Un fantasma recorre Europa… y no es el del comunismo, sino el del animalismo. Como el corderito de los cuentos, este fantasma asomó su patita cuando en 2014 se sacrificó al perro de la auxiliar de enfermería contagiada de Ébola: manifestaciones en contra de su ‘asesinato’, histerismos y hasta mártires de la causa que se arrojaron delante de la furgoneta que se lo llevaba.
En los meses de verano, con el punto culminante de los sanfermines, aumentan los encierros y los festejos taurinos, y con ellos, cada vez más violentos, los animalistas, cuya defensa de los animales les conduce a desear la muerte de sus congéneres. La muerte del torero Víctor Barrio ha demostrado hasta qué punto el odio es el primer impulso de muchos que dicen que son ‘máquinas de amor’.
Los dueños de mascotas, tan protegidos como los ciclistas
En las últimas elecciones, el PACMA ha sido el segundo partido que más votos ha ganado en comparación con las de diciembre, unos 60.000. La semana pasada el Gobierno y la Asamblea regional de Madrid aprobaron la regulación para que los perros viajen en el metro y la Ley de Protección de Animales.
Como los ciclistas (o los gays), los propietarios de mascotas se están convirtiendo en uno de los sectores privilegiados de la poblacion española: nadie les puede reprochar que lleven a sus perros sin bozal ni correa o que no recojan los excrementos que dejan sus mascotas, y además cuentan con la protección de la ley y una superioridad moral cada día más agobiante para los que no pertenecemos a su aristocracia.
Decía Ortega y Gasset que los ingleses dedicaban a los animales el amor que regateaban a los demás seres humanos
El propio Forges, uno de los intelectuales de la sociedad progresista española, ha pasado de hacer dibujos sobre la Feria de San Isidro en que se quejaba de que los toros eran pequeños (yo los he visto en Diario 16) a hacer otros lacrimógenos sobre el dolor del toro. Igualmente ya no saca a mujeres gordas mangoneando a hombres delgados y achantados, porque eso es machismo. ¡A esta humillación conduce la corrección política!
Decía Ortega y Gasset que los ingleses dedicaban a los animales el amor que regateaban a los demás seres humanos. Lo mismo se puede decir del animalismo o especismo.
La desestructuración del ser humano, comenzada en el siglo XVIII, da aquí un paso más hacia el precipicio. Con el animalismo, ya no se legitima a una élite para exterminar a quienes se oponen a sus designios, para acabar levantando una nueva sociedad sobre esqueletos, sino que el Hombre entero es rebajado al nivel de las cucarachas, las ratas o los piojos, animales a fin de cuentas, aunque la Disney no haya hecho películas sobre ellos.
Los animales carecen de autoconsciencia
Los portavoces del especismo aseguran que los animales son ‘alguien’, no ‘algo’, a nuestra altura. Disponen de sistema nervioso, que les permite sentir dolor (también como los fetos humanos, pero esa realidad no protege a éstos del aborto), y muchos tienen un porcentaje de similitud genética con los hombres superior al 80%. Por ello, se merecen tener derechos civiles similares a los nuestros.
Sin embargo, esos portavoces ignoran que los animales, a diferencia de los humanos, carecen de autoconsciencia y hasta del conocimiento de su muerte.
No se plantean sobre las preguntas básicas que inquietan a los hombres: ¿de dónde venimos?, ¿qué hay después de la muerte?, ¿tenemos alma?, ¿quiénes son nuestros semejantes?, ¿qué obligaciones tenemos hacia ellos?, ¿existe una moral única?, ¿hay un Creador? Porque los animales son sólo objetos no pueden ser sujetos.
Si la humanidad desapareciese, desaparecería también la noción de conceder derechos a los animales. No se produciría una reunión de animales como en las fábulas, en la que los carnívoros y los herbívoros abriesen un proceso constituyente. Es el ser humano el que cambia, con su unicidad, toda la Tierra.
Y sin él toda la vida que en la Tierra quedase volvería a hundirse en una era sin tiempo, sin sentido, en la que lo mismo daría un día que un millón de años. No habría religión, filosofía, arte, arquitectura, matemáticas… El pájaro vuela por instinto, no porque haya descubierto la física, que no la necesita, y no se plantea llegar a la Luna, porque no sabe qué es.
El torero, de admirado a despreciado
En España, el blanco preferido de los animalistas es el torero, rebajado a verdugo, cuando ha sido una de las figuras españolas más alabadas por los pensadores y escritores. Gregorio Marañón definió así al torero:
Marañón: «Creo que no hay héroe más sencillo y amable que el torero»
“Este suele ser un ejemplar humano de excelente calidad. Es, por lo común, un español salido de la nada, lleno de la noble ambición de triunfar y, sobre todo, de ser dueño de tierras, a las que ama como no son capaces de amarlas los que las han heredado, y cuyo bienestar, logrado con tantos peligros y tanto dolor, gusta repartir generosamente.
Creo que no hay héroe más sencillo y amable que el torero; y eso que su gloria, en los grandes días, debe producir, cual ninguna otra, la emoción del vencedor directo, que es la que más se sube a la cabeza. Vencedor del bruto astado y del monstruo de veinte mil cabezas que lo acecha desde los tendidos.”
Hoy nadie, salvo los nuevos ricos de las finanzas, quiere ser propietario de tierras. Hoy la generosidad es retuitear los tuits de desconocidos. Hoy la gloria es aparecer en Gran Hermano, no enfrentarse a una bestia de media tonelada con una muleta. Hoy no se soporta el dolor y se huye de la muerte; cuando se habla de ella, se suspira porque venga tarde y sea rápida y silenciosa, como una visita incómoda.
Por tanto, no tiene que sorprender que una sociedad desarraigada de sus raíces en el campo y la naturaleza, hipertecnificada, prefiera antes a los youtubers que a los toreros.
Contra el hombre como rey de la Creación
Quizás los toreros, y la tauromaquia, acaben desapareciendo, como tantas otras figuras humanas. Pero lo aterrador es el carácter totalitario del movimiento animalista, que, tal como hemos visto con otros, mientras es pequeño asegura que sólo quiere proponer y convencer, hasta que alcanza la magnitud suficiente para negociar con los grandes partidos leyes a cambio de sus votos.
Si consideran asesinos y torturadores a los toreros y a quienes asisten a las plazas de toros, si califican de campos de exterminio a los mataderos, si protestan por la muerte de gorila para salvar a un nino porque ninos hay muchos y gorilas pocos, da miedo pensar cómo se comportarían de tener el BOE a su disposición.
En el fondo, detrás del movimiento animalista, está la idea de levantarse contra el mandato divino
Algunos de sus objetivos son la prohibición (¡siempre prohibir!) de la caza, de la experimentación médica con animales (¿se haría sólo con humanos?) y hasta del ordeño de vacas, por lo que cabe deducir que, después de los toreros, irán a por los cazadores, los científicos y los ganaderos.
En el fondo, detrás del movimiento animalista, como detrás del movimiento ecologista y del neomaltusianismo (aborto, eugenesia, eutanasia, reducción de la poblacion), está la idea de levantarse contra el mandato divino de “Procread y multiplicaos, y henchid la tierra; sometedla y dominad sobre (…) todo cuanto vive y se mueve sobre la tierra”
Es decir, contra el hombre como rey de la Creación.
(PD: Aunque soy partidario de meter en la cárcel a los que queman bosques y ahorcan galgos, me pongo el casco para aguantar el bombardeo que me espera.)
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