Volvemos a elecciones. Los ciudadanos tendremos la oportunidad de votar en una especie de segunda vuelta de los comicios del pasado 20 de diciembre.
A diferencia de lo que sucede en los países donde se realizan verdaderas elecciones a dos vueltas, la primera ronda de nuestras generales no ha tenido carácter eliminatorio. Tendremos la oportunidad de volver a elegir entre todos los partidos que ya concurrieron en diciembre.
Pero si no para eliminar a nadie, para lo que sí han servido estos cinco meses es para que todos se retraten. Los votantes tenemos ahora una imagen mucho más nítida de quién es quién y de qué quiere cada uno. Y hemos podido comprobar en la práctica en qué quedan los mensajes que cada partido lanzó durante la pasada campaña.
Dicen que habrá una alta abstención en estas elecciones. Yo no lo creo. Dicen que habrá una repetición de los resultados del 20-D. Tampoco lo comparto.
Vamos a unas elecciones en las que quizá no haya, es verdad, grandes cambios en los porcentajes de voto, pero los partidos están en unos niveles de sufragios en los que un punto arriba o abajo te puede hacer ganar o perder diez escaños.
Así que pequeñas variaciones en porcentaje pueden dar como resultado grandes cambios en el número de diputados. Y pequeños cambios en el número de diputados pueden traer consigo consecuencias de largo alcance.
Si Podemos lograra sobrepasar al PSOE, sería el principio del fin del Partido Socialista
Por ejemplo: si Podemos lograra sobrepasar al PSOE, sería el principio del fin del Partido Socialista. Basta con que Pedro Sánchez pierda unos cuantos escaños y con que la unión de Podemos e IU los gane, y no solo se habrá acabado la carrera política personal de Sánchez, sino que su partido entraría en una crisis de la que le resultaría casi imposible salir.
Más ejemplos: cualquier pérdida de escaños, por pequeña que fuera, colocaría a Rajoy o a Sánchez en una situación insostenible, independientemente de lo que los demás partidos hicieran. Y comenzaría la pugna por la sucesión en sus respectivos partidos, pugna que promete ser sangrienta tanto en el PSOE como en el PP.
Sigamos con el análisis: ¿qué pasa con Ciudadanos? Pues que la formación de Albert Rivera ha sido siempre una escopeta de una sola bala. Ya pegó el gatillazo en las elecciones del 20-D, cuando quedó muy por debajo de lo que las encuestas predecían; pero le salvó de la catástrofe el hecho de irrumpir en el parlamento con 40 escaños, que no es moco de pavo. Si Ciudadanos bajara ahora, aunque fuera un solo diputado, se confirmaría el fiasco del 20-D y se transmitiría la imagen de que Albert Rivera tiene techo y su futuro no es otro que actuar de mera bisagra entre las dos formaciones principales. Sería solo cuestión de tiempo, entonces, que Ciudadanos terminara desapareciendo, como desapareció el CDS.
El que menos se juega en el envite es Pablo Iglesias. A menos que tuviera una bajada catastrófica, cualquier resultado le vale. Si adelanta al PSOE o reduce distancias con él, perfecto: el partido de Sánchez no tendrá otro remedio que echarse en brazos de la gran coalición y Pablo Iglesias quedaría como dueño y señor de la Oposición, con vistas a ganar las elecciones dentro de cuatro años. Pero si no consigue reducir distancias con el PSOE, tampoco pasa nada: siempre puede vender caro su apoyo a un presidente socialista; y el PSOE se vería forzado a volver a elegir: pactar hacia la izquierda en condiciones leoninas, o pactar hacia la derecha y dejar la jefatura de la Oposición a Pablo Iglesias.
¿Y dónde quedamos nosotros, los ciudadanos? Pues en la mejor de las situaciones posibles: en la de poder volver a elegir quién queremos que nos gobierne. Ya hemos visto qué dan de sí los cuatro principales partidos. Ya hemos constatado cuáles son sus preferencias de pactos y dónde quedan sus promesas electorales. El destino nos ha puesto en las manos la inesperada oportunidad de repensarnos el voto. Ahora tenemos la posibilidad de apoyar a uno de esos cuatro partidos principales, pero sabiendo mejor cómo gestionará ese partido nuestro voto. Y si nos nos gusta lo que ninguno de esos partidos va a hacer con nuestro apoyo, tenemos la oportunidad de intentar por segunda vez que entren en el Parlamento otras fuerzas.
Si UPyD y Vox hubieran logrado escaño, aunque fuera solo uno, ni el PP, ni el PSOE, ni Ciudadanos, se habrían podido permitir ciertas cosas en todo este tiempo
Hágase una pregunta: ¿cree que la situación política hubiera evolucionado igual en estos cuatro últimos meses, de haber conseguido partidos como Vox o UPyD entrar en el Congreso el pasado diciembre? Yo creo que no. Si UPyD y Vox hubieran logrado escaño, aunque fuera solo uno, ni el Partido Popular, ni el Partido Socialista, ni Ciudadanos, se habrían podido permitir ciertas cosas en todo este tiempo.
Decía antes que no creo que vaya a haber una alta abstención. Es verdad que existe mucho cansancio, mucha desilusión con nuestra clase política. Pero también creo que todo el mundo es cada vez más consciente de lo importante que es su voto. Y estoy convencido de que la gente irá a las urnas el próximo 26 de junio para poner su grano de arena y tratar de influir en el rumbo que España debe tomar en los próximos años.
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