Y no hablo sólo de Rajoy, sino también de Pedro Sánchez, o incluso de Pablo Iglesias –abochornados tras ver el Gran Circo Municipal de Kichi, Colau, Carmena y su troupe, el tragasables, el hombre bala y la mujer barbuda-. Muchos deben creer que la urna es el tribunal donde ejecutar una forma de justicia poética.
Sin embargo, me temo que tanto la frase de Lloyd George como la retórica sobre el poder del voto para desalojar a quien no se lo merece o transformar los destinos de tu país, tiene más de poesía que de otra cosa.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraA quienes creen que con su voto van a salvar a España de la horda o van a regenerar la democracia, o van a quitar a éste para poner a a aquel habría que recordarles que no es la poesía sino las matemáticas (ley d’Hondt) la que decide. Y que sí, que cada uno es libre de votar con el corazón o esta o aquella víscera, pero al final serán los pactos postelectorales los que, sin contar con el pobre votante, decidirán quién les va a gobernar y a decidir sobre sus dineros.
Así de triste.
Muchos cree que de su pequeña contribución depende el futuro del país. Tanta responsabilidad les abruma, casi hasta el escrúpulo de conciencia
Hemos magnificado la importancia del acto de votar. Hemos rodeado el gesto de ir al colegio electoral de una épica cívica, que poco tiene que ver con la prosaica realidad. Como si de nuestra pequeña contribución personal dependiera el futuro del país. Tanta responsabilidad les abruma a muchos, casi casi hasta el escrúpulo de conciencia.
No es para tanto. Porque la responsabilidad del ciudadano es muy limitada y su libertad es condicional.
Porque nuestro margen de maniobra es muy pequeño. Primero porque no eliges sino que te dan a elegir que no es lo mismo. Y los que te dan a elegir una lista cerrada son los aparatos de unas organizaciones nada modernas (tienen la naftalina del siglo XIX), poco o nada democráticas.
Y lo que te dan a elegir es un pack hermético: una lista cerrada. Y el cabeza de esa lista, el candidato estrella no ha llegado ahí porque sea el colmo de la sabiduría (una eminencia en Derecho Constitucional, por ejemplo), o el colmo de la eficacia (recordemos a Zapatero, o a Sánchez o al Coletas), o el colmo de la honradez y probidad (mejor no saquemos la lista). Sino porque lo ha dicho el jefe. Salvo excepciones, no le ha aupado el mérito o la virtud, sino el dedo del César, ese César moderno, ese Boss cuyas decisiones no se discuten si quieres seguir saliendo en la foto. Como decía el escritor norteamericano Ambrose Bierce, “el elector goza del sagrado privilegio de votar por un candidato que eligieron otros”.
Segundo, porque el arco ideológico de los partidos no siempre coincide ni con tus ideas, ni con tus intereses. Mejor dicho, casi nunca. Nadie está contento ni con su partido de toda la vida, ni mucho menos con los demás. Singularmente los feligreses del bipartidismo (PP sobre todo, pero también muchos votantes del PSOE) votan con la nariz tapada, no es un voto convencido sino por defecto, o defensivo, para evitar que vengan otros aún peores. Como hemos subrayado en otras ocasiones, ya ni siquiera hay izquierdas o derechas, sino un Pensamiento Unico: socialdemocracia en economía y Dogma de Género en ideología. Y esos colores tiñen –en mayor o menor grado- a la gran mayoría de los partidos, con alguna honrosa excepción, como Vox.
Y tercero, porque ni siquiera podemos afirmar que quienes hemos elegido, entre comillas, sean quienes realmente rigan los destinos del país. Eso valía para siglos pasados. Ahora con la globalización y el Nuevo Orden Mundial, la agenda se dicta en foros internacionales y en instancias secretas. La gestión económica de Rajoy no la ha marcado la Moncloa sino el Banco Central Europeo. Y la ingeniería social con la que Zapatero troqueló las cabezas de los españoles no fue una ocurrencia suya (eso sería sobrevalorarlo) sino que venía diseñada de arriba. De muy arriba.
Las decisiones de mayor calado: educación, familia, vida vienen dictadas de instancias supranacionales. Los Gobiernos son unos mandados
Lo grave es que las decisiones de mayor calado, no si hay que asfaltar una avenida, sino la educación de sus hijos, lo que concierne a la libertad religiosa o a la familia o a la vida, vienen dictadas de esa instancias supranacionales, esas urnas de cristal impermeables a la voz y los intereses de los ciudadanos. Y los Gobiernos son meros ejecutores. Unos mandados.
¿Qué nos queda entonces?. Votar, sin duda. Nadie está diciendo que no lo hagamos, porque es un derecho irrenunciable del ciudadano. Pero sabiendo que su efecto es limitado y sabiendo también que no termina ahí nuestra responsabilidad como ciudadanos y que, una vez que hayamos acudido a las urnas, no tenemos por qué enmudecer hasta dentro de cuatro años (o dos, como probablemente puede suceder esta vez).
Que existen otros cauces para influir en la cosa pública y para seguir teniendo voz, cuando hemos depositado el voto, como las plataformas cívicas –HazteOir es una de las pioneras en España y de las más activas, singularmente en Familia, Vida y Valores-; como las organizaciones de la sociedad civil; los foros, los colegios de nuestros hijos, los movimientos vecinales, los focos culturales, las asociaciones profesionales etc.
Una democracia es inconcebible sin urnas, naturalmente. Pero también sería inconcebible sin ese otro cauce para participar y expresarse que son los medios de comunicación. Porque nos permiten estar informados de la calidad de gestión de los poderosos o alertados de sus iniciativas antidemocráticas; porque nos permiten expresar nuestras ideas mediante la crítica pero también la sugerencia o la aportación constructiva al bien común.
Desde Actuall vamos a seguir velando frente al poder por la familia, la vida y las libertades, con ayuda de sus propuestas y sugerencias
Las nuevas tecnologías y las redes sociales han multiplicado extraordinariamente esos cauces y ensanchado la libertad de expresión, enriqueciendo el debate de ideas, ofreciendo alternativas al Pensamiento Único. El de Actuall, este joven diario digital con apenas 3 meses de vida, especializado en la defensa de la familia, vida y libertades es un ejemplo paradigmático.
Y lo va a seguir siendo, especialmente desde mañana, cuando las urnas abran un abanico acaso más incierto y azaroso de lo que hemos conocido hasta ahora. Velando con ayuda de ustedes, los lectores, con sus propuestas y sugerencias, por nuestros valores: la familia, la vida, la libertad religiosa, la libertad de educación, el libre mercado, la unidad de España y la solidaridad.
Como dijo Thomas Jefferson, uno de los “padres” de Estados Unidos, prefiero “prefiero periódicos sin Gobierno, que Gobierno sin periódicos”. Tranquilícense. Nosotros no llegamos a ese nivel, al borde de lo libertario. Queremos Gobierno, y a ser posible, estable. Pero vigilado. Sean quienes sean sentirán nuestro aliento en la nuca. Es a ellos a quienes no pensamos dejar tranquilos.