La pregunta que yace en el titular tiene una sola respuesta, que está recogida en una ley fundamental del marketing, la cual sentencia que, en ocasiones, una marca comercial necesita diversificar su producto en subproductos para sobrevivir en el mercado.
Un ejemplo meridiano y paradigmático de ello es el de Coca-Cola, que ha creado varias gamas de su bebida –la light, la zero, la normal sin cafeína, la light sin cafeína y la zero sin cafeína- como mecanismo de supervivencia y de conservación de su hegemonía.
En política, esta ley fundamental del marketing, también, es aplicable, ya que los partidos son como marcas comerciales que deben seducir a unos clientes potenciales llamados “votantes”.
La irrupción de VOX en Madrid y Andalucía no ha fragmentado a la denominada “derecha” sino todo lo contrario: ha sido la causante de su victoria
Un ejemplo de que esta ley fundamental del marketing es aplicable en política es la irrupción de VOX en Madrid y Andalucía, puesto que no ha fragmentado a la denominada “derecha”, sino todo lo contrario: ha sido la causante de su victoria.
Ha sucedido lo mismo que con la Coca-Cola: frente a la light del PP y a la zero sin cafeína de Ciudadanos, Santiago Abascal ha creado una nueva gama que más que dividir a la clientela de esta bebida, ha logrado el efecto contrario: garantizar que la coca-cola continúe siendo el elixir gaseoso líder en el mercado.
Esta ley fundamental del marketing, también, es trasladable a la estrategia de Íñigo Errejón de marcharse de Podemos, para ingresar en su prima hermana carmenita, que no carmelita. El partido morado ha bajado en las encuestas de las elecciones de Madrid con el éxodo del citado político, pero su huida y adhesión a una marca blanca de Podemos ha fortalecido a la izquierda, porque ambos partidos –el de Carmena y el de Pablo Iglesias- suman más votos por separado, diversificando el caladero de papeletas electorales.
El izquierdismo más revolucionario, frente a la coca-cola con azúcar de Podemos, ha lanzado al mercado la light de Errejón, y con esto, ha conseguido ampliar la retahíla de consumidores de este brebaje de gas y cafeína.
En resumen, frente a la clásica teoría de dividir a tu enemigo para vencerle, en ocasiones, también, resulta efectivo dividirse a uno mismo para ganar la partida. Es una jugada original, de máximo riesgo y que no siempre funciona, pero la cual no hay que descartar a la primera de cambio.
Comentarios
Comentarios