
Juez Pedraz: mi intención al escribir esto no es ofenderle, insultarle, menospreciar la justicia, ni su labor, ni dañar su imagen, ni nada parecido. En mi no hay intención de dolo directo ni eventual. De la misma manera que, como usted mismo escribe en su auto exculpatorio del insultador municipal de Podemos, la intención de Guillermo Zapata al agredir a las víctimas del terrorismo y del Holocausto «no estaba dirigida -directamente- a humillar a las víctimas».
Sucede que por la calle, y desde hace muchísimos años, casi tantos como lleva usted en ese escaparate exhibicionista en que a menudo se convierte la Audiencia Nacional, por la calle, le decía, he escuchado muy a menudo frases poco favorables a su quehacer. Y me oficio es contar lo que veo y oigo.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraPor ejemplo he escuchado que hace usted, Señoría, de la justicia un sayo, que ignora usted la ley y la sustituye por su ideología, que es un sectario y otras consideraciones que me permitirá obviar porque no me gusta escribir insultos ni palabras malsonantes.
Como usted sabe, hay magníficas películas sobre jueces y juicios, historias épicas, ejemplares. Y también hay bazofia. Quizá la peor sea Juez Dredd, una infumable historia en la que un juez actúa a la vez de verdugo. «Yo soy la ley», es la tapadera bajo la que actúa este juez Dredd.
Su actuación no difiere en demasía de aquella a la que recurre su “colega” cinematográfico, el juez Dredd
Amparándome en el artículo 20.1.a de la vigente Constitución, esto es, en virtud de mi derecho a “expresar y difundir libremente los pensamientos, ideas y opiniones mediante la palabra, el escrito o cualquier otro medio de reproducción”, vengo en opinar que cuando usted despide al xenófobo Guillermo Zapata con unas palmaditas en la espalda, su actuación no difiere en demasía de aquella a la que recurre su “colega” cinematográfico, el juez Dredd. (Eso sí, me apresuro a proclamar que acato su sentencia, Señoría, faltaría más.)
Sostiene usted, Señoría, que insultar a las víctimas del Holocausto o de ETA es peccata minuta porque las expresiones utilizadas por el xenófobo municipal de Podemos «estaban en la calle».
En su auto escribe que el insulto a personas que han padecido los peores horrores, y a menudo la muerte, «no es una oración elaborada por el Sr. Zapata». Por el contrario, según usted y su justicia (esa que al parecer usted tuitea), se trata de expresiones que el insultador municipal escuchó en la calle «hace tiempo». Y añade:
“Algunos se imaginarán que aquella frase pueda producir dolor en las víctimas, otros no” (auto del juez Pedraz sobre Guillermo Zapata).
Convendrá usted conmigo en que llamar justicia basura a lo que usted produce puede provocar dolor a alguna persona, pero en absoluto a todas las demás.
¿Puedo escribir sobre usted: «El juez Pedraz se pasa la Justicia por el arco del triunfo», dado que esa es una expresión que he escuchado a menudo en la calle referida a su Señoría, e incluso la he escuchado de labios de colegas suyos?
Y dígame, Señoría, ¿si yo fuera un cargo público quedaría indultado de eventuales delitos cometidos en el pasado? Al parecer así sería, según su zapatera sentencia:
«Teniendo en cuenta que publicó los tuits hace más de cuatro años, ¿acaso él sabía que iba a tener un cargo público, que alguien iba a «rebuscar» en su pasado «tuitero» y luego, por ser concejal, iba a tener la repercusión pública que ha tenido?» (auto del juez Pedraz sobre Guillermo Zapata).
Iba a añadir algo más sobre la podredumbre moral que invade las instituciones de nuestro país, pero se me hace tarde. Le deseo, Señoría, que pase una feliz fiesta nacional de España. Acaso no la celebra, pero por si acaso.