
¿Cuál es el fracaso de un nacionalista? Seguramente quedarse sin su amada nación inventada, pero no por una invasión extranjera o por la entusiasta adhesión de sus paisanos a otro proyecto nacional, sino porque su pueblo renuncia a reproducirse y prefiere extinguirse plácidamente, engullendo tortillas y piperradas.
Desde 1980, en que Adolfo Suárez le dio al PNV la autonomía, el partido fundado por los hermanos Arana ha gobernado la región salvo los cuatro años del patético Patxi López. En ese tiempo, ha dispuesto de cientos de miles de millones de pesetas en subvenciones enviadas por Madrid y ha levantado un entramado institucional descomunal: aparte del Gobierno de Vitoria, hay tres Diputaciones con enormes competencias fiscales cada una, más las respectivas comisiones para ponerse de acuerdo, y funcionarios de los mejor pagados de España.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraAunque no les gusta que se lo digan, el PNV ha construido un sistema clientelar al estilo del catalán o el andaluz, con la única diferencia de que los ‘jelkides’ promueven la industria, la de verdad, mientras que los nacionalistas catalanes y los socialistas andaluces se sienten satisfechos con el ladrillo y el turismo de crucero y borrachera.
En la comunidad vasca, el bienestar económico, los servicios sanitarios y la ‘paguita’ están, por ahora, garantizados
Sindicatos y patronales, asociaciones folklóricas, sociedades gastronómicas, comisiones de fiestas, observatorios, publicaciones de todo tipo, coros y orfeones, ONG… El lector ya conoce los detalles.
Casi 65.000 personas cobran una ‘renta básica’ de entre 650 a 959 euros mensuales abonada por el Gobierno autonómico y las Diputaciones vascos; de los perceptores, más de 21.000 son extranjeros. Hay un tráfico de inmigrantes que aparecen de pronto en una ciudad vasca y reciben su paguita y una cama en una residencia montada por una de las Diputaciones. Por ejemplo, la quinta parte de los más de 20.000 marroquíes residentes en Vascongadas la perciben; y tramas de pakistaníes que se organizan para obtener la dichosa renta con documentos falsos.
El dinero debe de salirle a chorros de las orejas a los vascos si así lo gastan sus autoridades. Y así es.
La segunda región en renta per cápita de España y la primera con las pensiones de jubilación más altas, subsidios a troche y moche, un excelente servicio sanitario, una de las tasas de paro más bajas del país… O sea, hay un bienestar económico asegurado.
El País Vasco es una de las regiones más envejecidas de España y hasta de Europa, una de las pruebas del fracaso de la ideología ‘abertzale’
Por otro lado, el ambiente social es fuertemente ‘identitario’: todo en euskera, la palabra Euskadi (inventada por Sabino Arana) y los colores de la ‘ikurriña’ desbordan las calles, el discurso de la superioridad respecto a los ‘maketos’ y el carácter esencialmente antifranquista de los vascos se proclaman desde los partidos, la enseñanza y los medios de comunicación.
Y resulta que los vascos, que parecen encantados con serlo según el ‘katezismo’ del PNV, renuncian a pervivir como pueblo.
En 1981, recién salidos del franquismo y con la Constitución y el Estatuto de autonomía aprobados, una de cada tres personas residentes en Vascongadas tenía menos de 20 años; treinta y cinco años más tarde, esa proporción ha caído al 18%. A la vez, el grupo de los vascos mayores de 65 años se ha duplicado: del 9 % al 22%. Los más ancianos, de 85 años o más, se han multiplicado por 5,5 y ya son el 4 % del total de habitantes. Se calcula que para 2061, tres de cada diez vascos tendrán más de 65 años. Habrá pocos parados, sí, pero también pocos niños en los parques. Los bancos los llenarán viejos; y en vez de columpios, pedalinas.
Pasear por los ensanches de Bilbao, San Sebastián y Baracaldo es cruzarse con docenas de viejos, donde la excepción son los carritos de niños. Las calles de copas, donde en los años 80 y 90 la multitud impedía el tráfico de coches ahora están desiertas y los bares han puesto sillas y terrazas para su avejentada parroquia. Yo lo he vivido.
Ni el agobiante discurso identitario ni la marcha de la economía ni la desaparición del terrorismo animan a los vascos a perpetuarse
La decadencia también la podemos ver en el número de diputados por provincia. Desde la asignación de escaños para las elecciones de 1977, Asturias ha perdido dos de diez, León otros dos, pero de seis y las cuatro provincias gallegas uno cada una. Vizcaya, que recibió diez diputados, ya se ha quedado en ocho; y Guipúzcoa de siete ha bajado a seis. Se dirá que es una tendencia general en el norte de España, pero yo añado que en Castilla la Vieja no existe un nacionalismo supremacista que apela a la resistencia de sus creyentes para no ser ahogados por los que ‘de fuera vendrán’.
Tengo para mí que uno de los motivos por los que ETA ha cesado en su guerra abierta es que ya no tiene reclutas jóvenes para aguantar en el monte o en la clandestinidad.
El Estado podría, si quisiera, acabar totalmente con los restos de ETA y no tendría que aceptar que los terroristas y sus ‘txibatos’ y matones controlasen docenas de pueblos vascos y navarros. Si cuando se ilegalizó a Herri Batasuna hace veinte años no ocurrió nada a pesar de las jeremiadas de muchos (algún obispo incluido), no digamos ahora. Los abuelos no podrían ni levantar sus bastones.
El asco y el remordimiento causados por el terrorismo pueden haber funcionado como esterilizadores hasta de los más fanáticos
Igualmente, estoy convencido de que el nacionalismo que armó a los etarras y la violencia han sido anticonceptivos muy eficientes. El asco y la mala conciencia han funcionado no sólo como impulsores de la emigración de vascos, sino además como esterilizadores de los que se quedaban.
Sí, el problema vasco concluirá por defunción… de los que agitaban el árbol y recogían las nueces.
¡Qué cierto es que en ocasiones Dios castiga sin piedra ni palo!