Los alarmistas del ‘cambio climático’ ya recurren a la modificación de las temperaturas de años pasados para apuntalar su teoría. Así se lo leí hace unos días al bloguero Lois Careaga: un físico que vive de este negocio riñe al Global Warming Policy Forum por no incluir en su documentación la actualización de temperaturas hecha por la agencia meteorológica británica y que implica, oh casualidad, que las temperaturas medias de años anteriores suben.
La conclusión de Careaga es impecable: «si entre 2018 y 2019 cambia la temperatura que hubo en 2011, 2012, 0 2016, no podemos saber que entre -por ejemplo- 2020 y 2021 no va a cambiar la temperatura que ha habido en 2018. Y eso quiere decir que no podemos saber la temperatura que ha habido en 2018″. Es decir, jamás podremos saber con exactitud las temperaturas del futuro ¡ni del pasado! y, por tanto, todas las previsiones de la ONU son filfas.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
Suscríbete a Actuall y así no caerás nunca en la tentación.
Suscríbete ahoraSin embargo, constantemente los medios de comunicación («enemigos del pueblo» los llama el presidente Trump) repiten que el año pasado, sea el que sea, ha sido el cuarto o quinto o tercer año más caluroso de la historia.
El último truco de los ‘calentólogos’ para reforzar su tesis es aumentar las temperaturas de los registros de los años pasados
En cambio, las noticias que desmienten o matizan el alarmismo climático acaban en la misma papelera que las noticias sobre denuncias falsas por supuesta ‘violencia de género’ y sobre los varones y los niños asesinados por mujeres.
¿Ha visto usted en algún telediario la información de que la Tierra es más verde que hace veinte años? Y eso que aquí no hay que no se necesita recurrir al truco de actualizar las temperaturas pasados unos años, sino que basta con sumar hectáreas.
A mediados de mes se publicó un estudio en la revista Nature Sustainability hecho a partir de la observación de fotos de satélite de la NASA, cuya conclusión se resume en que la Tierra es más verde que hace veinte años. Y encima que los dos países más poblados, donde se supone que hay menos tierras y más presión humana para obtener espacio, China e India, son los que encabezan este reverdecimiento. Las razones se atribuyen a los planes de reforestación chinos (¡como los que hubo en España en el franquismo, mire usted!) y la expansión de la agricultura intensiva en las dos naciones para alimentar a sus poblaciones.
Más de la mitad de la superficie de España es bosque. ¿Dónde está la desertificación que anuncia Greenpeace?
Ya lo comentamos en Actuall hace casi dos años. Según un informe de los ingenieros de montes, en 2016 el 54% de la superficie de España estaba cubierta por bosques, que además crecían a un ritmo de 180.000 hectáreas por año. Niños no tenemos, pero árboles los que queramos: más de 400 por español.
Mi artículo de entonces provocó el enfado de lectores progres y meapilas, porque ponía en duda uno de los dogmas de la posmodernidad: el cambio climático. Todo tiene que ir a peor, aunque la vida física (no digo la espiritual o la moral, cuando los parlamentos aprueban entre aplausos matar a niños de nueve meses) de la raza humana sea cada vez más cómoda, más segura y más larga.
Insisto en que el Poder no puede permitir ninguna buena noticia sobre clima, ecología o similar para que la gente no piense que está siendo engañada por políticos, funcionarios y ‘oenegeros’, del estilo de la pronunciada hace poco por el tertuliano José Carlos Díaz. Éste ha asegurado que la avanzada Suecia produce más energías renovables (de fuentes eólicas y solar) que la casposa España, cuando es al revés.
¿Influye el calentamiento global, con más calor y más lluvias, en el crecimiento de los bosques?
He aquí otro ejemplo. Yo no creo que las conspiraciones expliquen el comportamiento del Poder, pero lo que ha pasado con los coches diésel en España me acerca a los ‘conspiranoicos’. Durante años, se nos bombardeó a los españoles desde los Gobiernos, los medios de comunicación y las asociaciones de consumidores con las bondades del diésel: más barato, más seguro, menos contaminante… Y cuando más de la mitad del parque automovilístico es ya diésel nos dicen que este combustible contamina y causa cáncer y, en consecuencia, hay que sustituir esos vehículos por los carísimos eléctricos y mientras tanto se les suben los impuestos.
La propaganda que no cesa.
Empieza a ser un poco inmoral, creo. https://t.co/j8tTP2PKl8
— Luis I. Gómez (@Luis_I_Gomez) February 18, 2019
Por ello, el informe sobre el enverdecimiento de la Tierra contiene la inevitable coda pesimista: «A pesar del aumento en el mundo del verdor dominado por India y China no compensa el daño causado por la pérdida de vegetación natural en regiones tropicales como Brasil e Indonesia». Entonces, ¿en qué quedamos?, ¿es más verde el Planeta que hace veinte años o no lo es? ¿Y no sería más positiva la recomendación de que lo mismo que está ocurriendo en China e India se traslade a Indonesia y Brasil?
Yo sigo sin hallar respuesta a una pregunta que me hago desde hace tiempo. Si, nos aseguran los ‘calentólogos’, la temperatura está subiendo y eso supone más evaporación de agua y más lluvia, ¿influye el calentamiento global en el crecimiento de los bosques? Porque en las eras glaciares, se reducían las lluvias, aparte de toda la vida animal, incluida la humana. Claro que si aumentan las temperaturas, entonces el agua de los océanos inundará nuestras casas. ¡Qué desazón! O te mueres de sed o te ahogas.