómico de toda esta historia es que este artículo se publicó una semana antes de que James T. Hodgkinson acudiese al campo de béisbol en el que congresistas republicanos practicaban para un partido benéfico y disparase a todos ellos.
Sobre todo porque resulta que el señor Hodgkinson era un gran admirador del demócrata Bernie Sanders -de hecho participó como voluntario en su campaña- y ante todo, odiador de Donald Trump.
Cabe preguntarse si este colaborador de Huffington Post escribirá ahora otro artículo en el que culpe a la prensa progre de agitar tanto el panorama que los locos empiezan a salir de sus cuevas rifle en mano. O si de alguna manera terminarán culpando de esto también al presidente de EEUU.