El objetivo de Vox no es llegar y besar el santo -sería ingenuo tratándose prácticamente de su debut- sino poner una pica en la Carrera de San Jerónimo y, desde ahí, poco a poco ir consolidándose como una alternativa creíble e ir cambiando la política española.
A diferencia de otras formaciones, Vox no supedita los principios a la estrategia. El objetivo es regenerar el tejido de la derecha española y recuperar derechos y libertades gravemente amenazados e incluso conculcados por el establishment socialdemócrata (familia, vida, libertades, unidad de España).
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraAlguien puede decir: de acuerdo, pero para cambiar las cosas hay que pasar de las musas extraparlamentarias al teatro de la política. Pero es que eso es exactamente lo que pretenden los de Abascal, pero por fases, no de golpe y porrazo, sabiendo que esta es una carrera de resistencia. El objetivo no es ponerse el maillot amarillo en abril de 2019, sino quedar en una buena posición, ganar terreno luego en ayuntamientos y comunidades autónomas. Y ya habrá tiempo en próximas citas electorales para convertirse en segunda fuerza.
Pero para lograr eso necesita que le voten. Si su caladero natural, los huérfanos ideológicos traicionados por el PP, sigue apoyando a los genoveses, por miedo a que Sánchez siga en la Moncloa, todo seguirá como hasta ahora y lo que acabará en la basura será la posibilidad de regeneración.
En el hipotético caso de que Casado terminara gobernando, ¿alguien se cree que va a hacer una política muy distinta del PSOE?
El dilema para muchos votantes de derechas es hamletiano. Deben saber que el PP, de entrada, no lo tiene fácil. No parece imaginable una repetición del modelo andaluz PP-CS, con apoyo de Vox, entre otras razones porque ¿quién se fía de la veleta naranja?
Pero aun en el hipotético caso de que Casado terminara gobernando, ¿alguien se cree que va a hacer una política muy distinta del PSOE? Salvo en lo económico -¡solo faltaba que siguiera hundiendo la nave como está haciendo Sánchez!-, el PP jamás se ha salido de la falsilla ideológica marcada por los socialistas. Es más, lo que ha caracterizado a los populares, en ese aspecto, ha sido traicionar, una tras otra, todas las promesas hechas a su electorado: desde la bajada de impuestos hasta la supresión de la ley del aborto.
Con el PP están tan amenazados el derecho de los padres a que sus hijos no sean adoctrinados por la ideología de género, la vida o la familia como con el PSOE. Y la unidad de España tampoco parece que corra mejor suerte (recuerden que quien dio la cara ante el órdago secesionista de los “indepes” no fue Rajoy sino Felipe VI).
Advierten los bardos mediáticos del PP que votar a Vox es votar a Sánchez… puede ser, pero porque la ingeniería del socialismo va a ganar, tanto si el PSOE sigue en la Moncloa, como si llega el PP.
Votar al PP supone perpetuar el sistema. Es verdad que dar la papeleta a Vox tampoco es Lourdes, pero que una fuerza anti-establishment consiga meter cabeza en el Parlamento podría ser el primer paso para empezar a cambiar las cosas.
El bipartidismo ha demostrado tener una mala salud de hierro en España. El duopolio PP-PSOE que lleva casi cuarenta años de hegemonía en el poder, no es sino una versión posmoderna del viejo turnismo de Cánovas y Sagasta de la Restauración (con los partidos nacionalistas de bisagras). Ese compadreo de dos rivales fingidos -pero en el fondo conchabados- explica que nunca haya cuajado una tercera vía.
Pero la profunda brecha entre clase política-ciudadanos, que se ha abierto en Occidente en el siglo XXI, está cuarteando añejas estructuras y dejando obsoleta la dialéctica izquierda-derecha que ha dominado la escena política desde la Segunda Guerra Mundial.
Antes de la crisis económica (2008), nadie podía imaginar que nuevos actores como Ciudadanos, Podemos o Vox compartieran “casting” con PP y PSOE y llegaran a disputar parte de la tarta, hasta el punto de ponerles de los nervios -como le pasa a Casado con Vox-.
¿Quién no nos dice que Vox puede terminar ocupando el lugar del PP?
Eso no significa necesariamente que el bipartidismo esté sentenciado por el multipartidismo. Puede tener cuerda para rato. Pero ¿quién no nos dice que los integrantes del dúo terminarán siendo sustituidos a medio o largo plazo, y que Ciudadanos ocupará el lugar del PSOE y Vox el del PP?
Nada está escrito. Durante décadas, conservadores (tories) y liberales (whigs) se alternaron en el poder en la Inglaterra victoriana. Eran, para entendernos, la derecha (con ‘premiers’ como Disraelí) y la izquierda (con ‘premiers’ como Gladstone). Hasta bien entrado el siglo XX, el duopolio parecía eterno. Hasta que dejó de serlo. El Partido Liberal sufrió una serie de derrotas electorales y divisiones internas, y a comienzos de los años 20 fue superado en unas elecciones por el Partido Laborista, que se convirtió, desde entonces en el principal rival de los tories.
No estamos diciendo que sea fácil. Pero ¿se lo imaginan? ¿Vox en lugar del PP?