Como ha explicado muy bien en El Mundo, el profesor Felipe Sahagún, el Estado Islámico (IS) no es sino una manifestación más de un movimiento yihadista más complejo y polimorfo, ante el que cualquiera de las respuestas de Europa no son sino palos de ciego.
Desde los atentados de París, un Occidente alegre y confiado como la ciudad de Benavente, parece haberse caído del guindo ante la Yihad y se ha puesto a improvisar estrategias, a cual más precipitada o contraproducente, ante una bacteria asesina y mutante que viene incubándose desde hace más de 20 años.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraPero así no podrá vencer a esa hidra de siete cabezas que es el yihadismo. En esa guerra desigual tiene todas las perder. Véamoslo en seis puntos.
1.- Porque bombardear será muy hollywoodiense pero sirve de poco.- Visualmente, lanzar bombas sobre el Estado Islámico, desde aeronaves y portaaviones, como hace Francia queda muy hollywoodense y electoralista. Pero militarmente es poco efectivo ya que, como saben todos los cadetes de 1º curso, de nada sirve eso si no llegan luego la fiel infantería y ocupa el terreno, y se queda después.
Y nadie, ni Francia, ni Rusia, ni mucho menos EEUU van a mandar tropas y quedarse luego. Washington no se involucra en nada desde que gobierna el premio Nobel de la Paz Barack Obama.
Los comentaristas coinciden en señalar que lo de Hollande es una sobreactuación, un patético quiero-y-no-puedo parecerme a la Francia del Charles De Gaulle que jugaba a ser prima donna en política internacional.
2.- Porque cualquiera se mete en el avispero, después de Vietnam, Afganistan e Irak.- La épica de las grandes potencias conquistando territorios remotos ha quedado para las novelas de Kipling. Desde que al Coloso le frieron a mosquitos en Vietnam, años 60, las aventuras exteriores se volvieron impopulares, sobre todo si luego viene el desfile de féretros televisados.
Les pasó a todos: a los soviéticos pegándosela en Afganistan en 1979; error que calcó, ya en el siglo XXI, la OTAN creyendo que meterían en cintura a los talibán; o EEUU en Irak, donde llegó a desplegar a 170.000 hombres, pero como los anteriores fracasó, tuvo 4.500 bajas y no sólo no acabó con Al Qaeda sino que de esta nació, como un alien, el Estado Islámico.
3.- Porque el escenario de guerra está en Occidente.- Durante la II Guerra Mundial, las novias agitaban sus pañuelos para despedir a los marines en San Francisco, que zarpaban para luchar contra los “japos” y ellas volvían a casita donde no había guerra ni nada. Ahora no. Ahora el escenario bélico ya no son las junglas de Asia, sino los estadios de futbol o las discotecas de Occidente.
Europa es un bosque de quintas columnas, incontrolables e imprevisibles, que te la pueden liar en cualquier momento
Y el enemigo ya no es un “chinorris” remoto o un nazi que para ti sólo existe en las películas, sino un compatriota convertido al islam que se cruza contigo en el metro. En Europa no es que haya quinta columna del enemigo, es que toda Europa es un bosque de quintas columnas, perfectamente camufladas, incontrolables e imprevisibles que te la pueden liar en cualquier momento. Es como si muchos granjeros del Medio Oeste, durante la II Guerra Mundial, fueran SS disfrazados. ¿Cómo luchar contra eso?
4.- Porque los aliados están más divididos que nunca.- Nada que ver con la coalición organizada por Bush y Blair contra Irak, o con la Guerra del Golfo de George Bush padre. Ahora cada uno va por libre. Hollande queriendo ganar puntos, al ritmo de la Marsellesa; Obama escurriendo el bulto y renunciando a ir de gendarme; Putin haciendo su guerra por libre a favor del tirano Asad y proporcionándole pretextos a Erdogan que, bajo el paraguas de la OTAN, amenaza ahora a Moscú.
Tampoco la OTAN es lo que era y la Unión Europea es un cero a la izquierda. En cuanto a la autoridad y el liderazgo moral –cruciales para fijar una estrategia no sólo militar sino diplomática, económica, política y hacer frente a una amenaza común- son cosas del siglo pasado, de cuando Reagan y Thatcher.
Es como si en la II Guerra Mundial, los aliados estuvieran peleados y jamás se hubieran puesto de acuerdo. Alemania hitleriana se hubiera frotado las manos, como debe estar haciendo ahora el IS. Lo de César, ya saben: Divide y vencerás.
5.- Porque la droga más dura para los jovenes europeos es la yihad, no el rock.- No acabamos de creernos que esta es una guerra de religión: la única forma de hacer frente a la Media Luna es con la Cruz. Si no tienes religión (como le ocurre a una mayoría de jovenes europeos) terminan imponiéndote la suya o convenciéndote de que llena más Alá que la nada. Y realmente es así, llena más un ideal (aunque sea equivocado) que el hedonismo.
No se puede vivir sin ideales. Por eso, jovenes europeos prefieren optar por la guerra santa y dejar atras el carpe diem
Eso explica que en el siglo XX hubiera jovenes de Europa y EEUU que se alistaran en las Brigadas Internacionales, al lado del comunismo; o en la Divisón Azul, al lado de la Wehrmacht nazi.
No existe el vacío absoluto. No se puede vivir sin ideales, sin trascendencia. Por eso, jovenes europeos prefieren optar por los ideales de la guerra santa, dejando atrás la vida vacía del carpe-diem.
Lo ha sintetizado muy bien el escritor Lorenzo Silva al referirse a una de las kamikazes de París, la francesa musulmana que cambió el rock por el hiyab. «Después de probar las variadas formas de nihilismo que ofrece la civilización occidental, Hasna encontró en la yihad el tope de la gama. La droga más dura, la melodía más heavy«.
6.- Porque nosotros tenemos miedo a morir y ellos no.- Es cierto que los musulmanes también están divididos (chíes y suníes); que tienen intereses y estrategias contrapuestas (Irán contra Arabia Saudí; Turquía contra Siria); que carecen de cohesión y -lo más importante- del equivalente a un Papa o cabeza visible y unificadora (el califa). Y todo eso relativiza la amenaza.
Pero no es menos cierto que Occidente en general, y Europa en particular, carece de nervio moral para hacer frente al peligro. Tenemos miedo a morir, porque carecemos de trasdencencia, porque creemos que en la otra vida no hay nada, de ahí nuestra urgencia por aferrarnos desesperadamente a esta. A diferencia de los yihadistas que no tienen miedo a inmolarse. Y eso les hace justamente invencibles.
No es la primera vez que nos rendimos. Ya lo hicimos en el siglo VIII, cuando Tarik y Muza.
Ese es el gran problema de una Europa que ha renunciado a sus raíces cristianas: que no está dispuesta a dar la vida por nada.
De suerte que preferirá pactar con el enemigo, entregarse con armas y bagajes, ponerse el turbante y hacer como que ora de cara a la Meca. Todo menos perder la vida y las libranzas del finde.
No es la primera vez que nos rendimos. Ya lo hicimos en el siglo VIII, cuando Tarik y Muza.
A menos que…