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Rebelo de Sousa, un líder carismático

Marcelo Rebelo de Sousa, presidente de Portugal/Fuente:EFE.

Este miércoles asume la presidencia de la república portuguesa Marcelo Rebelo de Sousa. Sucede al viejo león de la política lusa, Aníbal Cavaco Silva, a quien conoce muy bien desde hace décadas. Alcanza la primera magistratura del Estado en una situación muy delicada. La crisis le estalló al gobierno socialista liderado por José Socrates.

La troika salvó al país de la insolvencia, a cambio de imponerle un recetario de reformas y ajustes que le acabaron por costar el gobierno. Le sustituyó el líder conservador Pedro Passos Coelho, que ha seguido con pleno convencimiento la necesidad de hacer las reformas necesarias para encauzar la situación del país.

Además del fuero interno, a Passos Coelho le asistía el cálculo político: si se esmeraba lo suficiente, y le acompañaban a tiempo el lado favorable de los ciclos o la política del BCE, se presentaría a la reelección con argumentos suficientes para la victoria. Venció el 5 de junio del año pasado, pero con una ventaja insuficiente para evitar un pacto de izquierdas, el que sirvió a Pedro Sánchez de ejemplo antes de dar el penúltimo volantazo hacia Ciudadanos.

Rebelo de Sousa ha ganado con el 52 por ciento de los votos siete meses después de la victoria de la izquierda. En este tiempo, el primer ministro luso, el socialista António Costa, ha asumido un discurso que recuerda, aunque con menor virulencia, al de Syriza. El experimento de Alexis Tsipras ha terminado en desastre, sólo salvado por el vergonzoso giro de 180 grados del gobierno heleno.

Los portugueses han visto en el carismático Rebelo de Sousa un hombre de diálogo, que puede hacer de puente entre los objetivos políticos de la coalición de izquierdas y los compromisos de Portugal con sus socios europeos. Otra interpretación es que los electores le han enmendado la plana a la izquierda.

Sus primeras palabras, desde luego, nada tienen que ver con el discurso rupturista de la izquierda: “Quiero recrear la pacificación social, económica y política en Portugal. Es hora de pasar página”, tras lo cual añadió: “Lo primero que quiero es fomentar la unidad nacional, cicatrizando heridas y construyendo puentes. Cuanto más juntos, más fuertes seremos”. Pero ¿quién es Marcelo Rebelo de Sousa?

Recibe su nombre de Marcelo Caetano, una de las figuras más relevantes del régimen de Salazar, como lo fue también su padre, Baltazar. Su madre era profesora en un instituto en el que se arremolinaban los ninos con problemas de los barrios pobres de Lisboa.

De nino se lo llevaba su madre al trabajo, por lo que pudo ser testigo de las graves dificultades que una parte de la sociedad portuguesa tenía para salir adelante. De la mano de su padre pisó desde pequeño la moqueta de las dependencias oficiales. En una ocasión confundió el coche oficial de su padre (Baltazar era ministro de Educación) con el de Salazar, y se dirigió al del presidente de la República.

Sus padres le exigían a él y a sus dos hermanos las máximas calificaciones, y les colmaban de regalos si las obtenían

Los fines de semana acompañaba a su padre en los viajes oficiales por todo el país. Sus padres le exigían a él y a sus dos hermanos las máximas calificaciones, y les colmaban de regalos si las obtenían. Los veranos adelanta el trabajo que tendrá los cursos siguientes, en los que destaca por su inteligencia y por su sentido del humor.

El periodismo, en ocasiones, es el ejercicio de la política sin la facultad de apretar el gatillo, y Marcelo lo ejerció desde muy joven. En 1972 le llamó a su despacho Francisco Pinto Balsemao, quien entonces estaba montando el semanario Expresso. Marcelo decidió amenizar la tarde de su secretaria haciéndose pasar por un ahorcado, con una soga al cuello, los ojos en blanco y la lengua fuera, un modo poco ortodoxo de acudir a una entrevista de trabajo.

Es Balsemao quien le encuentra de esta guisa. No comparte su sentido del humor, pero acaba por contratarle. Su carácter rebelde hace que se salte a menudo la censura, y llega a poner en serios aprietos a la publicación. Cuando no encuentra mejor tema del que hablar, escribe sobre sí mismo. Sus artículos le enemistan con su antiguo padrino, Marcelo Caetano, con Balsemao, con Sa Carneiro siendo éste primer ministro…

Quizá a ese carácter inconformista le debe su capacidad para introducir usos nuevos en el periodismo portugués, como la publicación periódica de encuestas, o la creación de foros informales de debate político.

Por otro lado, esa personalidad ha marcado también su carrera política. Creó una corriente interna en el Partido Social Demócrata (nombre del partido de centro derecha), y de entre las grietas del PSD salió elegido presidente Aníbal Cavaco Silva. Personalmente, su carrera se estrella contra Jorge Sampaio en las elecciones al Ayuntamiento de Lisboa, después de lo cual decide refugiarse en la Universidad y en el periodismo.

Tuvo una vuelta a la primera línea cuando lideró al PSD posterior a Cavaco, pero de nuevo se retiró al periodismo, una profesión en la que ha obtenido grandes éxitos. Era el comentarista estrella de Portugal, y destacaba por combinar la sagacidad con la independencia y el sentido del humor.

Rebelo de Sousa es una virtuosa puerta giratoria entre el periodismo, la Universidad y la política

Algún analista en España, desconocedor de la política vecina, ha creído que era un tertuliano metido a la política. Lo que ejemplifica Rebelo de Sousa es una virtuosa puerta giratoria entre el periodismo, la Universidad y la política. Por otro lado, siempre ha dedicado parte de sus largas jornadas de trabajo (duerme cuatro o cinco horas al día) a organizaciones católicas.

Su biografía está trufada por anécdotas más propias de una sitcom que de la biografía de un político. Como aquélla ocasión en la que se encontró con que sus pantalones estaban empapados y no tenía repuesto para recibir al embajador de Irán.

Lo hizo, finalmente, pertrechado tras de su mesa, de la que excusó no levantarse atendiendo a los usos del país, con lo que el diplomático concluyó la reunión sin saber que su interlocutor le había atendido en calzoncillos. Claro, que su amigo António Guterres, ex primer ministro socialista, en una ocasión dijo con sorna: “¿Cómo fiarse de un tipo que despierta a todo el vecindario en plena madrugada haciendo sonar unas campanas”?

Era un comentario irónico, recordando una de las muchas bromas de Rebelo de Sousa. Pero quien ha confiado en él en un momento de zozobra ha sido la mayoría del país.

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